sábado, 11 de agosto de 2018

UNA ROSA

Esta pintura corresponde a uno de los primeros ensayos de pintura que realice. en ese momento estaba deseoso de saber como se usa en el óleo las luces, sombras y colores para dar el efecto realista de una pintura. ¿Lo lograría?
con ello cumplo mi meta del mes de Agosto de 2018. Ya había publicado un texto, faltaba la pintura.

UNA ROSA
TECNICA: Oleo sobre tela
41.3cm. X 51.3cm.
FECHA: Marzo, 1995
AUTOR. Mtro. Ps. Alejandro Fabela Alquicira

sábado, 4 de agosto de 2018

Cap. I.- REVISIÓN TEORICA DEL AUTOCONCEPTO d) CARACTERES CONCEPTUALES DEL AUTOCONCEPTO.

Cap. I.- REVISIÓN TEORICA DEL AUTOCONCEPTO

d) CARACTERES CONCEPTUALES DEL AUTOCONCEPTO.


En esta sección es de importancia la conceptualización de Rajabally (2009), que definía al autoconcepto como un sistema. El cual puede ser"...un sistema perceptual aprendido..."[1] o "...una unidad conformada por partes, que se encuentran en íntima y estrecha interrelación e interdependencia dinámica; no siendo una simple reunión de partes..."[2] o si es "...la descripción, la idea o el pensamiento que un individuo haga de sí mismo..."[3]. Es la conjunción de múltiples aspectos en un todo. Pero no como entidades separadas, sino interrelacionadas e interdependientes de manera indisociables. Es decir que es una unidad en si misma. Por esto es una estructura; aunque también puede ser considerada como una subestructura, de la totalidad que es la psíque humana o tan solo de la personalidad. Al respecto Markus[4] cita:

“...estas variables reflejan aspectos del autoconcepto o estructura de la personalidad...” (pág. 458)

Con  ello, al menos sabemos con cierta probabilidad, de que es subestructura, de la personalidad, pero a la vez, es estructura por sí mismo, el autoconcepto. Para ello es importante retomar a Libert y Spiegler (2006) revisores de la aproximación fenomenológista de la psicología de la personalidad, los cuales diferencian entre el yo psicoanalítico y el rogeriano. Para Rogers, el autoconcepto no es una estructura, porque él lo asocia con la persona. Por lo tanto, el autoconcepto no es una estructura psíquica como el yo psicoanalítico que sí es.  Ahora bien, desde los postpsicoanálitas, se considera que el autoconcepto es parte del yo, por lo cual también se le puede concebir como una subestructura. De una manera diferente Vite (2008) señala que el autoconcepto puede ser una globalidad.
Una característica de la concepción del autoconcepto como sistema implica el señalamiento de Ellis and Davis, 2009, quienes afirman al respecto:

“…habiendo cambios en uno o más dimensiones de un autoconcepto, estos cambios afectan la organización total del autoconcepto” (pág. 696).

Esto quiere decir, que además de la interdependencia o interrelación, la movilidad de cada uno de los componentes del autoconcepto se combinan y afectan mutuamente.
Al ser una unidad, no contradice otra característica deslindada de los conceptos de Doméneche (2003), quien afirma:

“...el autoconcepto es un constructo por demás divisible... (...multidimensional[5]...) así, puede tener un nivel alto en unas facetas... y no tan alto o bajo en otras...” (pág. 46).

Es decir, que sin contradecir la indisociabilidad de la unidad que es el autoconcepto, si se pueden diferenciar las dimensiones[6], facetas o rasgos del mismo. Es por ello, el autoconcepto, unidad compuesta de subunidades en sí mismo. Teniendo niveles diferentes entre todas ellas, a pesar de su interdependencia e interrelación. La divisibilidad a la que alude Doménech (2003), es de importancia, por el hecho de que si es divisible en partes, se les puede investigar o estudiar de manera separada. Sin que por ello menoscabe la unidad que representa el autoconcepto.
Postura congruente con la concepción de sistema, de guestal o de una unidad compleja es la de Ellis and Davis (2009); donde un todo se constituye de diferentes partes (dimensiones) en interdependencia e interrelación (Fabela, 1984). Por otra parte, vale la pena señalar, que no solo el autoconcepto se compone de diversas dimensiones, sino que su desarrollo o crecimiento es dispar; e independientemente de tal disparidad, cada uno se afecta y afecta a la totalidad del autoconcepto.
Desde una perspectiva diferente Osman (1988) hacen mención del grado en que los cambios o la manera en que el autoconcepto o la imagen de sí mismo se estructure, influye en el ser humano, al referir que:

