Redactar un pequeño poema retomando la lectura de "El Lobo" sobre El encuentro de este con el Santo San Agustín, fue rápido y por ello la primera publicación el Sábado 28 de Enero de 2017, el cual puede ser consultado en este blogger. Es momento de continuar la revisión de tal ¿Reclamo?, para lo cual hice una elaboración de la "ferocidad" de las personas privadas de la libertad, analizadas por un servidor, en el tratamiento psicológico que se proporciona a las personas recluidas en una institución penitenciaria. Y que es como sigue:
¿”ACTITUD
DE FIEREZA”?
MTRO.
PS. ALEJANDRO FABELA AQUICIRA
jaliscoafa@yahoo.com.mX
¿De dónde surge el presente RECLAMO? De una breve platica con una
psicóloga del CPRS. Ella consideraba que para un servidor sería de interés y
agrado la historia de San francisco de Asís y el lobo. Por ello se dio la tarea
de buscar dicho texto y leerlo. Esta lectura la utilizaba en el tratamiento a
sus propios internos en tratamiento, muchos de ellos privados de la libertad
por el delito de secuestro. Al conversar sobre esta temática, se hacía
interesante la lectura, de la relación del Lobo y el santo Francisco de Asís.
La historia más o menos iba así: El Santo fue llamado para ver a un lobo feroz,
que asolaba una determinada comarca. Mataba a los animales de los aldeanos, los
agredía a ellos mismos y les provocaba enorme pérdidas económicas y gran temor.
El Santo fue al bosque a buscarlo y después de un peligroso y breve encuentro,
lo pudo convencer de cambiar. Siendo ahora un dócil animal, que entro al pueblo
al lado del Santo. Todos estupefactos lo aceptaron, pues la fiera había cambiado.
Por determinados motivos, el Santo debió ausentarse del pueblo, dejando solos a
los aldeanos y al lobo.
Al regresar el Santo a la aldea, fue incriminado del comportamiento del
lobo, de nuevo su ferocidad había aparecido y grandes estragos daba a la
comarca. El Santo se encamina de nuevo al bosque y al encontrarse con el Lobo,
tiene que enfrentarse a su ferocidad. Pero el Santo le reclama su proceder,
cuando él ya había cambiado y había sido aceptado por los aldeanos. Ante esto
el Lobo contrarreclama, que tuvo que ser de nuevo el Lobo feroz, por el trato
que recibió cuando el Santo se fue de la aldea. Casi de inmediato los aldeanos
fueron quienes lo agredían y maltrataban. Hasta que cansado de ello, se rebela
y agrede también. Había vuelto a ser de nuevo el fiero animal. Conocido esto,
el Santo se va y deja en paz al lobo feroz.
Se podría asociar esta historia, a la de los internos de un reclusorio,
en especial al llegar a la cárcel. Cuando fueron aprendidos fueron golpeados,
vejados y torturados. Situación que genera gran resentimiento hacia sus
captores, pero que se generaliza hacia la sociedad en su totalidad. Incluso en
un centro de reclusión, al llegar un interno particular, se le compara con un Lobo;
desaliñado, sucio, con el pelo largo y sin arreglo, daba efectivamente la
impresión de estar ante un animal salvaje. De ahí que los demás internos lo
apodaron “El Lobo”. Pasado cierto tiempo de recuperación, el interno tiene un
semblante diferente. Con mejor aliño, el pelo recortado y bien peinado, era
otro ser humano. Sin embargo su comportamiento no había mejorado. Tantos
conflictos generaba hacía vigilancia y hacia los demás internos, que fue
trasladado de urgencia. Pesaba sobre el la amenaza de su vida o de su
integridad personal. “El Lobo fue cambiado de jaula”. Situación con buena
regularidad. Cada interno que es problemático en exceso, es cambiado de centro
con prontitud. Motivo por el cual tiene múltiples traslados, reportes de
indisciplina, aislamiento en celdas de contención o en módulos de conductas
especiales. Pero nada de ello permite la mejoría de su conducta. En realidad
muchos de ellos dicen tener la fórmula para lograr lo que quieren: privilegios
o traslados. Esta es incrementar o mantener el inadecuado comportamiento.
