Coacalco de Berriozabal a 05 de Marzo de 2016
¿PERSONALIDAD ANTISOCIAL?
MTRO.
PS. ALEJANDRO FABELA ALQUICIRA
C.P.R.S.
Ecatepec
jaliscoafa@yahoo.
com.mx
Uno
de los diagnósticos más frecuentemente elaborados, dentro de los expedientes en
los C.P.R.S. corresponde al trastorno de personalidad antisocial (F60.2) del
DSM-IV, el cual solo se modifica en su codificación de dígitos en el DSM-V
(301.7). En ambos textos también se encuentra el comportamiento antisocial del
adulto (DSM-IV Z72.811 y DSM-V V71.01). Esto fue motivo de discusión[1]
sin solución, sobre el objetivo, de que en un texto se usara dichos
diagnósticos. Pero ello también es causa de extrañeza. El último diagnóstico se
ubica en el apartado de Problemas
adicionales que pueden ser objeto de atención clínica, en tanto que el
primero se encuentra en Los trastornos
de la personalidad, que se codifican en el eje II. Si la personalidad
antisocial se codifica en eje II, la pregunta lógica es ¿en qué eje se codifica
el comportamiento antisocial del adulto? Pues bien, en el eje I, que también se
denomina como padecimiento actual. No hay que olvidar que de acuerdo a la
codificación del DSM, en el eje II, solo hay trece criterios diagnósticos a
establecer que son: paranoide, esquizoide, esquizotípico, antisocial, limite, histriónico, narcisista, evasiva, dependiente,
obsesivo-compulsivo, cambio de personalidad debido a otra afección médica, no
especificados y especificados. Como podrá observarse, no se incluye el
comportamiento antisocial del adulto. Lo cual reafirma que este se ubica en el
eje I. ¿Por qué es importante esta diferenciación? Pues bien, porque los
criterios diagnósticos del eje II son permanentes y abarcan toda la vida del
sujeto y no como signos o síntomas crónicos o agudos; son permanentes por el
desarrollo de la personalidad. Son patrones de comportamientos duraderos,
permanentes o estables, que solo pueden ser atenuados o canalizados, pero no
eliminados. Ellos no pueden implicar su eliminación como sinónimo de curación;
y una vez establecido, no pude ser eliminado dicho diagnóstico[2].
De lo contrario se contradice la definición de personalidad en la teoría. Al
respecto, Caso (1984) afirmaba:
“La personalidad es la suma estructurada y organizada
de la interacción (influencia recíproca) dinámica de los factores psicológicos
(inteligencia, afectividad, pulsiones, voluntad), espirituales (cualidades
morales) y biológicos (fisiología y morfología) conjuntamente con factores
culturales y sociales, en el comportamiento de la persona humana, que
diferencian a un individuo determinado (pág. 871)”[3].
Diferente
son los diagnósticos del eje I, donde sí se puede eliminar el diagnóstico,
porque el padecimiento puede desaparecer, no importando si este es crónico o
agudo. Es decir, que el comportamiento antisocial del adulto podría manejarse
en remisión o eliminar de dicho eje el diagnóstico, con el paso del tiempo[4]
o una evolución favorable.
Una
segunda pregunta se refiere a ¿qué características tienen ambos diagnósticos?
En general son las mismas, para lo cual trascribiremos ambos cuadros clínicos,
tal como los contempla el DSM-V y que son:
“Comportamiento antisocial del adulto Esta
categoría se debe utilizar cuando el objeto de la atención clínica es un comportamiento
antisocial de un adulto que no se debe a un trastorno mental (p. ej.
trastorno de conducta, trastorno de personalidad antisocial). Los ejemplos
incluyen el comportamiento
de algunos ladrones profesionales, mafiosos o traficantes de sustancias
ilegales” (pág. 414)
Es interesante la indicación, que la definición da,
sobre que el comportamiento antisocial puede estar presente en “…algunos ladrones profesionales, mafiosos o
traficantes de sustancias ilegales”. Lo
cual elimina la opción de hacer sinónimo de personalidad antisocial a la
delincuencia, como parece hacerse con frecuencia en muchos de los psicólogos
penitenciarios o criminólogos de los C.P.R.S. Refiriéndose el mismo a un
comportamiento o a una conducta y no a una estructura de personalidad[5].
La que quedaría ubicada en el eje II del DSM-V y que se anota a continuación:
“Trastorno de la personalidad antisocial.
A. Patrón dominante de
inatención y vulneración de los derechos de los demás, que se produce desde los
15 años de edad, y que se manifiesta por tres (o más) de los hechos siguientes:
1. Incumplimiento de las
normas sociales respecto a los comportamientos legales, que se manifiesta por
actuaciones repetidas que son motivo de
detención.
2. Engaño, que se manifiesta
por mentiras repetidas, utilización de alias o estafa para provecho o placer
personal
4. Irritabilidad y
agresividad, que se manifiesta por peleas o agresiones físicas repetidas.
5. Desatención
imprudente de la seguridad propia o de los demás.
6. Irresponsabilidad
constante, que se manifiesta por la incapacidad repetida de mantener un
comportamiento laboral coherente o cumplir con las obligaciones económicas.
7. Ausencia de
remordimiento[8], que se manifiesta con
indiferencia o racionalización[9]
del hecho de haber herido, maltratado o robado a alguien.
B. El individuo tiene
como mínimo 18 años.
C. Existen evidencias de
la presencia de un trastorno de la conducta con inicio antes de los 15 años.
D. El comportamiento
antisocial no se produce exclusivamente en el curso de la esquizofrenia o de un
trastorno bipolar” (pág. 363).
Inicialmente
es importante pensar de qué manera se puede enfocar la teorización de la
información vertida en el apartado de la personalidad antisocial. Al menos en
el rubro del Comportamiento antisocial del adulto, también se deben contemplar
los puntos indicados del 1 al 7 en el inciso A. ¿cómo explicar que haya dos
diagnósticos muy parecidos? y ¿cuál sería su distinción? En segundo lugar llama
la atención “El comportamiento antisocial no se produce exclusivamente en el
curso de la esquizofrenia o de un trastorno bipolar” ¿Qué significa esto? Es de interés la conjunción de
tres diagnósticos que son: el comportamiento antisocial, la esquizofrenia y el
trastorno bipolar. De acuerdo al DSM-V, ellos son diagnósticos que se asignan
al eje I. Es decir, que se puede diagnosticar trastorno de personalidad
antisocial siempre y cuando no existan trastornos del eje I que justifique su
presencia. Una vez que tales trastornos son eliminados y permanecen los signos
y síntomas del trastorno antisocial de la personalidad, se podría afirmar sin
error, de la existencia de dicho cuadro de la personalidad. Se podría mantener
el trastorno de la personalidad antisocial, de acuerdo al eje II.