“...muchas áreas de la vida de un niño resultan afectadas, incluyendo su papel en la familia, las relaciones con sus amigos, sus hazañas en el campo del béisbol: seguramente se verán alteradas la imagen que tenga de sí mismo[7] y la seguridad en su capacidad para controlar situaciones cotidianas” (pág. 12).

Desde la aproximación cognocitivista de la personalidad, poco se hace referencia al autoconcepto, sin embargo Markus[8], desde su concepción le atribuye al autoconcepto el estatus de estructura, el autoconcepto es un concepto de mayor amplitud e incluye a los autoesquemas.
Importante es también aquí, que ambos términos, autoconcepto y autoesquemas, no son considerados como sinónimos; y que los autoesquemas forman, si no todo, si partes del autoconcepto. Siendo ellos necesarios para la conformación del autoconcepto. Markus señala la relación estrecha entre el autoconcepto y los autoesquemas, siendo estos últimos definidos como:

“...generalizaciones cognoscitivas sobre el sí mismo...” (pág. 459).

Ahora bien, retomar que existe una diversidad de componentes que lo integran, es de importancia, ya que permite diferenciar diferentes aspectos y estudiarlos por separados. Algunas de tales facetas, son lo que Fitts (1965) llamaba el yo: personal, social, ético-moral, familiar y físico. Que integran su marco referencial externo. Del cual en su escala, obtenía un puntaje de evaluación particular para cada uno de ellos.
De una manera diferente, Fitts (1965), se refiere a los aspectos subjetivos con su marco referencial interno. El cual contempla los aspectos relacionados con los pensamientos, las emociones (aceptación o satisfacción) y el comportamiento. De ellos se da una puntuación determinada.
Son de importancia ambos marcos referenciales, por el hecho de que hablan de la interdependencia, interrelación e integridad de los aspectos particulares de cada marco referencial. Así, por ejemplo, de cada uno de los yoes, son enfocados desde los tres marcos referenciales internos. Pudiendo ser dispares en cada uno de los yoes, que conforman el marco referencial externo. Esto refuerza la concepción y la dificultad, de la coincidencia de la realidad con la subjetividad humana, característica definidora del autoconcepto.
Otro autor que hace una conceptualización similar es Rogers[9] quien consideraba, que el ser humano tiene múltiples yoes o autoconceptos[10]. Los cuales no solo están interrelacionados, sino que son objeto del autoconocimiento del mismo sujeto.
Aunque ello parezca redundante. Dichos yoes, los asigna como dimensiones, dentro de las cuales menciona la autoestima, la autoconsideración, el autoconcepto moral, la confianza en sí mismo, el autocontrol, el egoísmo, la autorrevelación, el yo como agente, la autocrítica, la identidad propia y la autorreflexión, de acuerdo a la conceptualización de Jensen et al. (1991). Reafirmándose a la vez con dicha reflexión, la consideración de que el autoconcepto es parte de una totalidad o estructura mayor.
También Roger señala la existencia de un yo real y un yo ideal, que deben ser claramente separados. Aunque en realidad sería más correcto señalar que son un autoconcepto real y otro ideal, a fin de no provocar confusiones con el uso tan difundido del término del yo por los psicoanalistas. En este caso, Báez, Ortiz, Dávila y Núñez (2006)[11] afirman, que Rogers debe ser ubicado dentro de los teóricos que dan las bases de la psicología social. Señalamiento de importancia, porque la concepción del yo entre ellos y los psicoanalistas es muy variada y se presta a confusiones. En todo caso la acepción, de momento más cerca de ellos para el yo sería la del autoconcepto. Aunque parece ser más practico su cambio por el del yo.
A fin de mediar sobre el mencionado autoconcepto, ideal, habría que considerar, desde donde sería establecido el criterio de lo ideal, lo cual desde un perspectiva de la psicología social, lo sería del entorno del sujeto.
Si bien se afirma que el autoconcepto se compone de diferentes partes, interrelacionadas e independientes de manera indisociable, es importante recordar a Gliver (2003), quien cita:

"... como consecuencia de haber perdido el contexto materno que le era propio (el bebe). Parece haber extraviado una parte de sí mismo, y sufrir esta pérdida que aparentemente solo es exterior" (pág.99).