Ejemplos de tales conductas es azotar la reja de sus celdas, golpear a los
internos o custodios que se les acercan, escupir a notificadores, pelear con
otros internos, corromper, autoagredirse, etcétera. En el 2001, un interno lo
podría resumir con facilidad. Él recomendaba a su psicólogo que lo apoyara para
ser trasladado. Rectificando esto de inmediato. Señalando que su psicólogo no
debía preocuparse, pues el sabía cómo sería trasladado de inmediato. Bastaría
con golpear uno de “azul”,
“picar”
a uno de “beige”
o amenazar la integridad personal de uno de “negro”.
Ahora se puede incluir una opción más, que es: crear la sospecha o intentar la
evasión de centro penitenciario. Cuando esto fue comunicado a las autoridades
del reclusorio en cuestión, se dio su traslado por la noche y de manera
inmediata. Vale la pena recordar algunas características de dicho sujeto. Él se
paraba en el patio del penal, entre dos muros de la construcción. Al encuestar
dicha conducta decía que de esa manera se protegía. Tenía tres muros a su alrededor
y solo al frente se tendría que cuidar. ¿Qué conducta tan paranoica? Conducta
salvaje pero consciente ya que así lo expresan los sujetos asignados al módulo
de conductas especiales o de alta seguridad. Lo cual abre una hipótesis en
relación a su conducta. ¿Si ellos no generan conflictos en los módulos de alta
seguridad es porque así lo han deseado?
Hasta el momento se puede decir que se ha analizado la conducta
emergente de los internos considerados como problemáticos Más cuando se avanza
en el análisis de los casos, se plantea el maltrato infantil, e incluso el
abuso sexual, de que fueron objeto dichos internos, por parte de los familiares
y la sociedad. Lo cual inicio el resentimiento hacia las personas que los
rodeaban. No solo fueron marginados, sino que un día se enteraron de que sus
madres incluso no los desearon e intentaron abortarlos.
Ante eso se podría recurrir a un viejo adagio del argot popular: “La
mula no era arisca, los palos la hicieron así”. Y en psicología se puede
recurrir a una pequeña formula del acontecer psicológico que es: el
resentimiento genera el deseo de venganza, de retaliación y de desquite; ello
sin importar “quien se los hizo, sino
quien se los ha de pagar”. A partir de ahí se vuelven problemáticos en la vida,
“unas verdaderas fieras” se diría en la historia de san francisco de Asís y el
Lobo feroz. Una similitud más con el relato del Santo se da en su incomprensión
de los motivos de la conducta de su familiar. Solo reaccionan de manera
particular a ella. Por ejemplo, cuando Nestor, un interno recluido por robo,
golpea a su padrastro con un cordón y con puntapiés. El padrastro primero lo
golpeaba y la madre del interno incitaba dicha conducta. Cuando el interno
despoja al padrastro del cordón y contragolpea, la madre se detiene en su
incitación. Diciéndole a su pareja que se retire y ella cambia su forma de
hablar y su tono de voz, tratando de entender que había ocurrido con su hijo.
Cuando en una segunda ocasión se enfrentan madre e hijo, esto se da porque el
roba dinero en efectivo a su padre biológico, enfrente de su madre. Cuando ella
trata de intervenir, el solo la confronta con las palabras siguientes: “No
intervengas madre o es que harás de nuevo lo que hiciste una anterior vez”. ¿A
qué se refería el interno? Pues bien, a la defensa de su padrastro, cuando
el interno lo golpeo. Una vez terminado
el enojo que desencadeno la conducta agresiva del interno, el solo pensó para
sí mismo. Qué bien lo que había ocurrido, pues a partir de esa fecha nadie le
decía nada. Llegaba tarde a su casa, se dedicaba a la vagancia, a las drogas y
al robo si obtener reprimenda por ello. Los que lo rodeaban lo habían dejado en
paz y no lo molestaban. ¿La mula aprovechaba lo arisca que se había vuelto? Lo
mismo comentan los internos de los módulos de conductas especiales. Con su
conducta agresiva lograban que sus familiares, los técnicos y vigilancia les
den lo que desean. Consideran que la fama que hicieron soportan las
consideraciones hacia ellos. Con tal de que no hagan escándalos, tienen
garantizados lo que desean. El ser “ariscos” o “problemáticos” encierra un
simbolismo y una ganancia secundaria por el síntoma. La “fiereza” que
demuestran se vuelve una verdadera “actuación” en su vida. Conducta muy similar
a la ocurrida entre los niños, menores de edad. Ellos hacen berrinche, gritan o
lloran todo lo que pueden a fin de lograr de los padres lo que desean. Estos lo
justifican: ante la pena del espectáculo que se desarrolla en la calle, en los
centros comerciales, en las fiestas, ante una audiencia concurrida, les dan lo
que desean. Logrando de esa manera contener el acceso de “fiereza” presente.