Ahora
bien, ¿a qué se refiere en pocas palabras el comportamiento antisocial (del
adulto)? Esto se puede restringir al comportamiento delincuencial. Lo cual es
importante porque coincidiría con una vieja afirmación personal, en relación al
diagnóstico ¿si se desea saber si hay una personalidad antisocial en el
delincuente, hay que eliminar dicha conducta delincuencial y ver que queda? Si
lo que queda son las características de la personalidad antisocial, es
indudable e inequívoco, que el diagnóstico correcto es el de la personalidad
antisocial. Pero al ejecutar dicha acción es frecuente que lo que permanece
puede ser cualquiera de los otros once diagnósticos del eje II. De esta manera,
a pesar del comportamiento antisocial plasmado en el eje I, no puede ser
automática la consignación de la personalidad antisocial en el eje II. De esta
manera se eliminaría la falacia de que el comportamiento delincuencial es
sinónimo de personalidad antisocial como se consigna con gran frecuencia en los
Centros de Prevención y Readaptación Social. Un segundo aspecto a considerar,
es el siguiente: ¿lo aparatoso, grave o dramático de la conducta delictiva es
justificante para designar el diagnóstico, en el sujeto perpetrador del
ilícito, el diagnostico de personalidad antisocial? Por ejemplo, en el llamado
caso del “mecánico asesino”. Este atropello a tres menores de edad, causándole
la muerte y lesionando a una profesora. Pero en su reclusión estaba
relativamente “tranquilo”, solo peleaba en defensa personal, cuando los demás
internos del reclusorio en el cual se encontraba lo agredían. No lo querían
porque había matado a niños inocentes. Uno de los participantes y líderes
negativos de una banda dentro del reclusorio, que robaba, golpeaba, lesionaba y
extorsionaba a internos y familiares de estos o bien traficaban con drogas e
incluso llegaron a amenazar a autoridades institucionales. Con el tiempo, al
desmembrarse dicho grupo delictivo, mantenía su enojo, oposición,
resentimiento, rebeldía hacia las figuras de autoridad. Pero ya no peleaba,
aunque en sus antecedentes cuenta con múltiples cicatrices por lesiones con
arma de fuego o armas punzo cortantes. Decía que esperaba su cambio a un
CEFERESO, reclusorio federal de alta seguridad, porque ahí sí podría cambiar y
ser externado de manera anticipada. Salvo sus características personales ya
mencionadas, se podía hablar con él sin grandes conflictos. Ello no evitaba su
comportamiento amenazante, pero tenía conductas amables y bien dispuestas. En
su historia de vida fue militar de carrera, aceptando las normas rígidas y
duras del ejército. Provenía de una familia de militares y en la infancia,
antes de los diez y seis años de edad, no hay información relevante de conducta
antisocial, excepto una riña en la primaria, por lo cual fue expulsado de dicha
escuela. Un tercer caso es de interés. Un delincuente[10],
acusado de secuestro, se le consideraba peligroso. Por lo cual es preguntaba,
¿Por qué se le calificaba de tal manera si no hacía nada en la reclusión? La
respuesta era sencilla: Tenía que compurgar cincuenta y cinco años de
sentencias cortas, contando en ese momento con cuarenta y ocho años de edad. En
su delito se afirmaba que llevaba en la cajuela de su automóvil diez mil
cartuchos útiles, metralletas “cuerno de chivo”, y pistolas, además de cometer
delito de secuestros. Dado que tenía procesos pendientes en el Estado de México
y en el Distrito Federal, efectivamente era cierto que el no saldría vivo de la
cárcel, por lo tanto se transformaba en alto riesgo, porque le convenía fugarse
o al menos tratar de evadirse. Pero nunca lo hizo[11].
Ahora
es tiempo de pensar en la distinción entre ambos diagnósticos: personalidad
antisocial y comportamiento antisocial. La distinción básica radica en el
término personalidad y comportamiento. El primero implica la durabilidad de
dichas características, en tanto que el segundo se refiere a la temporalidad de
este. La conducta puede ser cambiada en su totalidad, en tanto que la
personalidad solo puede atenuarse, pero no cambiarse en su totalidad. Lo cual
es demostrable en el análisis clínico de casos, donde incluso el comportamiento
antisocial desaparece después del tratamiento psicológico. En dos casos en
exinternos: el primero pandillero, consumidor de múltiples sustancias,
delincuente en robo, extorsión, riñas, lesiones, tráfico de drogas, etcétera.
Asociado todo ello a una neurosis de ansiedad, caracterizada por temores
indefinidos, ansiedad generalizada, miedo y temblores de origen psicógenos. Al
conocerlo su psicólogo, el primer pensamiento era de qué compurgaría el total
de su sentencia Sin embargo fue preliberado y su farmacodependencia remitió, al
igual que la sintomatología neurótica y su conducta delictiva[12].
Terapéuticamente los motivos inconscientes que determinaban sus características
personales fueron trascendidos. En el segundo caso ocurrió lo mismo, su
conducta delincuencial o para y antisocial remitió. Como común denominador de
ambos casos, los motivos determinantes se encontraban desde la infancia.
Al referirnos a la
infancia, es tiempo de analizar el inciso C de la clasificación diagnóstica del
DSM-V, que dice “Existen evidencias de la presencia de un trastorno de la
conducta con inicio antes de los quince años”. En el primer caso descrito, su
farmacodependencia se inicia aproximadamente a los ocho años de edad. Y en el
segundo la vagancia comienza como a los ocho años de edad. A partir de entonces
se deriva el resto del comportamiento delictivo, para y antisocial que
presentaban. En ambos casos parece darse la razón al DSM-V, puesto que el
inicio de la conducta se da antes de los quince años. Pero, aquí es de
importancia analizar los motivos de inicio de la conducta antisocial. El que se
inicia en la drogadicción, lo hacía para defender a su familia. Sus tíos
acostumbraban golpear al interno, a sus hermanos y a su madre. En su
adolescencia, consumiendo drogas y estando intoxicado se enfrenta a su tío y le
dice que tomara represalias contra el si continua tratando a golpes a su
familia. El tío solo le dice que era un “vicioso” y deja de golpearlos. En el
segundo caso, la vagancia se inicia cuando sorprende a su madre teniendo
relaciones sexuales con su padrastro, escena que parece observar y con la que
se excita[13]. A partir de tal
experiencia no quería llegar a su casa, adhiriéndose posteriormente a pares
negativos, pandillas e iniciando en el consumo de sustancias. Tal vez, muy
diferente de otro caso, que a los seis años agrede a su profesora de primer
grado. Esta lo reprende y como le disgusto el llamado de atención, solo espero
el descuido de la maestra y de manera inesperada le muerde el hombro, lo cual
origino su expulsión de la escuela primaria. Años después, como a sus treinta y
cinco años de edad, afirmaba su enojo porque la directora de la cárcel en que
estaba recluida, se había ido. El decía que ella era muy “mala”; y esperaba
solo el descuido de vigilancia para agredirla y matarla. Después de todo en su
vida de pandillas ya había matado a muchos, incluyendo policías. El pertenecía
a los “Marasalvatrucha”. En su vida personal, afirma que existen pruebas
fotográficas de su personalidad. Había sido retratado por su familia, cuando
estirando su cuello iba a morder a los adultos, tal como lo hizo con su maestra
de primaria. Además, a los seis años se incorpora a los “Marasalvatrucha”. Con
ello seguía el ejemplo de su familia, ya que sus hermanos y primos se habían
integrado a dicho grupo delictivo; muchos de ellos estaban muertos o en
prisión, mientras otros seguían en la banda. En los Estados Unidos de América,
se relaciona con padillas llegando a ser segundo líder de una “clica”. No quiso
ser el primero porque ello lo quitaría de la acción- Por eso prefería que otro
fuera quien diera las ordenes y el solo ejecutarlas con el grupo que comandaba.