Importante cita, porque parece contradecir lo indisociable. Pero a la vez, por que enfatiza en la conformación del autoconcepto de partes; y de la posibilidad de que algunas de ellas pueden perderse. Esto determina una característica más del autoconcepto, que es variable y que no es absoluto e inmodificable.
En el párrafo inicial de la presente sección, se decía, que no habría seguridad de si el autoconcepto era un sistema perceptual aprendido o un sistema perceptual innato o ambos a la vez. La consideración de solo lo perceptual no permite definirlo de manera adecuada. Aunque lo perceptual es de importancia para su conformación.
En tanto que lo aprendido nos introduce en un proceso, individual y colectivo, sobre todo el del segundo tipo (el aprendido), que no sería posible sin el primero (el innato). Y desde la psicología social[12], se enfatiza en ello.
Desde dicha perspectiva, se puede considerar, que el autoconcepto es una complejidad, en la cual se da la interrelación no solo de partes, sino también de procesos y funciones psíquicas. Todos ellos interdependientes, porque el autoconcepto no existiría sin ellas y estas a su vez no tendrían sentido sin el autoconcepto[13].
Se puede decir, que el autoconcepto es también una organización[14], tanto en la integración como en la integridad de sus componentes, que lo hacen una totalidad o una unidad. También en concepción de algo que da sentido a la estructura. Es por esto un organizador de una particular forma de integrar dicho autoconcepto.
Desde este significado del término de organización, se da otra característica más del autoconcepto: Se le puede considerar como una idea o pensamiento. Llegando con esto a nuestro punto de partida de la presente sección, el análisis de la concepción de Rajabally (2009). De ninguna manera puede considerarse como algo físico, sino más bien como una representación mental, como lo indica el mismo autor y otros más[15].
De La Rosa (1986) dice que el autoconcepto es como una “fotografía organizada” o una gestal[16] organizacional (pág. 16) del sí mismo.
Ahora bien dicha organización no es estática, como lo señalan Ellis and Davis[17] (2009) para quienes los cambios en el autoconcepto, en la adolescencia deben considerarse como un proceso de reorganización, que es expansión y reflejo de self; ocurriendo dicha dinámica o actualización del autoconcepto, tan solo al adquirir el adolescente, en esta edad, nuevas habilidades que son incorporadas a su autosistema y que afectan su autoaceptación. Su interés por estudiar dichos cambios surgió de las contradicciones entre las investigaciones empíricas y teóricas del autoconcepto del adolescente; ya que los primeros plantean que no hay cambios, en tanto que los segundos afirman la existencia de modificaciones en tal etapa.
Una de las citas más completas de la descripción de Ellis and Davis (2009) es la siguiente: 

“Esta noción de asincronía fue importante para la conceptualización de la organización y crecimiento de las dimensiones del autoconcepto en un tiempo. Asincronización del autoconcepto que ocurre mientras ciertas dimensiones del autoconcepto cambian, mientras otras dimensiones permanecen estables. Sin embargo, habiendo cambios en uno o más dimensiones de un autoconcepto, estos cambios afectan la organización total del autoconcepto” (pág. 696)

Se puede concluir que una característica más de este,  es su concepción como un constructo teórico[18]. Como lo indica Rogers[19] en la cita siguiente:

“...el yo y el autoconcepto (los términos suelen emplearse como sinónimos) que es un constructo teórico que alude a la forma en que las personas se ven a sí mismas. Las percepciones que comprende el yo: 1).- se organizan de manera unificada y coherente; 2).- son compatibles (están libres de inconsistencias y contradicciones); y 3).- se integran formando un todo y no solo un cúmulo de  aspectos inconexos...(de Jensen, Huber, Cundick y Carlons, 1991)” (pág. 410).