Ello con las consecuencias para su vida. Cada vez que requieren de esa
“actuación” estarán dispuestos a representarla. Él porque, pasado el acceso
“vergonzoso” dicen los familiares, se les ve con toda la tranquilidad, como si
nada hubiera pasado. De esta manera seda el enfrentamiento con uno de los
internos problemáticos. Este se enoja y amenaza con la agresión. Trata de
alcanzar los papeles de su psicólogo con la intención de romperlos porque no
desea que este siga escribiendo. Se retiran los papeles lo suficiente para que
no los alcance, se está de pie sin escribir, pero a distancia prudente, en
espera de que vigilancia se lo lleve. No se elabora reporte alguno por dicho
episodio de furia. Tiempo después, coinciden en la hora de entrevista del
interno con su criminóloga y en otra mesa, con la entrevista del psicólogo
citado con otro interno. Dice que de reojo observo la entrevista y concluyo que
no había burla del psicólogo, sino que era su forma de trabajar. Por lo cual se
disculpa con un apretón de mano. Dando ello como consecuencia un mayor dialogo
en las entrevistas subsecuentes. El conflicto había sido superado. En otro
caso, una trabajadora social se enfrenta a las amenazas de muerte del interno
que le toca entrevistar. A pesar de su enojo de la trabajadora social, continua
la atención subsecuente pero con la condición de que este algún custodio
presente. Tiempo después comenta con su psicólogo que fue una reacción
exagerada de su parte y que le pedirá una disculpa a su trabajadora social, lo
cual hace de esa manera. En otra ocasión demuestra a su psicólogo, lo fácil que
es quitarse las esposas. Mostrándose sin ellas cuando el área de vigilancia se
las había puesto. La más clara demostración de la “falsedad de la seguridad”.
De interés es otro caso reciente. Uno de los internos, con un historial
de violencia exacerbada logra contener su agresividad e impulsividad. Él dice
que esto se da a consecuencia de las entrevistas que se tuvieron con él en el
módulo de conductas especiales. Acepto que no debía ser problemático como los
demás internos y que no debía dejar que los otros internos o la misma área de
vigilancia se aprovechará de su conducta “fiera”. A él en realidad no le había
dado ganancias de importancia, pero vigilancia
o los internos había logrado otros beneficios al incitar su conducta
impulsiva y agresiva. En épocas anteriores había golpeado, robado, extorsionado
o se había autoagredido de manera severa en el cuello. Pero como los técnicos
le habían dado una oportunidad, a pesar de sus antecedentes, él debía
corresponder a dicha confianza que habían depositado en él. El trabajo clínico
con el padre, en especial, y con la madre, favorece la contención del interno.
Sujeto rígido que afirma llama la atención a su hijo por consejo de su
psicólogo, para lograr la contención de este. Hijo obediente de su padre,
también ahora obedece a su psicólogo. No solo pide perdón por los conflictos generados
en el pasado, a todos los técnicos que conocía, sino que en una discusión con
otro interno se deja dar dos golpes. Como está interesado en su cambio de
conducta no responde como en otro tiempo lo haría hecho, impulsiva y
agresivamente. Habla con el interno y le recuerda de lo que es capaz y que
ahora no quiere hacer, haciendo comprender de lo inadecuado de su conducta con
palabras. Por último, con otra trabajadora social se enoja y está a punto de
reaccionar según su antigua costumbre, agresiva e impulsivamente. Dice haber
pensado en secuestrar a su trabajadora social en una de las exclusas y
agredirla directamente por lo que había hecho ella. Pero después de enojarse
toma como alternativa hablar con su profesora, con la cual incluso lloró,
quejándose amargamente de lo que consideraba una ofensa para su persona.