Afirmaba que no le importaba la posibilidad de que lo mataran, pues tal vez
estaba destinado a ello. ¿Con mayor certeza, en él si se puede afirmar que su
personalidad corresponde a los rasgos antisociales? ¿Por qué la duda? ¿Por qué
solo rasgos y trastorno de personalidad? Porque a pesar de estar en un módulo
de conductas especiales, para personas de alto riesgo, no generaba conflictos.
Lo cual se está seguro no se mantendría de estar con la población general.
Regresando
a los casos anteriormente expuestos, es importante considerar el inicio dichos
casos arriba mencionados. Hay un motivo que determina la aparición de la
conducta anti y para social, es decir los signos y síntomas del inciso A de la clasificación diagnóstica del DSM-V en
su primer apartado. Todos ellos pueden ser asignados a los casos mencionados,
pero los motivos, a los ocho años diferenciados a través del análisis,
contradicen la denominación de Henri Ey (2006) de:
“…Paso a la acción… acting out… no se trata de un acto
simbólico aislado, sino de una realización completada y repetitiva…” (pág.
331).
Carácter fundamental en la conducta o
comportamiento de la personalidad antisocial, de esa manera se da y como se
señala no hay simbolización del mismo. En cambio en el menor que no quería
encontrarse de nuevo con su madre y su
padrastro, pierde el tiempo vagando por las calles para evitar llegar temprano
a casa y toparse de nuevo con la experiencia que lo preocupaba. Andando en la
calle se llega a reunir con los grupos de usuarios de drogas y por un tiempo el
no consume las drogas. Pero lo que había visto en su casa no se le olvidaba,
hasta que un buen día, uno de sus “amigos” le ofrece las drogas, con las cuales
al menos temporalmente, mientras duraba el efecto, no se acordaba de lo que
había visto en su casa. Por último, al involucrase en las relaciones sexuales,
como adolescente, sabía lo que había visto en su casa, pero al tener relaciones
sexuales eso no importaba ya. En el sujeto que enfrenta a su tío, como tuvo un
propósito y sirvió para ello, su consumo de drogas lo continúa de manera
habitual. Cuando se enfrena a la muerte, cuando casi lo matan, después de
matar, degollado, a su hermano, se desencadena la ansiedad. Pero al reprimir el
recuerdo de dicha experiencia, se crea la neurosis de ansiedad. La cual se complica
con un segundo motivo: él se siente culpable, porque el día que mataron su hermano, el lo había invitado a su casa,
al bautizo de su hija. Recuperados ambos motivos, mediante el análisis
personal, desparece los síntomas emergentes de la neurosis de ansiedad. En
ambos casos, se inicia la abstinencia del consumo de drogas, no por petición de
su psicólogo sino por iniciativa propia, manteniéndose y dando lugar a su
preliberación[14]
posteriormente. Su conducta delictiva también había remitido. Aunque jóvenes,
parece que habían evitado el destino señalado por Henri Ey (2006)[15],
la muerte prematura. Ambos tenían entonces menos de treinta años de edad.
Propositivamente
se introducía un término en el párrafo anterior: el análisis. Técnica de
tratamiento, basado en los conceptos psicoanalíticos, que dieron permeabilidad
al mismo; generado cambios. Pero si ambos casos hubiesen sido antisociales,
contradecirían la teoría, pues no fueron refractarios al tratamiento
psicológico. Lo cual por teoría así se ha establecido, que el antisocial es
refractario a cualquier tipo de tratamiento psicológico. Por la técnica usada,
también podemos decir que se pudo establecer una transferencia positiva, que
permitió que los sujetos fueran susceptibles de influencia terapéutica por su
psicólogo. Lo cual, según la teoría, no es posible en los casos de personalidades
antisociales (Kernberg, 1999). La indiferencia y frialdad, así como el
desprecio por la vida de los antisociales no está presente. Más bien, parecen
ser de los sujetos con comportamiento antisocial del adulto de Henri Ey (2006)
de tipo delincuencial neuróticos, que son como sigue:
LA DELINCUENCIA NEURÓTICA. La familia aparece aquí
menos traumatizante… Los problemas son menos aparentes. La delincuencia se
manifestará por mecanismos de defensa con paso a la acción, revelando
hostilidad inconsciente hacia el padre, las rivalidades entre los hermanos,
protesta contra la mala conducta de una madre, etcétera (pág. 336).
Continuado
el análisis de la información, relacionada con el diagnóstico: sí los criterios
diagnósticos son casi los mismos, ¿en que radica la diferenciación diagnóstica?
Indudablemente en una sola de ellas, la durabilidad y estabilidad de sus
características de personalidad. Estables y perdurables lo son en la
personalidad, no en el comportamiento. Lo que parece perdurable o estable en el
comportamiento, en realidad solo podría corresponder a la cronicidad. Más aún,
lo crónico, con el tratamiento adecuado puede desaparecer. Toda la conducta
antisocial puede remitir y en ese sentido se podría asociar esto a la “curación”.
Esto hace válida la estrategia diagnóstica, al menos dentro de los delincuentes
y farmacodependientes, quitar “dichos cuadros clínicos y ver lo que resulta”.
En resumen arbitrario, quedaría solo cuatro opciones: neuróticos, psicóticos,
orgánicos o antisociales; más esto es importante, porque permite el diagnóstico
diferencial. Saber que tiene el paciente o delincuente para tratarlo
adecuadamente. De esta manera se cumpliría una consigna establecida para el
tratamiento: si se sabe que tiene el sujeto se le puede tratar adecuadamente.
Su contraparte sería, tratamiento sin claro diagnóstico, no se sabe que se
hace, pero tratamiento no lo es.
Basta
de teoría, es momento de retomar la clínica de las entrevistas o estudios de
personalidades de los Centros de Prevención y Readaptación Social donde se
consignan con frecuencia personalidad antisocial, en caso que cuentan con
familia primaria y secundaria completa, esta es integrada y funcional, sin
consumo de alcohol o drogas, sin antecedentes delictivos, con únicas parejas
sexuales, con buenas relaciones intrafamiliares, primodelincuentes, sin
tatuajes o perforaciones y buenos estudiantes o trabajadores. En pocas palabras
sin contaminación social. Parece exagerado y en efecto lo es, pero hay
múltiples casos así consignados. Por esto se cuestiona ¿antisocial? ¿Qué los
antisociales no son conflictivos? O ¿dónde está lo antisocial como personalidad?
Pues además, aún no son considerados delincuentes, son presuntos culpables,
puesto que inician proceso jurídico y su condición delincuencial no se ha
establecido. Y de momento los datos de la entrevista de ingreso o estudio de
personalidad como procesado, no da elementos para consignar la conflictividad
del sujeto. Y aún más, si son farmacodependientes, se asigna la existencia de
una familia integrada y funcional en farmacodependientes múltiples y no importa
si solo hay consumo de marihuana. ¿Ese calificativo de integrados y funcionales
en los núcleos familiares, son reales en casos de drogadicción? Si así lo
fuera, sería comprensible, porque en un caso de posible preliberación se
designa como tutela del mismo, a la madre de familia. Su función es contener al
interno y conducirlo por el comportamiento adecuado, a fin de evitar la revocación
de su beneficio de libertad anticipada. Más, profundizando la entrevista y la
historia familia, en un caso, se encuentra que dicho núcleo familiar cuanta con
cuatro hijos, incluyendo el interno, que son consumidores importantes de drogas
y los cuatro han estado en reclusión o están en reclusión. ¿Cuándo hubo
contención por parte de la familia y de dicha madre de sus hijos? ¿Es posible
que esa calidad de contención que se requiere la pueda haber en el futuro? El
interno mismo verbalizaba que no le interesaba el tratamiento, ni los
beneficios institucionales, que conocía, y si estaba dispuesto a compurgar su
sentencia en la totalidad de la misma. En otro caso, ¿realmente la familia
funcionaría para la contención del interno? Su vida de drogadicto y delincuencial
(robo) se incio con el padre. Además en cierta ocasión, el interno y otros
amigos de él, llegan a su casa y llevan a la familia de paseo, a la playa,
rentando un camión de pasajeros para tal excursión. El dinero para esas
vacaciones había salido de los robos del interno y sus amigos. La familia lo
sabía y lo compartía con gusto. Era ¿cómplice o tolerante de la conducta del
interno?
