martes, 4 de septiembre de 2018

PETIRROJO

Pintura al oleo, que realice de manera personal y sin apoyo de maestro alguno de pintura. De los primeros ensayos sin apoyo, estando ya en la ciudad de México. continuaba mi interés por pintar. Y en esos momentos no contaba ya con mi maestro Joaquín.

PETIRROJO
TECNICA: Oleo sobre tela
33cm. X 43cm.
FECHA: Mayo, 1995
AUTOR. Mtro. Ps. Alejandro Fabela Alquicira


Cap. I.- REVISIÓN TEORICA DEL AUTOCONCEPTO d) FACTORES MODIFICADORES DEL AUTOCONCEPTO.


Cap. I.- REVISIÓN TEORICA DEL AUTOCONCEPTO

d) FACTORES MODIFICADORES DEL AUTOCONCEPTO.

Continuando con la revisión de algunas de las características que posee el autoconcepto, nos lleva al conocimiento de aquellos factores que pueden influirlo, modificarlo o que participan en la estructuración del mismo. Y en todo caso, participan en el cambio o determinación del comportamiento, tal como lo afirmaba Fitts en 1965.
Para analizarlos, en esta ocasión, lo haremos desde la concepción del hombre como un ente bio-psico-social.
Dentro de los factores de orden biológico, podemos incluir la imagen corporal del ser humano, sus funciones y las alteraciones dentro de las mismas o su desarrollo.
Díaz Portillo (1998) con suficiente amplitud, afirma que la existencia de:

“…secuelas poliomielíticas, los defectos corporales obvios (enanismo, prognatismo, estrabismo, cifosis[1], escoliosis[2], cicatrices, tumoraciones, falta o malformación de algún segmento corporal o de los órganos de los sentidos, etc.)” (pág. 84).

Son factores físicos u orgánicos que afectan tanto a la autoestima como a la imagen corporal, determinando pensamientos, sentimientos y comportamientos en un sujeto, la autora lo refiere:

“…colocándolo en no pocas ocasiones en condiciones de crítica, discriminación, rechazo, etcétera, todo lo cual pude desembocar en resentimiento, envidias, sentimientos de inferioridad o actitudes de reto autoafirmativo, compensatorio, que a su vez llevan a perturbaciones en las relaciones interpersonales y a desadaptaciones sociales, laborales e incluso sexuales...” (pág. 84).

Posteriormente en su texto, Díaz Portillo (1998) señala, que si bien lo anterior afectaría tanto a la imagen corporal como a la esfera física en general, no es la única ni la más importante influencia. Por esto continúa mencionando:

“...o bien que, dentro de una larga cadena de pérdidas que minan la autoestima y soporte emocional del paciente, una nueva confirme la decadencia física y la derrota ante el mundo”. (pág. 100).

Concretamente se hace relación a las imperfecciones y deterioro físico normal que acompaña a todo ser humano[3]. Las limitaciones de la funcionalidad de los órganos de los sentidos, en especial de la vista y el oído[4]. O bien la manifestación de enfermedades propias de la vejez, como serían la hipertensión, diabetes, osteoporosis, etcétera. El encogimiento de los huesos y el decremento de la estatura o el cambio de la postura totalmente erguida por una encorvada.
Tales cambios son los que Ovidio resumiría en la “vejez prejuiciosa” a la que se refería en su texto de “Metamorfosis”[5].
Dentro de las del orden psicológico se pueden introducir las funciones mentales, las emociones, los trastornos emocionales o la enfermedad mental, los pensamientos y las características del  comportamiento.
De Díaz Portillo (1998), nos interesa una expresión, como lo es “…la derrota ante el mundo” (pág. 100). Ella considera desde el punto de vista psicológico, aquellos aspectos relacionados con la perdida de la capacidad de función del ser humano, al hacerse viejo. O bien por el incumplimiento de las metas que se había trazado y que ahora, en la etapa tardía de la vida ya no puede resolver, no tiene la capacidad para realizarlas o le son limitadas en extremo las oportunidades, le dan la sensación de fracaso o derrota. Cuestión que tiene un efecto sobre la autoconcepción que el sujeto tenía de sí mismo.
Desde una perspectiva diferente, como lo son los poetas y los literatos, nuevamente se pueden abordar los caracteres del autoconcepto de tipo psicológico. Por ejemplo, en Alvarez e Iglesias, (2007). En sus comentarios de la “Metamorfosis”, que comprende los libros I al VII de la obra de Publio Ovidio Nasón cita:

"El hombre, pues, al mirarse, no mira otra cosa que una sucesión de alteraciones que lo arrastran inconteniblemente hacia la amargura del aniquilamiento..." (pág. IX).

Continuando, "...que hoy lo arrastra inconteniblemente hacia... el aniquilamiento...", habría una relación muy lógica con el párrafo anterior ya referido anteriormente. Más cuando se introduce en la cita la palabra "amargura", el sentido de la oración cambia. Ahora referirse a la resistencia o a la negativa del hombre al enfrentarse a su aniquilamiento, su muerte, que necesariamente llegará con la vejez. La "sucesión de alteraciones" a través de la vida del hombre son evidentes, siendo las más marcadas en los extremos de la vida del hombre, la niñez y la vejez. Físicamente hay cambios, al igual que conceptualmente; aunque estos últimos menos evidentes.
Pero retomando la mayor parte de la introducción de Alvarez e Iglesias (2007), nos señala las transformaciones, metamorfosis, de dioses, semidioses y hombres, por múltiples motivos. Pero siempre metamorfosis por amor, odio, deseo, etcétera, por la pasión humana o divina, de los cuerpos de estos; permaneciendo tal pasión o como una forma diferente de cumplirla[6]. Lo que es cierto aquí es que los sentimientos son de importancia, porque también afectan al autoconcepto. Alvarez e Iglesias (2007) introduce la importancia de la emociones para determinar el autoconcepto. De momento, de manera específica de aquellas que se asocian con la senectud, como son: la soledad, la tristeza o la depresión, los sentimientos de fracaso o inutilidad, etcétera. Las cuales acompañan dicho período de la vida[7]. Aunque no son exclusivas de ella.
En un estudio más reciente sobre dos emociones de importancia para el hombre, como lo son la envidia y los celos Reidl (2002), afirma:

“…celos y envidia… amenazan la autoestima… (pág.151).