Externa su enojo con la jefa de la trabajadora social, manifestando lenguaje
inadecuado ante ellas. No dirigido a ellas, pero si hacia su trabajadora social.
Al parecer una vez más logra contener su ira y su “fiereza”. Después de su
“catarsis” dice sentir agrado porque esta vez en lugar de agredir busco
alternativas diferentes para manejar su malestar emocional. Ahora piensa
pedirle disculpas porque no debió utilizar lenguaje inadecuado ante su trabajadora
social y con quienes hablo. ¿Cuál había sido el motivo de tal enojo? Que su
trabajadora social le dijo cosas inadecuadas que afectaban a su familia, lo
cual el no toleraría. La trabajadora social dice que solo le dijo que no era
“mandadera” de sus padres. Y que ellos no debían haberle dejado con sus
compañeras mudas de ropa para que ella las introdujera en el reclusorio. En
primer lugar porque ella no hace eso; y en segundo lugar porque no es el
procedimiento institucional, que involucra al área de industria penitenciaría o
vigilancia. Observando dichas conductas del interno mencionado, puede decirse
que se había logrado lo que hizo San Francisco de Así, controlar a “Lobo”
feroz. Pero es detenido y aislado. Otra “fiera”,, interno, acude con su psicólogo,
externando su preocupación por su “amigo”. Pide que se le ayude a localizarlo
dentro del penal o donde se encuentra, pues el no sabe a donde lo llevaron los
custodios. Se lo llevaron y desconoce su paradero. Cuando el interno ve al
“amigo” buscado, lo abraza y se observan sus ojos rasados de lágrimas
contenidas. ¿Qué había pasado? En entrevista con una psicóloga diferente, el
interno “desaparecido”, relata su experiencia. Casi se involucró en una riña,
en donde pudo haber heridos como mínimo sino es que algún muerto. Otro interno
lo reta y lo amenaza con una “punta” en su mano. El estaba desarmado, pero
recordó dos cosas: la primera, que ya en el pasado había enfrentado situaciones
similares; una vez más porque no hacerlo, volver a pelear, confiando en su capacidad para ello y
pensando que volvería a ganar; sin importar que por ello tuviera que matar al
otro interno. En dicho caso podría enfrentar un nuevo proceso y tl vez una
nueva sentencia que complicaría su situación personal dentro de la prisión.
Ahora había sido acusado de homicidio en reclusión. Sus segundos pensamientos,
fue recordar lo que había trabajado en el área de psicología, lo que lo detenía
de ir contra sus promesas personales, hechas ante su psicólogo y su padre;
comportarse correctamente y controlar sus impulsos. Sabía de lo que era capaz y
que no tenía miedo. Esto motivo que hablara con el otro interno, llegando al
común acuerdo de que no habría más problemas. Cuando fue liberado, acudió en
busca de su psicólogo, pero al no encontrarlo fue con la jefa de este, a la
cual también conoce desde hace varios años. Le externa su molestia y enojo
exacerbado, sus pensamientos homicidas y su interés por no hacer lo que dice
sabe hacer muy bien: agredir y lesionar. Una vez más, afirma haber podido
contener sus impulsos, buscando nuevas alternativas en su vida y en su
reclusión, para excluir de estas su agresividad y su falta de control de los
impulsos. ¿Acaso la “fiera” seguía controlada?. Lo que si es seguro es que
estaba haciendo cosas que regularmente no haría. Señala que por ello sentía
agrado y estaba consciente de que a pesar de lo hablado con el otro interno no
se debía descuidar ni creer que todo había terminado con dicha plática. Ahora
se “cuidaría la espaldas” por si las dudas.
En continuidad del caso, en Marzo de 2017 el interno es trasladado a
otro centro penitenciario. La situación no había sido controlada y la amenaza
estaba latente. Al salir de observación el otro interno afirmaba que buscaría
la continuidad de la riña, además de que los “amigos” de este podría en grupo
buscar al interno. Información confirmada por el “amigo” de nuestro interno. Él
también se veía amenazado y al parecer ya había tenido un enfrentamiento con el
agresor. Decía que no era justo lo que había pasado: tanto por el traslado de
su “amigo” y la permanencia del agresor en el centro en que se encontraban.