Cotejando la conceptualización de la
personalidad antisocial en Henri Ey (1976), señalaba que los antisociales se
involucran en tantos problemas o consumo de drogas, que fallecen jóvenes por
sobre dosis o porque los mataron. Sin embargo en los Centros de Prevención y Readaptación
Social con frecuencia hay delincuentes y farmacodependientes de más de cuarenta
años de edad, que fueron diagnosticados como antisociales. Por esto de nuevo se
vuelve a la pregunta inicial ¿personalidad o comportamiento antisocial? De
acuerdo a Enri Ey (1976) como es posible que dichos pacientes hayan sobrevivido
tantos años si son antisociales. Cuando, incluso, algunos refieren períodos de
estabilidad y de comportamiento adecuado; pocos, pero algunos de ellos tienen
carreras universitarias inconclusas, habiendo abandonado su formación
profesional por su consumo de drogas, adhesión a pares negativos o agudización
de conducta conflictiva; otros tienen períodos de desarrollo laboral adecuado y
productivo en subempleos o trabajos establecidos, con acercamiento a sus
núcleos familiares. Su conducta inadecuada es resultado de una reiterancia
conductual periódica.
Otro
caso de interés, lo es el denominado por la prensa como “el mecánico asesino”,
el cual provocó la muerte de tres menores de edad, al atropellarlos con su
camioneta. Una criminóloga entrevistada en televisión afirma que probablemente
su conducta delictiva está motivada porque es una personalidad antisocial. Pero
conocido el caso, se puede deslindar que el diagnóstico real es el de una
personalidad limite y el comportamiento delictivo se da bajo a presencia de un
estrechamiento de la capacidad de conciencia. Reporta que todo a su alrededor
se oscurece y solo ve como en especie de tubo la persona de a maestra, de una
escuela de preescolares, con la que había tenido conflictos por dos años, y de
lo cual había enterado a las autoridades competentes. Sic. “Nadie hizo caso y
si la quería matar, por eso avance mi vehículo para atropellarla”.
Afortunadamente para ella, solo la golpea y lesiona. Desafortunadamente para
los menores, ellos estaban frente a la camioneta y fueron arrollados, lo que
les ocasiona la muerte. Sin embargo, años después los mismos psicólogos del
reclusorio afirma que el esta “tranquilo”.
De
interés es también el nuevo trabajo a desarrollar (Enero de 2016), en el Centro
Preventivo y de Readaptación Social Otumba Tepachico, en el módulo de conductas
especiales (conocido como la Roca). Retrae el recuerdo que desde un año antes
se conocía dicha área. En alguna ocasión, como parte de la certificación del
mencionado Centro Penitenciario se recorrió este. Los internos eran ubicados
uno en cada celda, con limitaciones para distracciones y prohibición de la
interacción entre ellos. El inmueble se caracterizaba por su escasa iluminación
y gran humedad. Más, el interés no son las instalaciones, sino las
características de los recluidos en esta sección del reclusorio. Todos ellos se
consideraban como problemáticos, con múltiples reportes o traslados a
diferentes centros de reclusión del Estado de México y de la República Mexicana.
Al revisar los casos en 2016, son sujetos con tentativas de fugas de otros
penales, incitación a disturbios dentro de la cárcel. Múltiples reportes,
traslados o conducta inadecuada persistente. Traficantes de drogas en el
interior de su reclusión o en el exterior de ella. Asociados a grupos
delictivos como los Beltrán Leyva, Los Templarios, La Familia Michoacana,
etcétera. Sujetos que tiene capacidad para formar grupos delictivos en la
reclusión, que ejercen la extorsión, el robo, las amenazas a internos y
familiares de internos o problemáticos a la misma área de vigilancia del penal.
Algunos consumidores de drogas, pero otros no. La mayoría de ello
diagnosticados como personalidades antisociales. Pero con características de
ser primodelicuentes, por el proceso que se llevaba en su contra, pero no por
su conducta[16].
Después de todo, ya decimos que de manera habitual, a partir de su detención se
involucran en diversos delitos o conducta inadecuada. Pero se decía ¿con
familiar primaria y secundaria adecuadas o con relativa adecuación?
Con
respecto a la última pregunta, hay que recordar tres casos específicos, pero no
los únicos por supuesto, estos son: A un interno problemático, que incluso en
reclusión roba dinero a su padre y lo amenaza con una “punta”, se le decía “…y
el burro hablando de orejas”. Comentario derivado de que su esposa, al
visitarlo en la cárcel le reclamaba, “X ya pórtate bien, ve como estas”. Pero
ella tenía tres hijos, el mayor del interno, y los otros con hombres
diferentes. Era consumidora de cocaína y con uno de sus concubinos tráfico con
drogas. Dicho sujeto era distribuidor de drogas y como ella tenía un físico de
adolescente y como mujer muy atractiva, la vestían de colegiala y la ubicaban
cercas de una escuela para lograr la venta de drogas. En su vida personal, ella
vivía con dicha persona, para de esa manera obtener las drogas que requería de
manera “gratis”. En un segundo caso, esposa del interno, se afirmaba que ella
fue desalojada de su casa, porque el arrendador no aceptaba el descuido de sus
hijos, pues ella tenía varias parejas, bebía con frecuencia. Además de haber
coparticipado en conducta delictiva, relacionada con la extorsión de personas,
que eran realizadas desde el interior del reclusorio. Ella participaba en el
cobro de tales extorsiones. El tercero, relataba un día, que después de asaltar,
el interno y otros familiares y amigos, regresan a su casa con un camión
foráneo de pasajero, para llevarse a toda su familia a pasear a la playa. La
madre y la esposa sabían de tal conducta del interno y de que este se había
iniciado en los robos y en las drogas por su padre. Información que por mucho
tiempo no refirieron en las entrevistas del área de psicología.
Informalmente se afirmaba, en relación a
dichos casos de los internados en el módulo de conductas especiales, que muchos
de ellos están bien en la reclusión, a pesar de que dicen lo contrario. Pero,
sí ellos estuvieran en el exterior, son casos que probablemente ya los habrían
matado. La condición de seguir vivos es el estar recluidos en la “Roca”.
Algunos eran buscados por bandas delictivas contrarias, para privarlos de la
vida, pero al entrar a la cárcel, ya no se les hizo nada. Esto también se
piensa, se podría extrapolar a los internos en el módulo de conductas especiales.
Su conflictividad en el interior del penal, implicaba la opción de que fueran
asesinados[17],
lo que no ha ocurrido porque se encuentran ubicados en la “Roca”. Parece que
ahora, el vivir está condicionado por no salir de dicha área del penal.