Determinando sus características particulares, dependen del sexo y la cultura de los sujetos estudiados por Reidl (2002). Menciona que el mexicano es inseguro de sí mismo por su carácter celoso y con ello se decrementa su autoestima.
Retomando a Rogers[8], hacer la diferenciación entre el yo ideal y el yo real[9] es de importancia, ya que entre mayor semejanza se da entre ellos, se da mayor valía y satisfacción en la vida que tendrá el sujeto. En caso contrario, la insatisfacción con la vida estará presente y el comportamiento indeseable partirá, desde la presencia de un autoconcepto indeseable. En otros términos, dicho autoconcepto es determinante del comportamiento del ser humano. Ahora bien, ante la inconsistencia de los autoconceptos, se daría la imposibilidad de alcanzar la autorrealización, hacia la cual el hombre tiende de manera innata.
Una forma de lograr un avance hacia la adaptación con la realidad y con el mundo externo[10], sería la ejecución de los mecanismos de defensa, los cuales generan un ajuste. Sin embargo, el autor menciona que no es lo ideal que deba ocurrir, ya que los mecanismos de defensa mantienen las incongruencias o contradicciones dentro de los autoconceptos, con las consecuencias anteriormente señaladas. Terapéuticamente, se esperaría que el sujeto logre la reintegración de los propios autoconceptos, que eliminen las contradicciones entre los mismos y que permitan el cambio de su comportamiento. Para ello es de importancia el ejerció del autoconocimiento, que es lo único que llevará al ser humano a la posible reintegración de sus diferentes yoes.
Maslow[11], relaciona dos conceptos que nos son de importancia: la autorrealización y los autoconceptos. Describiendo al respecto la importancia de los segundos para llegar al primero. Pero sin dejar de lado, que la primera determina a los segundos, los autoconceptos.
Para Maslow[12], la autorrealización es un proceso y no un estado al que se tiene que llegar. Por eso, el sujeto autorrealizado tiene:

“...sus autoconceptos íntegros y acordes con sus experiencias; están libres de amenazas y ansiedad y, por ende, no tienen defensas” (pág. 420).

Implicado con ello que si no hay permanencia en el camino a la autorrealización, tampoco la habría en el autoconcepto, pues siempre estarían en constante revaloración una y el otro. Es algo hacia lo que los individuos tienden y le dan movilidad al ser humano, favorece o motiva los cambios en el comportamiento y del autoconcepto.
Maslow[13] también señala la importancia de dichos autoconceptos, ya que mediante su integridad y su concordancia con la experiencia permite que surja la “persona plenamente funcional” (pág. 420). Es decir, que son de importancia para mantener lo que en general llamaríamos la salud mental del ser humano o su capacidad de adaptación a su medio ambiente. Pero también para que se de la autorrealización y se mantenga, como lo señala Maslow.
De la teoría de los constructos de la personalidad de Kelly[14], es importante que una persona se pudiera ver a si mismo, de manera diferente, al igual que sus problemas Pues con ello se posibilitaría el cambio. Al definir sus emociones, Kelly señala dos:

“Confianza en sí mismo, que es la conciencia del ajuste del autoconcepto con los constructos del rol propio. Y Vergüenza, conciencia de que el autoconcepto propio se desvía de la interpretación que otra persona tiene del rol de uno” (pág. 433).

Si hay acuerdo con los roles que le son propios, se da la confianza en sí mismo. Pero al contrario, la vergüenza no emerge de la no concordancia con el rol propio, sino con lo que los demás interpretan de ese rol que debe tener el sujeto. Si bien es cierto que la influencia de los demás, siempre es de importancia, lo será por que modifica la autoconcepción que previamente se tenía, pero no por la simple interpretación que haga otro de uno mismo y esta sea discordante. Es en realidad que se crea una nueva concepción que es dispar con la que se tenía o con la que es ideal de uno mismo. Aun cuando esta haya sido influida por otros, después de que es procesado por el sujeto en uno mismo ya no es la interpretación de los otros sino la de uno mismo. Lo que es relevante es que ello influye en la manera en que se de la conciencia de la autoconcepción y el efecto que tenga sobre el mismo sujeto.
Desde la aproximación cognocitiva social, específicamente de Rotter, Bandura y en cierta medida de Markus[15], tienden a analizar la relación o la correlación entre los autoconceptos y otras variables y como se influyen mutuamente. Consideramos que la autosuficiencia y la autoestima, son importantes en la determinación del autoconcepto.
Desde Baldura[16], se puede inferir una diferenciación de la autoestima y el autoconcepto. Donde la primera afecta al segundo. Esto sería igual desde los dos significados que puede tener la autestima. O bien como emociones que le son propias al sujeto y que modifican o afectan su propio autoconcepto. O bien desde la propia estimación o evaluación que la persona hace de sus propias características.
Markus[17], presenta sus autoesquemas y su relación con el autoconcepto. Señalando que los primeros influyen o son importantes para el segundo. Esto nos introduce en un tipo de variable particular que puede afectar al ser humano, las variables complejas. No es que la envidia afecte al autoconcepto, sino algo más elaborado como un autoesquema[18], lo que tiene influencia en el autoconcepto.
Uno de los primeros concepto utilizado, por Rogers[19], son las tendencias innatas para alcanzar la autosuficiencia. Es decir, que la capacidad para ser suficiente consigo mismo es innata, son tendencias inherentes del ser humano. Ahora bien, en dicho proceso, para alcanzar la autosuficiencia, Rogers dice, que el hombre requiere de tener una consideración de sí mismo que sea positiva preferentemente ya que de ser negativa, interfiere el desarrollo. De esta manera, se afirma que la autoconsideración, la consideración de los demás por un sujeto y el ser suficiente o autosuficente determinan las características del autoconcepto humano.
Rotter[20] dice, que empleando el locus de control encuentra una relación positiva en este, la autoestima y la autoeficacia.
En resumen Bandura[21] afirma que la percepción de una autoeficiencia permite al sujeto afectar sus pensamientos y sentimientos (pág. 448). Si la misma es baja la relaciona con la ansiedad y la depresión. Bandura define la autoeficiencia como:

“la estimación que uno hace de la habilidad para realizar una conducta específica” (pág. 446).

Por último, con respecto a Bandura, relaciona la autoeficiencia con el autoconcepto.
Markus[22] señala la relación estrecha entre el autoconcepto y los autoesquemas, siendo los últimos definidos como:

“...generalizaciones cognoscitivas sobre el sí mismo...” (pág. 459).

Bandura[23] destaca la importancia del autoconocimiento para influir la conducta y en la forma diferencial que tienen este en distintas personas. Cuando el mencionado autor dice que:

“...estas variables reflejan aspectos del autoconcepto o estructura de la personalidad...” (pág. 458).

La autoeficiencia y el autoconocimiento son partes integrantes del autoconcepto. Cuando los autores pretenden definir el sí mismo, lo que hacen es colocar entre paréntesis la palabra self. Con ello indican la semejanza entre ambos concepto. Por otra parte, hacen una referencia a los roles y funciones reales del autoconcepto, con lo cual reafirman la relación entre el self y el autoconcepto. Los autores citan:

“...el sí mismo influye en como se recibe, procesa y almacena no solo la información acerca del sí mismo, sino también la información acerca del mundo externo y de los demás...” (pág. 458).