Consideraba que siendo él el agresor, no le habían hecho nada. Como por la
provocación hacia su “amigo”, cuando él se esforzaba por comportarse
correctamente. Consideraba que cumplía en las áreas y se encontraba “tranquilo”
en su reclusión. Esfuerzo que incluso a él lo había motivado a acercarse al
interno provocado y al igual él se había podido tranquilizar. Este era el
motivo por el cual el lo consideraba su “amigo”. Con respecto a él mismo afirma
no le importa la posibilidad de un proceso más o una sentencia por homicidio,
después de todo tiene setenta años de prisión y está seguro que no saldrá vivo
de la cárcel. Por esto espera que a la mínima provocación el si matará al
interno provocador. A él no le asusta la cárcel ni el que pueda morir. En su
historial personal, se refiere como se dedicaba al narcotráfico y como fue
sicario de otras personas, por lo cual ya había matado a más de una persona. En
Estados dos Unidos ya había sido recluido por varios años. La cercanía entre el
interno agredido y su “amigo” era lo que parecía motivar, para que el otro
interno lo molestara y lo cual no estaba dispuesto a tolerar.
Un interno diferente, problemático en extremo, al grado de que sus
propios compañeros de reclusión no lo soportaban. No lo agredían en grupo, no
se ponían de acuerdo para matarlo y con ello solucionar el problema que
representaba para los mismos internos. ¿Por qué no hacían eso que sería fácil
si se ponían de acuerdo más de un interno? ¿Por qué tolerar a la fiera? Incluso
en historias similares a parte de la de San Francisco de Asís se puede dar.
Cuando la comarca esta “harta” de la fiera, se ponen de acuerdo y no descansan
hasta darle caza y exterminarlo o al menos se contratan a alguien para que
proceda a acabar con su problema. Un ejemplo en la reclusión podría ser si se
da por cierto una versión extraoficial. Durante un motín, en un reclusorio, una
banda delictiva interna fue seguida por los demás internos para acabar con sus
integrantes. Decían que traían una lista con los nombres de los integrantes de
la banda para matar a uno por uno. Que el motín no era importante en sí, sino
localizar a los integrantes de dicha banda y exterminarlos. Tiempo después, si
alguien relacionaba a un interno con dicha banda, ellos lo negaban
enfáticamente. El segundo caso fue el de otra banda interna, en donde se
determinó trasladar a los principales integrantes que comandaban a la misma. Lo
cual se hizo hasta que se desintegro dicha banda. En ambos casos, los
integrantes de ambas bandas estaban fuera de control, en relación a robos,
extorsión y agredir a internos y familiares de estos; tráfico de drogas,
amenazas a autoridades o técnicos de áreas de la institución; tráfico de
influencias, conformación de grupos de poder, etcétera ¿Las fieras habían sido eliminadas o
controladas? Pero no olvidemos al interno que, motiva los presentes
comentarios. ¿Qué había hecho este? En realidad el comandante del penal en que
se encontraba, decidió permitir la visita extraordinaria, fuera del horario
oficial, a su madre. Llevando a esta hasta la estancia del interno. Además,
después de haberla dejado cierto tiempo con él, llega y le regala un refresco a
su madre. Motivos por los cuales el interno afirmaba que el comandante “se lo
había ganado a él”. Por lo cual él se encargaría de que “su reclusorio”
estuviera tranquilo mientras el permaneciera en dichas instalaciones. Hacía
tanto ruido o generaba tantos problemas entre los internos o contra los
internos, que nadie se atrevía a enfrentarlo. No los dejaba dormir por las
noches por su comportamiento. Volveríamos a preguntar ¿la fiera había sido
controlada? ¿Se había logrado un acuerdo o alianza con la fiera? Con toda su
capacidad intelectual y de organización, un interno conformo su grupo para
traficar con drogas, contrario y competidor de los grupos establecidos y en
comunicación con el área de vigilancia, según se decía. Un buen día dicho grupo
contrario acorralan al interno y lo agreden a golpes y con “puntas”. Por ello
fue lesionado de manera seria. El afirma que se pudo defender , porque los
agresores eran muchos, le habían “echado montaña”, y él se autoprotegio en el
rincón de un pasillo de penal. De esta manera había tenido un muro a sus
espaldas y a su lado derecho e izquierdo. Peleando en su solo lado que era su
frente. Recuperado de sus lesiones se decidió a cobrar venganza, y uno por uno
de sus contraatacantes fue agredido. De
tal manera el provoco las lesiones a diez y seis internos más. Pero, ¿por qué
el grupo agresor no se reorganizo de nuevo y contraataco una vez más?