Transformándose de esta manera la “Roca”, como un área de protección. Aunque
este no es el propósito de la institución y si la percepción de los internos.
Tal vez en algunos casos por eso continúan comportándose inadecuadamente, para
no ser externado de la “Roca”. Sin importar que el objetivo de la institución
sea el de una sanción y mayor restricción por su conducta inadecuada.
Por
las condiciones de módulo de conductas especiales, algunos internos afirman que
dicho lugar se transforma en la zona más cara para la corrupción, afirmación
sin comprobación oficial.
Realizando
la evaluación de los internos de la “Roca”, surgen como primeras
características de personalidad, la rigidez y el control de sus afectos, a
pesar de ser tan agresivos, su capacidad de planeación y organización, les
permitió involucrarse con frecuencia como cabecillas de grupos para y
antisociales en la reclusión o en el exterior a ella. Siendo interesante
revisar los expedientes en relación a diagnósticos previos, siendo el común
denominador la personalidad antisocial. De acuerdo a esta clasificación
nosológica es importante la cita siguiente:
“…el comportamiento antisocial (en el caso de la
personalidad antisocial) podría resumirse en una frase: el paso a la acción se
desencadena en el sujeto como una respuesta siempre a punto para ciertos
estímulos… se trata de una conducta con respecto y hacia los demás, como si el
acto dirigido hacia el exterior constituyera… la única vía de descarga de la
tensión interna” (pág. 331).
En
un sujeto, en el que se observan, en la administración de los test psicológicos
de Bender y Habitat, que hay secuencias rígidas y semirrígidas[18]
y en el segundo los bloqueos afectivos[19],
se dará ese “…paso a la acción”, en realidad no. La organización, que implica
la planeación y la anticipación estarían en contradicción con ese “…paso a la
acción”[20].
Entonces se puede concluir, de acuerdo al DSM-V, que se trata de un
comportamiento antisocial, pero no de una personalidad antisocial.
De
acuerdo a esto, no es difícil que se encuentre el diagnóstico de personalidad
antisocial en un caso de secuestro, que portaba en el baúl de su automóvil diez
mil cartuchos útiles, pistolas y armas de las llamadas “cuernos de chivo”, con
un mínimo de cincuenta y cinco años de prisión, que le impedirían salir con
vida de reclusión. Pero ¿qué había pasado después de trece años en dicho
sujeto? El afirma estar tranquilo en la reclusión, tener trece años sin
reportes y estar resignado a vivir en la cárcel sin opción de externamiento.
Que el afirmara, que respetaba a los custodios que no se corrompían,
obedeciéndolos en todo lo que le decía; pero que solo obedecía a los que si se
corrompían, haciéndoselos saber y sabiendo que no se merecían su respeto. No
tenía conflictos desde hace muchos años con los internos, porque cree se ganó
el respeto, no el miedo, de la población. Mostrando agrado y placer, porque su
expsicólogo le había dicho que le agradaba verlo y que se veía “tranquilo” y
“relajado” después de tantos años, trece. Afirmaba que pensó solicitar que de
nuevo fuera su psicólogo, pero sabiendo su responsabilidad en el módulo de
conductas especiales, no procedió con tal inquietud, permaneciendo con su
psicólogo asignado. Entrevistándose con su expsicólogo para saludarlo y
comentar lo mencionado en este párrafo. ¿Acaso el trabajo trece años antes
había provocado la remisión del comportamiento antisocial? ¿Contrario a la
teoría, era un caso de personalidad antisocial en el cual el tratamiento había
tenido efecto? ¿O que paso con la personalidad antisocial? ¿Su estancia por
once años en un CEFERESO, había logrado la permeabilidad al tratamiento de un
antisocial? El interno solo comentaba, que trece años antes incluso pensó en
suicidarse, no valía la pena vivir si no iba a salir de la cárcel, además de
que sabía que su familia lo abandonaría en reclusión de manera definitiva. Pero
ahora dice que ya no piensa en la muerte y aún quiere seguir viviendo, a pesar
de que tiene aproximadamente siete años que no tiene visita familiar[21].
Su preocupación es como trabajar sin generar conflictos, para contar con el
material de limpieza y para su vida personal mínimo indispensable. Por esto se
atrevía a solicitar a la directora del penal una dotación de implementos
personales de aseo. Consciente de que no es una obligación, aunque sabe que
apoyo ella a otro interno, que se lo den. Consciente de que si no se cumple su
petición, con conducta adecuada continuara manteniendo su tranquilidad en la
reclusión; esforzándose por mantenerse en la cárcel. Ampliando el caso, se
puede decir, que de nuevo funciona el taller de costura en la cárcel, en el
cual se integra de inmediato. Un día en visita a dicho taller, suspende sus
actividades, se acerca y saluda cordialmente a su expsicólogo, mostrándole lo
que hace. Se despide, se aleja de los demás internos y continua con su trabajo
de costura. Los responsables de la industria penitenciaría y responsables del
taller de costura, lo tienen en importante consideración por ser un buen
trabajador con el cual no tienen conflictos.
Ahora
es conveniente retomar el análisis de un caso que se definía como personalidad
antisocial. La primera crítica que se hacía al respecto, coincidía con el
cambio de diagnóstico, denominándose como una personalidad obsesiva, para el
eje II y se mantenía el de comportamiento antisocial del adulto en su eje I,
con una farmacodependencia a cannabis y cocaína, en grado de dependencia, en
remisión parcial en entorno controlado. Como características sobresalientes, no
solo está el consumo excesivo de drogas, también lo está su participación en el
tráfico de sustancias, tanto en el interior como en el exterior de la
reclusión. Los robos fueron de manera habitual, sin consecuencias legales,
tanto en la reclusión como fuera de ella; solo en su encarcelamiento se podría
agregar la extorsión, las riñas, el golpear a otros internos. En sus
antecedentes de vida, se encuentra que a los doce años abandona la casa
familiar, vagando en las calles, como “niño de la calle”, por cierto tiempo.
Refiere que la primera vez que asesino a una persona sentía curiosidad por lo
que vería en el muerto. Después de ultimarlo, solo rodeaba su cuerpo
observándolo y afirmando no haber sentido nada. Un largo comportamiento
inadecuado, caracterizado por la meticulosidad, el control y la represión de
las emociones. Pero “acting out”, por supuesto que no. En una de sus riñas,
afirma que le reclama a un interno el maltrato que este hace de su concubina.
Como lo reta y lo contraagrede, le da un “cabezado” y lo golpea. Sabiendo de
antemano que ello le costaría un castigo dentro de su reclusión. En cuanto a su
delito, de secuestro, homicidio y violación, este fue en agravio de una mujer
menor de edad, de nueve años. La dinámica del delito consiste en sustraer a la
menor de la escuela primaria a la que ella asistía, pues conocía a la víctima.
Convence a su maestra y directora a medias, pero logra sacar a la menor.