Debemos suponer que las características particulares del sí mismo, son los que determinan la manera de dicha influencia, aunque no dice cuales son estas. En la oración anterior, los autores se referían al autoconcepto, por lo cual podemos suponer que esas características tienen que ver con los roles y funciones reales de este. Por una parte se hace referencia a la similitud en el manejo de ambos conceptos. Pero por otro lado, nos parece de importancia, pues a pesar de mencionar la importancia del mundo externo y los demás, enfatizan de manera implícita la importancia del sí mismo o autoconcepto para lograr esa recepción, almacenamiento y procesamiento de información que integrará posteriormente parte del autoconcepto. Con ello podríamos concluir, que los factores sociales tienen influencia en la conformación del autoconcepto, pero a razón de que no se excluya la importancia de cómo se procesará esa información por el yo, el self o el autoconcepto. Siendo de esta manera congruente con la definición que dan de sí mismo, self o como lo asociamos del autoconcepto, de que es:

“la representación cognocitiva del tipo de persona que creemos ser” (pág. 458).

Un último párrafo dentro del libro de los autores trabajados[24], se relaciona con su acepción, de que hay múltiples yoes es que parecen ser independientes entre sí, a pesar de formar parte de una misma unidad. Sin embargo, ellos consideran que hay una función protectora en ello. Con lo cual se puede suponer, que hay una influencia mutua entre dichos múltiples yoes.
Cada uno de ellos es protector, con sus mecanismos defensivos, pero a la vez con grandes costos para la psíque humana. Por una parte protegen, pero debemos decir que por la otra desgastan, ya que sus acciones implican un gasto de energía psíquica. Además, por no estar en la conciencia en un el momento dado, puede decirse que no tenga efecto. Si lo tiene y es parte de lo que determina el comportamiento observable y con ello la estructuración de características determinadas en el autoconcepto.
Ahora bien, según Gliver (2003), al haber determinado el tipo de emociones, o con las particularidades que estas tienen, se da la particularidad del comportamiento. Como en el caso de los niños hospitalizados, donde afirman:

“…parecen sufrir esta pérdida que aparentemente solo es exterior" (pág.99).

Dándose con ello características específicas de su conducta, aún cuando sean bebes.
Más, si no se atiende al hecho de que “...ante la ausencia de los cuidados maternos o de las cuidadoras habituales, el bebe no los reconoce más…”, se perdería la conceptualización de Gliver (2003) en relación al sí mismo o el autoconcepto. En este caso, no refiere a la importancia no solo de la presencia de la madre o la cuidadora sino también a lo que ellas hacen con respecto al bebé; pues esto deben su importancia para las modificaciones que se den en el bebé y su autoconcepción posterior. Es decir, que no es solo lo que los demás dicen de una persona, lo que afecta al autoconcepto, sino simplemente lo que los demás hacen. No son solo las palabras lo que afectan, sino también los actos de los demás los que tienen una influencia en el sujeto mismo.
En una de sus nuevas conferencia, “la trigésima primera”, S. Freud (1931) afirmaba:

“...la base de eso es lo que se llama <<identificación>>, o sea la asimilación de un yo a un yo ajeno, a consecuencia de lo cual ese primer yo se comporta en ciertos aspectos como el otro, lo imita, por así decir lo acoge dentro de sí...” (pág. 51).

Desde este punto de vista, es como se puede relacionar el autoconcepto con la identificación. Factor capaz de influir en la manera que un sujeto se concibe a sí mismo. Término que se le debe considerar como un proceso psíquico que determina una concepción de la persona. Y el cual permite la imitación. Pero de manera importante hay que reflexionar, que el autoconcepto no se refiere a una elección de objeto, y que el yo si puede tomarse a sí mismo como objeto. Desde esta perspectiva el autoconcepto parece más una función de ese yo. Por otra parte, S. Freud cita:

“...lo que singulariza muy particularmente al yo, a diferencia del ello, es una tendencia a la síntesis de sus contenidos y la reunión y unificación de sus procesos anímicos, que al ello le faltan por completo...” (pág. 71).

Enfaticemos aquí en “contenidos” y “procesos anímicos”. Creo que los primeros nos refieren más al autoconcepto social, familiar, físico o psicológico. Serían en relación a los conceptos que el sujeto tiene sobre su persona en dichas áreas. En tanto que el segundo nos refiere a la manera en que se dan esos autoconceptos; es decir se refiere a los procesos que intervienen para su conformación y modificación, dentro de los cuales son importantes la percepción, la síntesis, la memoria, etcétera, como en el caso de las funciones básicas y sintetizadoras de Fiorini (2006). Cuando se retoma esto, es casi inevitable asociarlas con las funciones de defensa, del mismo autor. Considerando que ellas matizan, distorsionan o distinguen eso contenidos que conforman al autoconcepto. Efectivamente intervienen y dan el toque final a esos autoconceptos. Ellos los particularizan y diferencian.
Retomar el pensamiento freudiano desde su Psicología de masas y el narcisismo, S. Freud[25] (1921), de una posible relación entre el autoconcepto y el narcisismo. En ambos casos, lo importante es la misma persona. Aunque por supuesto, el concepto de narcisismo es más amplio. El autoconcepto se refiere a un pensamiento elaborado por el mismo sujeto. En tanto, que el narcisismo tiene una connotación sexual; mediante él, el ser humano se toma a sí mismo como objeto de amor. La similitud entre ambos es, que la acción se dirige de la persona, a la misma persona. Pero desde una perspectiva diferente, en el narcisismo, el sujeto no solo se toma como objeto de amor, sino mediante él se observa y manifiesta el agrado por sí mismo[26]. De esta manera, el narcisismo condiciona una autoconcepción de la propia persona. Un ejemplo interesante en los internos en un C.P.R.S., podría ser el hecho de que ellos enfatizan en el cuidado corporal, pero sin observar el deterioro manifiesto en su rostro, de avejentamiento, por su vida delictiva, de uso de alcohol y drogas.
Díaz Portillo (1998) menciona que la autoestima puede verse afectada por:
1. La “comparación” y la “distancia” existente entre el yo ideal y el yo actual y real (pág. 28).
2. El “significado de los diagnósticos” o “calificativos” (pág. 77) que se asignan a un individuo la afectan, aunque la autora no aclara de que manera se da tal afectación.
3. Los mecanismos de defensa, cuya “puesta en juego” y evidenciados a través de los “elementos vocales“ o “preverbales” de la comunicación (pág. 28) permiten preservar o amenazar a la autoestima o al “equilibrio psíquico”.
4. Las “perdidas” (pág. 109) sobretodo cuando son repetitivas, la “minan” al igual que al “soporte emocional del paciente”. Aquí se podría incluir incluso a la frustración, como un mecanismo psíquico, que implica “perdidas” o ausencias de satisfacciones, que afectarían con ellos la autoconcepción individual.
5. Las circunstancias o experiencias vitales (pág. 124) pueden decrementarla[27]. Decremento en sentido negativo de manera implícito y aunque la autora no lo afirma así, se puede inferir que lo positivo la puede sustentar o incrementar.
6. “...La presencia de familiares mentalmente perturbados, genera temor a la locura, produce un ambiente depresivo, cargado de resentimientos y culpas, capaz de perturbar en forma permanente, el estado anímico del sujeto, su autoimagen y autoestima, dependiendo de la edad desde la que se encuentra sometido al contacto con el enfermo...” (pág. 136). Dicha cita contiene además dos aspectos que son de interés analizar y son:
a) La existencia de la enfermedad o trastorno mental afectan al estado de ánimo[28], la autoimagen y la autoestima. La distinción entre las dos últimas se reconfirma cuando se plantea que: “...La necesidad de preservar la imagen pública de los padres poderosos, constituye una carga que difícilmente deja idemne la autoimagen y la autoestima y espontaneidad de los vástagos de tales familias...” (pág. 127) los afecta.
b) Hay un efecto derivado de la relación de un individuo con la enfermedad o los trastornos mentales en la autoestima pero dependiendo de la edad de estos o de la vivencia con los mismos. Por ejemplo, en un caso de retraso mental[29], miembros infantiles se comportaban agresivamente hacia la hermana con tal padecimiento, en tanto que al crecer, se transforman en los protectores de la misma[30]. En ellos se dio un cambio, que por supuesto favoreció a la hermana con retraso mental. Con ello se propició una mejor vida para la paciente afectada. Importante porque el delincuente no vive solo o aislado sino en un entorno familiar.
Continuando con Díaz Portillo[31] (1998) permite avanzar en la conceptualización de las influencias psicológica del autoconcepto. Ella cita:

“...El superyó... Tiene además funciones de protección y recompensa, que se establecen en forma de ideales y valores (ideal del yo), modelo al que intenta ajustarse el sujeto y con el cual se compara, derivándose de tal comparación un mayor o menor grado de autoestima, dependiendo de la distancia existente entre el ideal y el yo real, actual...” (pág. 17)
La cita introduce como las estructuras internas psíquicas del ser humano tienen un efecto sobre “...el grado de autoestima...” que se puede tener. Ello ocurre en la medida de que existe un punto de comparación como son el superyó, el ideal del yo y el yo ideal. La cercanía a ellos decrementa la posibilidad de inadecuación y discordancia; por lo tanto, de recibir una influencia negativa, como lo sería desde la conciencia moral o desde el mismo superyo.
Por otra parte, nos interesa la “comparación” como un proceso que favorece el nivel de autoestima que se puede tener. Es una comparación contra lo que ha sido introyectado, internalizado a partir de una identificación. Ahora bien, a pesar de esto, no se justifica los intentos de evaluar el autoconcepto a partir  de lo que los demás dicen de uno mismo. Esto parece reafirmarse con una segunda cita de la autora en la cual menciona:

“La identificación es una secuela de la introyección, consistente en la adopción, total o parcial, de aspectos, propiedades, modos de funcionamiento, normas y valores de los objetos significativos en la vida del sujeto...Y constituyen la base de la identidad, experiencia de sí mismo como unidad única y coherente, cuya continuidad se mantiene a través de los cambios intrapsíquicos y ambientales...” (pág. 20)

Agreguemos además, el señalamiento de que la experiencia de sí mismo, siempre es una experiencia única y coherente.
Al referirse Díaz Portillo (1998) a que:

“...tanto los elementos vocales...como los  preverbales,...indicios sobre los acompañantes afectivos de la comunicación que le permite deducir los diversos mecanismos defensivos puestos en juego por el entrevistado, para preservar su autoestima y equilibrio psíquico” (pág. 28).

La autora[32] reconfirma con esto, que las funciones de defensas del yo (Fiorini, 2006) tienen efectos sobre la autoestima o el autoconcepto. La referencia, de manera literal, nos sirve de respuesta afirmativa.
1.  “Frente a estas situaciones responderemos como siempre, explorando qué significa el diagnóstico que desean obtener de nosotros. Que significa para ellos ser neurótico, esquizofrénico, paranoide, etcétera. En qué forma afectan estos calificativos su autoestima, eficiencia adaptativa en relación a los demás...” (pág. 77)
2. “(en un caso clínico, la autora[33] dice)... Los mecanismos usados por el paciente para combatir la intensa culpa... recursos básicamente intelectuales y obsesivos, cuyo fracaso amenaza tan seriamente la autoestima, que conduce a intentos suicidas...” (pág. 109) 
3. “...mostrándonos primero los aspectos positivos de su vida sobre los que sustenta su autoestima...” (pág. 118)
4. “...hay personas en las que, ciertas circunstancias o experiencias vitales provocan disminución en la autoestima...” (pág. 124)
5. “..La necesidad de preservar la imagen pública de padre poderosos, constituye una carga que difícilmente deja idemne la autoimagen y la autoestima y espontaneidad de los vástagos de tales familias...” (pág. 127)

Como segundo punto, hay que señalar el acuerdo, de que tales aspectos del psiquismo humano son afectados por múltiples eventos; los cuales pueden distorsionarlos o en su contraparte incrementarlos o mejorarlos. Un factor especifico, es el de la participación en la psicoterapia de grupo. Cuyo proceso reactualiza o evidencia tales distorsiones o peculiaridades negativas que lesionan o provocan sufrimiento en el ser humano. Pero, que a la vez en el proceso terapéutico pueden modificarse por el influjo del mismo, al generarse la “experiencia emocional correctiva”[34]. Ello nos parece de importancia, porque retoma con respecto a los eventos vivenciados por un sujeto no la actualidad sino su permanencia. Es decir, que los eventos actuales reactivan los trastornos sobre lo que, resumiríamos, tuvieron un efecto sobre estructuras como el autoconcepto, que no solo se determina desde el presente, sino también desde ese pasado remoto. Las vivencias y la manera en que estas se dieron influyen en la actualidad y como lo hicieron en el mismo pasado. Dependiendo de las influencias y la manera en que se dan afectan más o menos el autoconcepto o la imagen, dándose ello desde la infancia y en las relaciones familiares. Esto a su vez introduce en el hecho de como dicho autoconcepto se conforma. No surge de manera espontánea, es producto de un proceso de diferentes influencias como lo social. De esta nos habla Díaz Portillo (2000) cuando afirma:

“...la función organizadora de la imago corporal apuntala los límites del yo corporal. Se establece un nuevo límite en las fronteras del grupo, que funciona como el cuerpo común mayor...” (pág. 83).

El cuerpo humano es de especial interés para la conformación del autoconcepto, específicamente desde la piel y no de la totalidad del organismo, tal como Díaz Portillo (2000) lo hace saber al menciona:

“...en él sólo existe un pre-yo corporal; yo piel, que se asocia con el interior de la imagen del cuerpo de la madre proyectada sobre el grupo...” (pág. 82).