En resumen, el análisis enfatiza aspectos relacionados, con acciones ejecutadas por un sujeto y dirigidas a sí mismo. Agregando por ello, la caracterización que adquiere la persona e indicadas por la raíz de la palabra compuesta: la autorrealización de Maslow[20], analizada por Markus[21], también asigna otras características al autoconcepto cuando dice que:

“...estas variables (autoeficiencia y autoconocimiento) reflejan aspectos del autoconcepto o estructura de la personalidad...” (pág. 458)

Osman (1988) también retoma el empleo de numerosos términos compuestos, con el prefijo “auto-“, como lo son: autorrealizarse, autoestima, autocompensación, autoprotección, autosuficiencia, autocontrol, autodenominarse y autoevaluaciones. Aunque en ningún caso se les define, por el empleo del prefijo “auto-“, se puede deducir que se refieren a acciones ejecutadas por el mismo sujeto y dirigidas hacia este mismo. Importantes ellas, porque tienen un efecto sobre la propia imagen que el sujeto tiene de sí mismo.
Retomar a Jasper (1921) es de importancia, porque permite incursionar en una característica más del autoconcepto, que emerge a partir de su análisis de la conciencia y específicamente de la conciencia de sí mismo. Este último concepto, cercano a la descripción de sí mismo o al autoconcepto. En la cual se plantea la diferencia entre un fenómeno psíquico y un contenido psíquico. Pudiendo ser el autoconcepto en especial el último. De tal manera se puede hablar de diferentes yoes o autoconceptos. Con ello se puede entonces plantear las diferentes facetas, dimensiones o partes integrantes del autoconcepto.



[1] (Rajabally, 2009, pág. 545).
[2] (Fabela, 1984, pág. 116), Fabela 2005; Markus, citado por Libert y Spiegler (2006).
[3] (Diccionario hispánico universal,  1968;  Fabela, 1984; Grijalbo, 1988; Larousse, 2006).
[4] Citado por Libert y Spiegler (2006), en su texto de “Teorías de la personalidad”.
[5] Ellis and Davis, 2009, apoyan dicha concepción;  Díaz Atienza, 2008; Vite, 2008; Licona, 2008.
[6] Díaz Atienza, 2008; Vite, 2008.
[7] Que en el contexto de la conceptualización puede ser considerada como sinónimo del autoconcepto.
[8] Citado por Libert y Spiegler (2006).
[9] Citado por Libert y Spiegler (2006), en su texto de “Teorías de la personalidad”.
[10] De manera similar, Maslow, se refiere a ellos. Citado por Libert y Spiegler (2006), en su texto de “Teorías de la personalidad”.
[11] Báez, Ortiz, Dávila y Núñez (2006), traductores del texto de Libert y Spiegler, sobre sus aproximaciones a diferentes teóricos de la personalidad.
[12] Libert y Spiegler (2006), en su texto de “Teorías de la personalidad” así lo indica, en su aproximación sociológista, donde aborda a diversos autores como lo son: Rogers, Maslow, Kelly, Tolman, Rotter, Bandura, Mischel, Cantor, Markus, Higgins, Linville, Showers
[13] Tal como ello ocurriría en los animales, que tienen un sistema perceptual y que pueden aprender, pero que no se puede afirmar que tengan un autoconcepto.
[14] Vite, 2008; Licona, 2008; Ellis and Davis, 2009.
[15] José Luis Valdez (1989, 1991 y 1994); Fabela (1984 y 2005); Doménech (2003). Sin por ello restar importancia a lo físico, como lo señala Ey (2006), quien afirma que podría haber una localización neurológica de autoconcepto en el cerebro.
[16] Ellis and Davis, 2009.
[17] Licona, 2008
[18] Fabela (1984 y 2005); La Rosa, 1986; Díaz Loving, Reyes Lagunes, Rivera (2002); Doménech, 2003; Libert y Spiegler (2006); Díaz Atienza, 2008; Vite, 2008; Licona, 2008.                                                                                                                  .
[19] Citado por Libert y Spiegler (2006), en su texto de “Teorías de la personalidad”.
[20] Citado por Libert y Spiegler (2006).
[21] Citado por Libert y Spiegler (2006). Idem.