Caminando por un paraje, detrás de la occisa, un testigo, un menor de edad, lo
ve con la víctima antes del homicidio. En determinado momento la estrangula con
un cordón, quitándole de tal manera la vida. Acto seguido, se semidesnueda,
después de haber procedido al desnudamiento de la víctima inerte. Penetrándola
vaginal y analmente. Su vida y la dinámica delictiva parece justificar el
diagnostico de personalidad antisocial, pero su proceder no lo justifica y si acerca
más al de personalidad obsesiva. En este punto es de importancia volver a la
teoría, en este caso con Henry Ey (2006), quien en su tratado de psiquiatría
cita:
“El carácter “sadomasoquista” refleja la estructura de
la organización somatofísica del estadio anal. Es con frecuencia ambivalente
(doble componente sádico y masoquista). Los neuróticos caracteriales de este
tipo son a la vez crueles, formalistas y duros, por una parte, y buscan el
fracaso, la sumisión y el envilecimiento por la otra. Más raramente existen
tipos netamente diferenciados en el sentido de caracteres sádicos (agresivo y
dominador), o de caracteres masoquistas (pasivos y timoratos)” (pág. 386).
Destacando
de la cita, que “…son a la vez crueles, formalistas y duros, por una parte, y
buscan e fracaso, la sumisión y el envilecimiento por la otra…” características
esenciales en la personalidad del sujeto a que se hace referencia. Que coincide
con su forma de ser, tanto en su conducta para y antisocial, como en la
ejecución del delito, este último matizado de crueldad. El buscar la sumisión,
también se puede observar en la relación que mantiene con su concubina e hijo
mayor. Cuando el interno habla por teléfono con su concubina, siempre le pide
que lo comunique con su hijo. Como es frecuente que este se niegue, a pesar de
no estar ocupado, el “formal y cortésmente” le pide que hable con su hijo para
que le conteste y el haga lo que ha dicho y pensado que es mejor para él.
Combinar
la teoría con la descripción lograda por el discurso del sujeto permite
encontrar el sustento teórico que permite el entendimiento del caso. Esto
ocurre nuevamente con otro sujeto diagnosticado como personalidad antisocial. Diagnóstico que se
modificó[22]
al de una personalidad obsesiva con componentes paraoides, de acuerdo al DSM-V.
La teorización de Henry Ey (2006) dice:
“La proyección es… negación de la tendencia interna
mediante la atribución de dicha tendencia a otro; ejemplo: <<no soy yo el
que tiene sentimiento hostiles, es que el otro me persigue>>. Se trata,
por tanto, del mecanismo fundamental de la tendencia paranoica,…” (pág. 382).
Su
comentario, del interno, al cual se hace referencia aquí, en general, es: todos
son de lo “peor” (negligentes, corruptos, ignorantes, miedosos, etcétera). Y
ese es el motivo por el cual, él se rebela contra ellos. ¿A quién se refiere
aquí el sujeto? Pues especialmente a la figuras de autoridad, representantes de
la institución donde está recluido. Son ellos contra él. Pero es curioso, que en
otra época de su vida estuvo sujeto a una autoridad más rígida y severa aún, el
ejército; en el cuerpo de paracaidistas, considerado como la élite del ejército,
lo cual fue confirmado verbalmente por el mismo sujeto. Desde su ingreso, la
bienvenida era “dura” y consistía en arrojarlos el primer día de su ingreso,
desde la plataforma de diez metros, en la alberca. Esto era para “foguear” al
candidato para su ingreso al ejército. Pero su vida militar no empezó ahí. Ya
que su padre era militar, del cuerpo de paracaidistas y contaba con múltiples
familiares, tíos o primos, con carrera militar. Entonces su vida militar fue de
toda su vida. En su relato en entrevista individual, surgen en su relato dos
hecho extraño El primero consistió en que su padre no quería que entrara al
ejército y se opuso a ello. En lo cual, por supuesto, el interno no obedeció. Afirma que después, este, estaba
orgulloso de sus logros. El segundo hecho se relaciona con su comentario de:
ser como Bind Laden, para arrojar una bomba en el reclusorio y que todos
fallecieran. ¿Por qué identificarse con Bind Laden? El siendo militar, no
necesita ser como dicho personaje, para cumplir su fantasía de matar a todos.
La desobediencia y rebeldía de dicho personaje permite una relación similar
hacia las figuras de autoridad por identificación. Quienes fallecerían al
arrojar la bomba, manifiestamente, serían los internos y las figuras de
autoridad. Pero, sí su antagonismo tiene que ver con las figuras de autoridad,
¿Cuál es la importancia de los internos? Hipotética y simbólicamente, puede ser
el deseo de muerte hacia los hermanos. Pero también puede ser una desfiguración[23]
por desplazamiento[24].
En realidad no son importantes los internos, sino solo las figuras de
autoridad, con las cuales se da abiertamente el antagonismo. De esta manera se
atenúa dinámicamente la importancia de las figuras de autoridad y se da una
elaboración secundaría[25]
que permite ocultar detrás de un símbolo[26]
a quien se dirige la agresión, el padre. Esto último, da sentido a su actual y
gran preocupación, su temor de que su padre, de más de ochenta años, es casi
seguro que fallecerá. Lo cual se vuelve de gran importancia para él y lo
desestabiliza psíquicamente. Al grado de deprimirlo y pensar que si ello
ocurriera, la vida para él no tendría sentido. Pues afirma amar profundamente a
su padre[27].
Aquí parece que la realidad amenaza con que su deseo se vea cumplido[28].
Por ello se da su comportamiento. De esta manera es comprensible uno de los
castigos por los cuales fue sancionado en el módulo de conductas especiales del
reclusorio en el cual compurga su sentencia: Un día, mientras un interno que
apoya a servicios generales realiza reparaciones cercas de su celda, es
golpeado en la boca por el interno. Saco su mano por entre la reja y le golpea
sangrándolo. La agresión manifiestamente es hacia el interno, pero no se
refiere motivo. Parece más un acto extraño e impredecible, pero solo si no se
considera que al lado de tal interno estaba una persona del área de vigilancia.
Por último, en este caso es de interés retomar su idea de arrojar la bomba, la
cual parece extraña. Ello evidencia conducta, pensamientos y sensaciones
extrañas y de extrañamiento, que parecen hacer referencia a una experiencia
delirante primaria. Misma que habría que descartar, quedando solo la
personalidad obsesiva. Esto es de importancia, pues de coincidir lo obsesivo y
lo paranoide, la patología sería de mayor gravedad y por lo tanto de mayor
dificultad para su tratamiento[29].
Dos
de los internos diagnosticados como personalidad antisociales son de interés,
por la elaboración de sus pensamientos. Uno en proceso por casi diez años y el
otro sentenciado por casi quince años. El primero con delito de secuestro,
afirmaba en una sesión que el solo se incrimina en el delito. Le dice a la
policía que el cometió el ilícito. En sesiones subsecuentes se aclara dicho
proceder que parecía asegurar su condena. En realidad el partía del supuesto
que la autoincriminación no es válida legalmente para una sentencia
condenatoria. Más bien, se dio cuenta de que su abogado llegaba, declarándose
culpable del secuestro antes de que el este presente, por breves minutos el
abogado no estuvo presente. Con ello espera evitar la sentencia por su delito.
Se inculpo en ausencia de su abogado[30].
El segundo caso, siempre discute su aceptación del delito de homicidio, de la
víctima de un secuestro. Con la certeza de que no será juzgado ni sentenciado.
Lo cual es real. No se podrá localizar el cadáver nunca. El afirma lo
desaparece de tal manera que nadie podrá encontrarlo. Pero, ¿cuál es la
finalidad de incriminarse el del homicidio? En la actualidad se tiene la
hipótesis de que es un distractor, para no analizar el delito de secuestro.
Después de todo, él no está sentenciado o en proceso por el homicidio y si fue
procesado y sentenciado por el delito de secuestro[31].