Importancia de la piel, tanto para hablar del autoconcepto como para relacionarlo con la estructuración de este o como uno de los influjos que lo determinan. Pues bien, porque es uno de los órganos sensoriales más extensos del ser humano, a través de la cual tiene conocimiento de su entorno y al final le permite iniciar el proceso de diferenciación de lo que en psicoanálisis se llama la diferenciación del yo y el no-yo. Es aquello que nos permite saber que somos parte de algo, pero que a la vez somos diferentes de el. Específicamente y de acuerdo a nuestra autora[35] en revisión, del grupo. Somos parte de un grupo pero a la vez tenemos una individualidad. Ejemplo de ello lo encontramos en la referencia siguiente:

“La psicología del self contempla lo que ocurre en los grupos como función de la dinámica existente entre los selves y sus objetos/sí mismo...su variedad en los grupos estimula la reactuación y examen de las relaciones sí mismo objeto/sí mismo deficiente (pág. 108).

Retomando a Anastasi y Urbina (1998), es de importancia la consideración siguiente:

“...El efecto de la evaluación que el individuo hace de su propia ejecución; de hecho, suele describirse la autoestima como el componente evaluativo del autoconcepto que a largo plazo puede influir en el desarrollo de los rasgos cognoscitivos y afectivos” (pág. 455).

Importante es la cita por que señala que el autoconcepto que se tenga, puede afectar los rasgos cognoscitivos y afectivos. De la manera en que una persona se evalúe a sí mismo será como cognoscitivamente elaborará una forma de conceptualizarse y dará las características del afecto que estará presente en un individuo dado.
Valencia (2001), realiza su investigación retomando los planteamientos de La Rosa (1986), citado la utilidad de la escala de autoconcepto elaborada por dicho investigador, diseñada a partir del diferencial semántico. En su trabajo señala, que diversos sentimientos o estados de ánimo influyen en dicho autoconcepto. Se refiere a ellos al citar:

“...cuanto el yo ideal se reporta, como el de una persona más realizada, animada, feliz, jovial, optimista, contenta, triunfadora y alegre, los puntajes del autoconcepto real también se incrementaban” (pág. 136).

Es indudable, que las características, como se muestren las actitudes que tengan o los sentimientos que embarguen al ser humano, son determinantes en el “autoconcepto real”.
El bienestar, así lo resumiremos, en el sujeto favorece la caracterización de una manera determinada de ese autoconcepto.
Considerando a Mahler (1980), con respecto a la autoestima retomamos la siguiente cita:

"...los segundos dieciocho meses de vida son un período de vulnerabilidad. Es el tiempo en el que la autoestima del niño puede desinflarse..." (pág. 42).

Por esto, la autora concluye en que la edad del sujeto puede ser un factor de importancia en la determinación de la autoestima o el autoconcepto.
Por lo que respecta que un niño de dieciocho meses tenga una autoestima con ciertas características de momento no se le define. Hipotetizamos que se le supone su existencia, aún cuando no se ha dicho que es. Además de que según la autora se puede ver afectada, modificada o determinada. Acotemos, además, que Mahler (1980) nos habla constantemente de diferentes "auto-" en sujetos cuya principal característica es el autismo[36].
Destaquemos la diferencia que la autora hace de "imagen corporal" y "autoimagen", diremos de momento que la "autoimagen" y varios componentes de la "autoimagen", anteceden o componen a la "imagen corporal". Por tal motivo, como se de la primera, se determina la segunda.
Señalemos ese término "sensoria" que nos refiere a los fenómenos sensoperceptuales y desde donde podemos referirnos a la autoimagen; más su constancia solo se puede enfocar en relación a la memoria. Pero también nos lleva a considerar que las demás funciones del yo[37] intervienen en la conformación del autoconcepto.
Aunque se plantea con poca amplitud, otro punto a indicar, es ese "...afectivamente agotada...", relacionado ello con la autoimagen agotada. Si nos referimos a lo "afectivamente" como una carga energética o "catexis" podemos hablar de ese agotamiento. Pero también nos habla de que el autoconcepto puede cargarse o descargarse "afectivamente": o de que puede haber varios autoconceptos o yoes con diferentes cargas energéticas.
Doménech (2003), incursiona en otros componentes psicológicos o actividades que pueden afectar el autoconcepto. Dentro de las primeras tenemos a “…la seguridad en sí mismo…”, el estar “…satisfechos de sí mismo…”, “...el desempeño satisfactorio en la actividad…”, del tipo cualquiera que esta sea; así por ejemplo, ella señala “…el desarrollo de habilidades físicas o de algún deporte…”, se relación con el autoconcepto y la satisfacción en el desarrollo de las habilidades deportivas.
Al estudiar la población femenina en relación al deporte como lo hace Doménech (2003), señala la importancia del deporte el dominio de habilidades físicas y los aspectos culturales como factores que influyen en la seguridad personal, la satisfacción de si mismas, el dominio de una actividad y por supuesto de su autoconcepto. Esto es válido incluso para los minusválidos, quienes a pesar de sus limitaciones físicas desarrollan otras capacidades de manera compensatorias. Sin considerar la salud física, el efecto sobre su autoconcepto también está presente desde el punto de vista de la adquisición, desarrollo y mantenimiento de habilidades. Así no es fácil el dominio de una disciplina deportiva con las reglas o características de los competencias de los minusválidos.
Valdez Calderón (2001) enfatiza, no solo en el hecho de que la realización de una actividad puede tener efecto sobre el autoconcepto. Sino que el lugar donde se realiza la misma tiene dicho efecto. Es indudable, que dos nuevas actividades implican un efecto sobre el autoconcepto, como son el tener un trabajo o el lograr una escolarización determinada. Y no solo el estar fuera o dentro de su casa. Por otra parte, el autor, la escolarización de las pacientes esta relacionada con una forma de pensar específica de aquellas se someten a un procedimiento quirúrgico acorde con su padecimiento físico. Con ello se concluye que la histerectomía en la mujer no afecta o afecta menos su autoconcepto si ella trabaja o si tiene mayor escolaridad.
Por último Valdez Calderón (2001), retoma el hecho de cómo una función psíquica, participa en la conformación del autoconcepto, cuando menciona que la percepción que se tiene de uno mismo es importante para ello.
Específicamente Rosenthal  and Simeonsson (2008) se refieren a otra función humana, sobre la cual concluyen: que en los adolescentes con trastornos emocionales hay una relación negativa entre su inteligencia y su autoconciencia.
Además, indican una diferenciación por género que podría afirmarse afecta el autoconcepto, señalando al respecto: que existe una mayor tendencia a la autoconciencia en las mujeres que en los hombres que estudiaron.
Analizando el trabajo de Clymer (2009), es importante el sentimiento del yo, que la autora relaciona con el autoconcepto, la identidad y la personalidad, como parte de la última.
Clymer (2009) está convencida de que un autoconcepto positivo, una autoimagen saludable son importantes en el desarrollo del ser humano, de la personalidad o de la identidad positiva del ser humano. Como proceso psíquico, la personalidad también participa en la estructuración del autoconcepto.
Ahora bien, ella[38] estudia aisladamente el autoconcepto y lo aborda desde la psicología de la sordera, que incluye la presencia de dicho padecimiento de manera total o por la disminución severa de la capacidad auditiva, tanto de origen congénito como adquirido en la temprana infancia. En cuanto al período en que surge la sordera, debe observarse entre el adulto y el niño y, en estos últimos, antes de la aparición del lenguaje o en los inicios del lenguaje.
Contextualizar la conceptualización de Clymer (2009) es importante pues afirma, que la capacidad del hombre para escuchar sonidos, contribuye al desarrollo de sentimientos y afectos; tal como contribuyen la succión, los movimientos y los sueños. De hecho, considera que:

“...Los sentimientos y afectos desarrollados en las primeras semanas de vida a través de la expresión biológica necesita tanto del movimiento como del sueño, sentimientos también desarrollados en respuesta a la vista (sight) y el sonido (sound)” (pág. 114).

La vista nos refiere a órganos de los sentidos, pero el sonido no. Lo cual, quizás habría sido más congruente sí usara en lugar de la vista las imágenes, con lo cual se coincidiría con los sonidos; pues de esa manera ambos serían productos o tendrían efecto sobre un particular órgano de los sentidos. Aunque de una manera diferente, la cita pudiera emplear en lugar de sonido, el término oído.
El uso de sonidos e imágenes o vista y oído tiene implicaciones diversas. Son importantes en relación a que son vías (sensory input) de captación, obtención o entrada de información que rodea al sujeto; función de todos y cada uno de los órganos de los sentidos. Cuestión que es fundamental en relación al autoconcepto, en el sentido de que, el autoconcepto es un producto del individuo pero no aislado y ajeno al medio que  rodea al sujeto o de la realidad.
Clymer (2009) observa, que la vista y la audición favorecen la comunicación  y la interrelación humana; destacando que:

 “...Los niños sordos no experimentan un alivio cualitativo de la voz de la madre cuando está cerca y fuera de la vista...” (pág. 115).

Aquí, el sonido funciona como un lenguaje en el sentido de los símbolos; por ejemplo en el concepto de árbol. Esto conduce a pensar, que el sonido y el oído funcionan de tal manera para conformar el autoconcepto. Esto implica la preexistencia del concepto auditivo o aquel que induzca la imagen. Solo así se podría tranquilizar el niño con la voz, aunque la madre no este a la vista[39].
Por esto, de acuerdo a Clymer (2009), tener un autoconcepto sin poder comunicarlo, no tiene sentido. Es necesario que ello sea comunicado hacia los demás. Y es, bajo ello, que adquirió valor. Aun en los casos individuales, desde el psicoanálisis, se puede decir, que ese proceso de comunicar un autoconcepto está presente. A otros o ese “Otro”[40], es al que se comunica. En términos técnicos, hay que considerar también lo que se llama “diálogo interno”.
Pasemos ahora a otro padecimiento donde existe la capacidad de hablar pero que se relaciona con los planteamientos de la autora[41] en cuestión, la ceguera. Dichas personas pueden tener la palabra, por ejemplo, verde, árbol, etcétera, pero no la imagen; sobretodo cuando fueron ciegos de nacimiento. Desde esta perspectiva retomemos que el autoconcepto se relaciona con una verbalización y un sistema de comunicación, a través de sonidos o señas; por ello Clymer (2009) aboga por y por la importancia del American Sing Lenguage (ASL) en los Estados Unidos Americanos  y afirmado que:

“...Si cada niño sordo no pudiera escuchar su propia voz, ellos deberían tener un retraso en la definición de su sentimiento del yo como separado de otros...” (pág. 114).

Desde este punto de vista Clymer (2009) independientemente de las limitaciones o características físicas o funcionalidad de los órganos de los sentidos, específicamente, se da una estructuración del autoconcepto en los seres humanos[42].
Además, Ellis and Davis (2009) consideran que los procesos de pensamiento, el funcionamiento conceptual y los cambios conceptuales son factores importantes que influyen el autoconcepto. Así mismo, este se ve afectado por los eventos externos y tiene su origen en la infancia, teniendo un desarrollo hacia la completa conciencia del self.
De acuerdo a Ellis y Davis (2009), el autoconcepto  esta en íntima relación con el desarrollo de la inteligencia. Favoreciendo esta la estructuración del autoconcepto.
En tanto que dentro del orden social se incorporan aquellos de orden familiar e interpersonal o social.
En la revisión de los conceptos rogerianos, Libert y Spiegler (2006), revisan los estudios de Forsman (1989) en especial, relacionando la autoconsideración y la autoestima y donde concluyen:

“...la autoestima de hombres y mujeres en la edad adulta se relaciona de manera positiva con la consideración positiva incondicional percibida en la infancia, en especial de los padres” (pág. 408).

De la cita anterior se pueden deducir dos influencias de importancia para el ser humano, para determinar dicha autoestima o autoconcepto[43], que son: la influencia paterna y la época infantil; de las cuales, por lo regular todo ser humano se ve influido. La consideración que los padres hacen de este y como la hagan tiene un efecto en su persona en general. Ahora bien, no hay que olvidar, que ejercida la consideración de los padres, uno de los efectos es la generación de la autoconsideración. Con ello se da importancia no solo a los efectos del mundo externo sino también al mundo interno del sujeto. Es el mismo, quien a fin de cuentas, con su interioridad es quien determina su ser. Son ellas las que le permiten su realización y más correctamente su autorrealización.
 De otra manera, según Maslow[44], la experiencia y el ambiente en el cual se desenvuelve el sujeto favorecen las características de dichos autoconceptos.
En otro momento Gliver (2003) menciona:

"...El bebe introyecta, pues, mucho más que el alimento. La  prueba nos la aporta el hospitalismo, provocado por la ausencia brusca de la educadora habitual del niño; a pesar de que a éste se le prodigan todos los cuidados que él ya conoce, el niño no <<se>> reconoce más, como consecuencia de haber perdido el contexto materno que le era propio. Parece haber extraviado una parte de sí mismo, y sufrir esta pérdida que aparentemente solo es exterior" (pág.99).