Otro interno afirma, que de manera similar se defiende contra cinco
atacantes, él estaba en su celda y solo se debía cuidar de la entrada a la
celda. Para esto usaba un palo roto de escoba como una “punta”. Él interno
había impedido que entraran a su celda y de esta manera repelió la agresión. La
versión contraria es del principal agresor, quien afirma que no lo pudieron
atacar y matarlo como lo pensaba hacer, porque no pudieron abrir la reja de la
celda. Las llaves que le habían quitado previamente a un custodio que además
privaron de su libertad, no funcionaron. Una “fiera” se había enfrentado a un
custodio, lo amago, lo sometió y le quito sus llaves, pero no lo lesiono. Acaso
¿no era de interés el atacar al custodio? Siendo ubicado después de tal evento
en el módulo de alta seguridad, solo afirmaba que no lo dejaran regresar con el
resto de la población recluida; él estaba seguro que los agrederia y tal vez mataría al interno que
fue a agredir o a los que lo ayudaron en tal agresión. De compañeros de la
agresión ahora eran los “agravios”
de este interno y por ello pensaba buscarlos hasta que los pudiera matar. Pero,
¿Cómo se había generado tal “agravio”? El interno agresor había sido agredido
por el interno en la celda, golpeándolo y descalabrandolo, por “encargo” de los
que los cuatro internos que lo ayudaron en la agresión. Ellos lo habían ayudado
para amagar al custodio, al que le quitaron las llaves para tratar de matar al
otro interno. ¿Qué ocurría aquí? ¿Era lucha de “fieras”?. Como comunicación
adicional del interno agresor, este refiere que en el exterior era igual de
problemático, perteneciendo a una banda callejera en su colonia.
Algo que en cierto sentido es de interés, entre los técnicos y esa
actitud “fiera” es la conducta de los primeros. Los cuales tratan a dichos
internos con “cuidado” y gran tacto. ¿Para qué? Esa actitud desafiante y
amenazante e incluso las amenazas veladas de manera verbal o a través de la
actitud no son inusuales, en especial al principio de dicha relación
“terapéutica”. Se da con mucha frecuencia y tiene por supuesto un significado.
Entrecomillamos lo “terapéutico”, porque si la relación se da de tal manera
sería cuestionable el tratamiento con tales internos. Técnicamente se diría que
se hace trabajo clínico bajo la contratransferencia negativa; y tratamiento en
esos términos, puede ser cualquier cosa menos tratamiento clínico. ¿Cabría
´preguntarse cuáles serían las características de dichos tratamientos y su
efecto sobre los internos? De ninguna manera serían positivos ni en beneficio
del interno. Un ejemplo es de interés. Una psicóloga penitenciaria
especializada en atención a reclusos muestra sus manos, las cuales temblaban de
manera importante. Eso le provocaba el trabajo en los reclusorios. Temblor que
ella controlaba o disimulaba, entrelazando sus manos, tomando una pluma para
escribir o las ocultaba de la vista del interno. En otro caso, la psicóloga
acude a su jefa inmediata, en el área de psicología, solicitándole de favor que
no le dé, internos del padrón de riesgo; ofreciéndole cambiar estos hasta por
otros cinco internos. ¿Por qué son de importancia estos ejemplos? Porque la
primera actitud de los internos ante los técnicos es de intimidación o
amenazas. Ellos van a probar cómo reaccionan los técnicos ante su actitud de
“fiereza”. Si lo lograron, la intimidación, tendrían ganancias secundarias de
estos. Decía otro psicólogo, le compraría periódicamente sus artesanías para no
confrontarse con ellos y tenernos cercas de él. En el técnico, podría haber
otra actitud diferente. Si él es desafiante, oposicionista, rebelde, su
intimidación padece una formación reactiva. Generando una respuesta de “dureza”
pero en realidad como un mecanismo contrafóbico. Lo cual de ser correcto
implicaría el fracaso del tratamiento, antes de que este se dé.
MTRO. PS. ALEJANDRO FABELA ALQUICIRA
MARZo 05, 2017
jaliscoafa@yahoo.com.mx