BIBLIOGARAFIA
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MTRO. PS. ALEJANDRO FABELA ALQUICIRA
C.P.R.S. Otumba Tepachico
jaliscoafa@yahoo. com.mx
[1]
Con respecto a Sigmund Freud, se mantienen los años originales, en los cuales
el autor publico sus escritos, correspondiendo estos a la traducción de José
Luis Etcheverry, del 2006.
[1]
Hace varios años, tal vez diez, se discutía con el ponente de un curso de
actualización en diagnósticos clínicos. Pero en tal ocasión el ponente desconocía
el diagnóstico de comportamiento antisocial del adulto. ¿Por qué se insistía en
tal diagnostico? Ello se hacia en razón del cuestionamiento del razonamiento
lógico de “delincuente entonces personalidad antisocial”. En realidad se
consideraba que podía haber delincuentes con otro tipo de cuadro clínico de
personalidad. Diferenciando claramente de la conducta delincuencial como
entidad nosológica.
[2]
Algo tan frecuentemente observado en el trabajo clínico de los reclusorios. Un
psicólogo establece la personalidad antisocial y tiempo después lo elimina, en
especial cuando el caso tiene una opción de preliberación. O bien, aunque había
otros diagnósticos, cuando determinado psicólogo retoma el caso, hace el cambio
correspondiente, asignado el de personalidad antisocial. Observando la
presentación de los casos en un consejo técnico interdiciplinario, nadie
menciona dicho diagnóstico; ni hay referencia al motivos de su eliminación o
establecimiento. Explicable si se consideran los perfiles de los profesionistas
que integran dicho consejo técnico que son: profesores, trabajadores sociales,
abogados, médicos o alguna otra licenciatura. Con respecto a los psicólogos
asistentes, como no corresponde a su caso clínico, no tienen participación
alguna, excepto la del representante del departamento de psicología de la la
institución; cuyo objetivo no es cuestionar los diagnósticos. Su objetivo es
evitar la preliberación el interno en cuestión, en caso de observar una
evidente falta de trabajo psicológico, tanto cuantitativa o cualitativamente; o
de carecerse de los trámites administrativos pertinentes; por ejemplo, un
cambio en los riesgos institucionales de alto a bajo, sin pasar por el riesgo
medio. Solo en una ocasión, el representante legal de la institución pregunto
¿Qué había ocurrido con el diagnóstico inicial de un interno de personalidad
antisocial?.¿Por qué se le había quitado? La respuesta fue: durante diez meses
que tardo el tratamiento, se tuvo presente las características de la
personalidad antisocial, de acuerdo al DSM-IV y no las tenía el interno. Al
insistirse en el ¿Por qué se había dado tal diagnóstico? Ahora se puede afirmar
que se debía a quien diagnóstico no sabía de diagnósticos o bien, de manera
irónica, porque en su vida personal se tenía como antecedentes haber sido
policía judicial.
[3]
Caso Muñoz, A. (1984) Fundamentos de psiquiatría. 3ª ed. México. Limusa.
[4]
En pocos casos, pero posible, se puede observar que la edad o el deterioro
físico y mental del sujeto, puede atenuar el comportamiento antisocial.
Peyorativamente se decía, ya no tiene fuerzas para seguir delinquiendo.
Características que en la evaluación del riesgo social debe ser considerado.
Sin importar la edad, hay internos que tendrán la fortaleza para volver a
delinquir.
[5]
Parece ser que el diagnóstico conjuntado de comportamiento antisocial más
trastorno de personalidad antisocial es factible, estando cada uno en su
correspondiente eje diagnóstico de acuerdo al DSM-IV, que en este caso serían
eje I y eje II respectivamente. De esta manera es válida la propuesta del texto
de “…comportamiento antisocial de un adulto que no se debe a un
trastorno mental
(p. ej. …trastorno de personalidad antisocial); es decir, que puede haber
delincuentes sin que se les asigne el diagnóstico de personalidad antisocial.
[6]
Impulsividad en el sentido de que no admite la demora de sus impulsos,
necesidades o deseos; y no como en el sujeto con dañó neurológico, que no puede
controlar sus impulsos porque hay una ejecución conductual automática, que no
tiene freno conductual neurológico: por ejemplo, el sujeto que se pelea con
otro y refiere: sabía que estaba noqueado e indefenso, pero no podía detenerme
de seguirlo golpeando. Para detenerme fue necesario que un amigo detuviera mi
brazo.
[7]
Ya que la personalidad antisocial no medita lo que desea hacer, sino solo lo
ejecuta en el momento en que se da la oportunidad. Ellos se da actuación por lo
que se denomina “acting out”.
[8]
Sin confundir esto, con la represión, negación, evitación, intelectualización o
racionalización del sentimiento de culpa. Para experimentar sentimiento de
culpa o remordimiento, habría que suponer que el sujeto cree que hizo algo
inadecuado, que no había razón para dañar a otros o aceptar que hay cosas que
no se deben hacer. Dilema que no esta presente en la personalidad antisocial.
Pues él solo se deja llevar por sus impulsos o necesidades personales y no por
las sociales. No las toma en cuenta ni le interesan.
[9]
Poco elaborada. En realidad al antisocial no tiene interés en justificarse.
[10]
Nuevamente se tuvo conocimiento de este, después de casi diez años, 01/03/2016.
[11]
De interés es su evolución en tratamiento psicológico. No asistía a
tratamiento, excepto cada seis meses. En dichas ocasiones se mostraba agresivo,
retador, oposicionista y reclamaba, ¿Por qué se le atendía? La respuesta fue
muy sencilla: Se le pregunta que si no es de la población asignada a su
psicólogo, a lo que responde afirmativamente; la contra respuesta fue que el
psicólogo estaba acostumbrado a atender a toda su población, por ello se le
citaba. La segunda pregunta para él fue ¿Qué no es usted un ser humano?,
nuevamente afirma con un sí; y el psicólogo le contesta que el atiende a seres
humanos, por ello se le atiende. Curiosamente, no volvió a faltar a sus citas,
dos individuales por semana y una sesión grupal. En alguna de las sesiones
lloró porque perdería a su esposa, con posibilidad de libertad anticipada. El
día que se le ve, después de trece años, se dirige a su psicólogo sic.
“psicólogo, usted es X (nombre de su psicólogo), soy Y (nombre del interno)”.
Se le contesta que sí afirmado su nombre de pila. Solo sonríe y dice que
querría hablar con él. Que incluso había pensado solicitar que ahora se le
asignará de nuevo como psicólogo. Su semblante, su actitud totalmente diferente
a cuando se le conoció trece años atrás. Su solicitud no la hizo porque sabía
que ahora el psicólogo está asignado al módulo de alta seguridad y conductas
especiales de manera exclusiva, lo que ahora él sabía. Es interesante destacar,
que antes de dejar de verlo, en sesión psicológica, cuando lloró, se le decía
que debía apoyar a su esposa si la quería, como él lo afirmaba. Ella tenía
posibilidad en la vida y no debía egoístamente sacrificarla porque él no tenía
opciones. No contesto nada más. Tiempo después pidió apoyo, para que ante la
dirección del centro de reclusión, se gestionará una solo y última entrevista
con su esposa, aceptando todas las condiciones para la seguridad de él, de ella
y del reclusorio. La entrevista se llevó a efecto. Tiempo después fue
trasladado a un CEFERESO, donde estuvo recluido por once años.