El primer punto que llama la atención es ese juego con respecto a la educadora y al niño hospitalizado, son los cuidados que el niño ya conoce, pero que a pesar de su presencia ante la ausencia de la educadora habitual, el niño no "se" reconoce; de acuerdo a esto se debería decir más bien, que no los reconoce más (a los cuidados). Sobretodo cuando continúa diciendo, que ese no reconocer se debe a la pérdida del contexto materno que le era propio. Pero, aquí tampoco se refiere a la madre sino a aquel contexto materno que es propio al niño o sujeto. En otros términos, aunque se hace referencia a la madre o a la educadora, no se refiere a ellos como individuos externos o ajenos al niño, sino en la medida de que estas son introyectadas, pasan a formar parte del niño.
Al finalizar la cita, la autora[45] se refiere a que el niño parece haber extraviado una parte de sí mismo; importante ya que ese sí mismo nos refiere a la persona o al sujeto, el niño. Ahora bien, si puede perder una parte de sí mismo, esto nos indica que otra permanece y si la pérdida que tuvo fue el contexto materno, entonces hay otras partes que lo integran. De esta manera es el sí mismo, lo que el niño busca reconocer y lo que nunca se pierde en su totalidad.
 Por otra parte, al referirse a ese reconocimiento, es indudable que en el caso que presenta la autora, no debe referirse a un conocimiento previo, perdido, pues de lo contrario no podría haber un re/conocimiento; y desde una perspectiva diferente habría que reconsiderar que para haber un reconocimiento, se quiere decir que esa perdida no es total ya que es posible recuperarla[46]. Si se mantiene que el sí mismo y autoconcepto son sinónimos, la concepción vale para este último Esas perdida de partes del autoconcepto provocarían modificaciones en él. Generándose  de este modo un autoconcepto no integrado[47], como en el autismo o esquizofrenia infantil.
De una manera diferente, el análisis de la influencia materna nos introduce en el planteamiento del efecto del medio ambiente familiar para la conformación del autoconcepto, pero a la vez para la determinación de la conducta. En dicho caso, de manera concreta, en la primera infancia por la presencia de la madre. Pero desde una perspectiva diferente también de la influencia del medio ambiente que rodea al sujeto. Es decir, por la interacción de este con otros seres humanos. En este caso, representados por las cuidadoras del infante en las guarderías. Pero que sin problemas se puede hacer extensivo a todos los que participan en la educación del sujeto. Sea dicha educación en sentido académico, religioso o de otro tipo.
El hospitalismo, los cuidados maternos y de las cuidadoras en los hospitales,  Gliver (2003), se pueden considerar como factores sociales que influyen en los estados emocionales particulares de los pequeños seres humanos, bajo dichas situaciones y por lo tanto en la conformación de su autoconcepto.
La consideración del grupo en el cual se involucra una persona tiene un efecto sobre la persona (Díaz Portillo, 1998):

“...la función organizadora de la imago corporal apuntala los límites del yo corporal. Se establece un nuevo limite en las fronteras del grupo, que funciona como el cuerpo común mayor...” (pág. 83).

Por analogía[48] menciona como se ve afectado la imagen social o grupal que tiene un sujeto. La cual recibe una influencia del mismo grupo y que afecta no solo la imagen personal, sino también su autoconcepción grupal o como ente social.
En este punto es relevante:

“...La autoimagen defectuosa y la baja autoestima pueden preceder del fracaso en la rivalidad fraterna, la privación del afecto, el castigo y el rechazo excesivo de los padres, así como de un superyó severo o de un yo débil...” (pág. 367).

Dependiendo de las influencias y la manera en que se dan, afectan más o menos el autoconcepto o la imagen de sí mismo, dándose ello desde la infancia y en las relaciones familiares.
Ahora bien, ello nos introduce en la manera en que dicho autoconcepto se conforma. No surge de manera espontánea, sino que podemos suponer con certeza que es producto de un proceso o de diferentes influencias. Una de estas influencias sería el factor social. De esta nos habla Díaz Portillo (2000) cuando afirma:

“...la función organizadora de la imago corporal apuntala los limites del yo corporal. Se establece un nuevo limite en las fronteras del grupo, que funciona como el cuerpo común mayor...” (pág. 83).

Retomando a Díaz Portillo (2000) quien enfatiza la piel[49], como factor importante para la diferenciación del yo y el no-yo y esto de la conformación la imagen o el autoconcepto del sujeto mismo; es importante su extrapolación, dicha piel, hacia la concepción de los grupos sin importar las características de los mismos. Se puede decir, que aquello es lo que nos permite saber que somos parte de algo, pero que a la vez somos diferentes de él. Somos parte de un grupo pero a la vez tenemos una individualidad como grupo social. Ejemplo de ello lo encontramos en la referencia siguiente:

“La psicología del self contempla lo que ocurre en los grupos como función de la dinámica existente entre los selves y sus objetos/sí mismo...su variedad en los grupos estimula la reactuación y examen de las relaciones sí mismo objeto/sí mismo deficiente (pág. 108).

La consideración por Freud[50] (1921) del amor a sí mismo, da pauta para incursionar en el análisis del autoconcepto desde una perspectiva diferente, por extrapolación, el narcisismo. En su psicología de masas refiere:

“Pero toda esta intolerancia desaparece, de manera temporaria o duradera, por la formación de masa y en la masa. Mientras esta perdure o en la extensión que abarca, los individuos se comportan como si fueran homogéneos: toleran la especificidad del otro, se consideran como su igual y no tienen repulsión alguna hacia él... una restricción así del narcisismo sólo puede ser producida por este factor: una ligazón libidinosa con otras personas. El amor por sí mismo no encuentra más barreras que el amor por lo ajeno, el amor por objetos... ni siquiera se produce una restricción duradera del narcisismo, pues aquella tolerancia no dura más tiempo que la ventaja inmediata que se extrae de la colaboración de otros”. (pág. 97)

Dentro del tema del autoconcepto y en relación a la teoría freudiana, en Psicología de masas, emerge la conceptualización de que el Yo social es una internalización de los preceptos o procesos sociales en que un sujeto se desenvuelve. Las diferencias o similitudes en una concepción del sujeto mismo y las personas que lo rodean, hacen que se integre una autoconcepción particular del sí mismo. Renunciando a las diferencias para ser parte de un todo (social) como lo afirman, desde la perspectiva de la psicología social, en México, Díaz Loving, Reyes y Rivera (2002).
Esto es de importancia, porque si bien la opinión ajena necesaria para una persona; en realidad, es más esencial la manera en que el sujeto mismo la tome o se la adjudique. Es de esta manera como puede tener influencia sobre el sujeto mismo. Ejemplo de ello sería una persona a la que se le dé un calificativo negativo, en dos personas puede tener efectos diferentes; uno tal vez se deprima por ello pero otro tal vez se enorgullezca de lo mismo[51]. Incluso es posible que haya otras respuestas para ese mismo calificativo. Una explicación para esto, desde la psicología clínica, es que la estructura participante de cada sujeto, es lo que determinará la manera en que un calificativo los afectará.
Por ello, una medición del autoconcepto, solo a partir de la opinión que los demás tiene que ser limitada. Aunque tal influencia social no debe desestimarse como un factor de importancia en la conformación del autoconcepto como lo enfatizan dichos autores. Una características más del autoconcepto, es que este es multidimensional.
Para continuar con el análisis respecto al autoconcepto, no debe dejarse pasar un concepto fundamental, relacionado con las redes semánticas, la memoria semántica. Según Tuluing (1972, citado por José Luis Valdez, 1991, pág. 15) es:

"...es la memoria necesaria para el uso del lenguaje... que organiza el conocimiento que una persona posee acerca de las palabras y otros símbolos verbales, si sus significados y referentes, acerca de las relaciones entre ellos y acerca de las reglas, de las formulas y algoritmos para la manipulación  de estos símbolos, conceptos y relaciones".