[12]
Los motivos personales eran básicamente tres: El primero favoreció el inicio de
su drogadicción y mantenía el consumo de drogas. En su infancia, sus tíos
golpeaban a su madre, sus hermanos y a él mismo. Pero un día estando
intoxicado, se enfrenta a su tío, amenazándolo con contragolpearlo, sí
continuaba con dicha conducta hacia su familia. A partir de ahí, no fueron
nuevamente maltratados. El segundo, se relacionaba con la muerte de su hermano,
al cual degollaron. El semiinconsciente logro escapar, no así su hermano.
Motivo suficiente para sus temblores y ansiedad, pues estuvieron a punto de
matarlo. Y el tercero, su sentimiento de culpa, porque al hermano lo matan el
día que él lo invita a su casa, para el bautizo de su hija. Aclarándole que él
no tenía ninguna responsabilidad y su hermano sabía las consecuencias de sus
actos que lo llevaron a la muerte. Tiempo atrás, atraído por una mujer se la
lleva a vivir con él. Pero ella era la “chica de la banda”, por lo cual la
banda contraria jamás se lo perdono. Por ese acto estaba sentenciado a muerte y
esta se ejecutó el día que fue a la casa de su hermano. El mismo lo sabía y el
interno, pandillero, sabía que lo que había hecho su hermano era imperdonable,
además, efectivamente estaba condenado a muerte.
[13]
Existe la posibilidad incluso de que se haya masturbado, hipótesis no
confirmada en el análisis.
[14]
En la sesión posterior e inmediata a la negación de su preliberación, el
interno se presenta a sesión y primero que menciona es su enojo contra su
psicólogo por no tener la libertad anticipada. Señalando de inmediato que ello
no importa porque continúa interesado en lo que sabe a partir de análisis, lo
que vio con su madre y padrastro y las consecuencias de ello en su conducta.
[15]En “la evolución de la vida de un… psicópata es de los
más variable; sin embargo, hay un rasgo que la domina y le confiere cierta
unidad: esta vida de aventuras, en las que lo trágico alterna con lo
pintoresco… raramente supera los primeros años de la madurez. Suele terminar
bruscamente, o bien
se petrifica en una figura estable patológica o criminal, en casos
más raros evoluciona favorablemente” (pág. 336).
[16]
En realidad hay falta de investigación de sus antecedentes, son
primodelincuentes porque los detuvieron y procesaron, más en su vida, después
de cierto tiempo de entrevistas subsecuentes, se encuentran que ya incluso
habían sido procesados o sentenciados por otros delitos; ampliar su historial
personal, en su vida de adolescentes o de niños ya hay conductas delictivas. La
característica de tal conducta es que no hay consignación ante las autoridades.
El haber sido recluido en los tutelares para menores se oculta o como no se
preguntó ellos no dan espontáneamente dicha información. La familia no es
frecuente que conozcan su conducta delictiva, suponiendo solo que su
problemática es exclusivamente el consumo de drogas.
[17]
Cansada la población de su conducta delictiva en el interior del reclusorio, es
posible que se organicen para terminar con dichos grupos delictivos. De un caso
reciente, algunos integrantes de ese grupo dicen que sabían que la población de
internos ya estaban listos para matarlos. Así mismo de que conocen la amenaza
que pesa sobre ellos si son externados del módulo de alta seguridad. Como están
recluidos en la “Roca” hasta las armas punzo cortantes con que los internos se
habían preparado fueron entregadas. Ya no había motivo para tenerlas o agredir
a los integrantes de la banda delictiva.
[18]
Características frecuentes de las características obsesivas compulsivas. Las
cuales implican el control, la planeación y anticipación, del carácter
obsesivo.
[19]
Que consiste en la alineación de los círculos que corresponden a las personas
importantes para el sujeto evaluado, relaciones de dependencia estrecha por
aglomerar los círculos realizados o enlazados los círculos marcados por una
línea al círculo central. Rasgos comunes en los obsesivos compulsivos.
[20] Henry Ey (1976) afirmaba: “…el acto (el
comportamiento antisocial de la personalidad antisocial) es… inmediato, sin
mediación del lenguaje: oposición terca, crisis o gritos, cólera y golpes…
siendo el sujeto incapaz de explicar su gesto…” (pág. 332).
[21]
En la última visita, su hermana le dice, que la visita anterior, fue la última
que le dio su hermano y que no regresaría más. Además, para ella, esa era la
última visita que le daría; tampoco ella lo volvería a visitar. Esto tenía una
motivación real, ya que sus hermanos eran mayores que el interno, de más de
sesenta y cinco años de edad. No solo no regresarían, sino que no habría quien
los llevará, por ello se dio termino a las visitas.
[22]
El diagnóstico es fundamental, ya que de ello depende de la manera en que se
lleve a cabo el tratamiento. Freud (1920) afirmaba, que es vital el
establecimiento de un diagnóstico preciso y previo al tratamiento.
Informalmente, en las clases a nivel licenciatura de Psicología, impartidas pr
un servidor: tratamiento sin un adecuado diagnóstico, no se puede saber que
sea, pero tratamiento seguro no lo es. Aquí es fundamental, el comentario de
dos psicólogos, de reclusorios, quienes afirman que dieron los diagnósticos, de
pedofilia y antisocial respectivamente; para no ser molestados con el
diagnóstico. Pero ¿quién los podía molestar? Acaso los médicos generales, los
abogados, e incluso los psiquiatras u otros psicólogos. Que importa. Como se le
afirmaba a uno de los psicólogos, esto implica introducirse en el terreno de la
ética profesional, ya que no se puede hacer diagnósticos a petición de segundas
o terceras personas (Caso, 1984; Kolbs, 1992), aunque estas sean autoridades
legales. Lo que guía el establecimiento de un diagnóstico es el conocimiento de
la psicopatología y psicodinamía de la personalidad que el psicólogo clínico
está obligado a poseer.
[23]
Freud 1900, 1926.
[24]
Idem.
[25]
Ídem.
[26]
Idem.
[27]
La conducta y los pensamientos del interno parecen aludir al mecanismo de
autorreproches y autorrecriminaciones de los melancólicos. Ver Freud, S. (1917). Obras completas:
Duelo y melancolía. (José Luis Etchevery, trad.). Buenos Aires. Amorrortu. vol. 14.
[28]
Freud, 1900, 1926.
[29]
A modo de especulación, la dificultad estriba en que de hecho el obsesivo ya es
desconfiado, suspicaz e interpretador; pero el paranoide lo es aún más. Tampoco
hay que olvidar la dinámica de la personalidad de ambos trastornos. Su
estructura implica el carácter anal (1905), cuya zona erótica por excelencia es
el ano. Estructura dinámica compartida en la formación militarizada por su
rigidez y control obsesivo. De esta manera no hay que omitir dinámicamente su
relación con la homosexualidad o las tendencias homosexuales inconscientes. El
amor entrañable hacia el padre no puede estar exento de esto. Con ello se
involucra otra característica más del interno, que se refiere a su ambivalencia
hacia el padre y sus subrogados, las figuras de autoridad. Por último, cabe
destacar, que la madre hasta el momento en que se da el análisis del interno no
se encuentra presente. Recordatorio similar al del caso Schereber, analizado
por Freud (1911).
[30]
De interés es el análisis del mismo, para ver la dinámica personal atrás de la
conducta delictiva. La vida del sujeto.
[31]
La dinámica del interno también es de interés.