La concepción de memoria semántica, retomada por Lachman et al. (1979), citado por José Luis Valdez, 1991, pág. 15) son importantes; así, cuando este afirma:

"...toma en cuenta la capacidad humana para construir una representación interna de la realidad, a través de la cual se interpretan las experiencias pasadas, se hacen predicciones, se atribuyen causalidades y se conectan ideas viejas dentro de nuevas combinaciones...".

El autor[52] considera que el autoconcepto es una representación interna de sí mismo, en la cual los conceptos y el lenguaje son fundamental; ello, independientemente de la influencia social en la construcción de la misma. De hecho cuando nos referimos al autoconcepto y a la conciencia de enfermedad en 1984, se consideraba que la memoria era indispensable para referirnos a ambos conceptos. De una manera diferente, en su "Proyecto de psicología para neurólogos" de S. Freud (1895) refiere algo similar. Así, la memoria semántica debe ser considerada para referirnos al autoconcepto después de hablar de las fuentes u orígenes del mismo.
Además, no hay que olvidar, que si bien es cierto que el lenguaje o la representación mental, pasa por procesos psíquicos, ello no es ajeno del contexto social. La influencia del medio en el cual el sujeto se desenvuelve, participa en la configuración de tales representaciones; y a la vez genera el lenguaje, que permitirá el conocimiento y la comunicación de la autoconcepción humana.
Dentro de la definición del autoconcepto de José Luis Valdez (1991) nos parece central:

"...un autoconcepto consensual[53] o general a partir del cual se podría crear un nuevo instrumento, y comenzar a teorizar aunque cualitativamente, acerca de sí mismo,..." (pág. 60).

La autoconcepción consensual es importante para la construcción de un autoconcepto como representación, siendo esta la del grupo evaluado o de la sociedad pero no del individuo, como unidad diferenciada de su grupo. De acuerdo a Fitts (1965) o a James (1950) sería el yo social o el autoconcepto social, que son solo una parte del autoconcepto.
 El segundo aspecto se relaciona con la definición del autoconcepto, de la cual José Luis Valdez (1994) dice: que es:

"Una estructura mental de carácter psicosocial, que implica una organización de aspectos conductuales, afectivos y físicos reales e ideales acerca del propio individuo, que funcionan como un código subjetivo de acción, hacia el medio ambiente interno y externo que rodea al sujeto" (pág. 33).

Reflexionemos sobre dichas definiciones, es importante saber el significado del carácter psicosocial. Ya que tanto lo psíquico como lo social son de difícil definición. Esto se dificulta más aun al tratar de definir lo real y lo ideal "...acerca del propio individuo…". Pero, desde el individuo, eso real o ideal serían imposibles de aprehender pues ello es único y diferente para cada ser humano. Ahora bien para pensarlo desde lo social, lo real y lo ideal, se tiene que tener en cuenta el núcleo social que lo contextualice. Siendo de esta manera necesariamente consensual.
Incluyendo esta postura, el estudio del autoconcepto de José Luis Valdez (1994) es acertado, al evaluar diferentes muestras, que corresponden a diferentes áreas geográficas del país (México); suponiendo que a pesar de las diferentes interregiones hay un factor común entre el pueblo mexicano.
La concepción social de las características del autoconcepto, de los individuos que la integran nos refieren a la concepción  de un pueblo hacia algo; más, esto es diferente en relación a como se asumen los estereotipos sociales por un individuo. Esta forma de asumir sería lo que se relaciona con su autoconcepto. De otra manera solo debemos afirmar que la sociedad y su concepción o estereotipos influyen el autoconcepto de los seres humanos.
Referirnos a los factores sociales del autoconcepto, es inevitable relacionarlo con los estratos socio-económicos y los sistemas socio-económicos, políticos e ideológicos, como determinantes o aspectos que influyen la autoconcepción, Al respecto hay diversos estudios méxico-norteamericanos (José Luis Valdez, 1994; Díaz Loving, Reyes Lagunes y Rivera, 2002 y Díaz Guerrero, 2007) han corroborado tal conclusión. De que si hay datos concluyentes de que la cultura y en especial que el nivel socio-económico influyan el autoconcepto.
Por ello dichos autores se apegan al planteamiento de que el autoconcepto es:

“el reflejo de imagen del universo y la cultura subjetiva de una(s) persona(s), y a través de las redes semánticas…” (pág. 59)

De esta manera, el autoconcepto es una estructura que pude ser retomada desde las redes semánticas y que efectivamente contiene aspectos culturales del sujeto. Esto se da, porque en toda la vida del ser humano, incluso desde su nacimiento se ve sujeto a la influencia de esta y su núcleo social. Pero no de manera pasiva, como en el caso de un verdadero reflejo, que se pude ver modificado por el carácter individual del hombre, lo que le dará un estatus de particularidad. Decimos que la imagen, que un espejo refleja es inequívoca. Pero esto no es así y la clínica de las enfermedades mentales lo hace evidente[54].
De manera similar ocurre con las imágenes que se tiene por los demás integrantes de la sociedad en que viven[55]. Dos conclusiones de importancia para la generalidad del tema del autoconcepto son: Primero, que en el adolescente, que se encuentra en una etapa de transición, no posee un autoconcepto estable en dicha época (José Luis Valdez, 1991). Y segunda, que el mismo se estabiliza al llegar a la etapa de la preparatoria (José Luis Valdez, 1991).
Retomando los conceptos de Clymer (2009), es fundamental el lenguaje y la capacidad de comunicación del ser humano. Procesos que se puede decir son indisociables del género humano y de la convivencia entre ellos. Son funciones que lo definen como hombre y que le permiten la integración en un grupo social. Grupo en el cual nace, vive, se desarrolló y al final muere. Es desde este contexto, que tales funciones humanas son de importancia para la estructuración del autoconcepto. El cual no tiene sentido en la total individualidad, real o simbólica, y sin una comunicación hacia los demás.
Ellis and Davis (2009) son autores de importancia también, porque ellos enfatizan en los factores que influyen el autoconcepto y que los relacionan con los eventos externos, en la infancia. Eventos que estimulan la psíque humana tanto a nivel de los sentidos, como por la acción de las personas que integran esa parte externa del hombre. La cual necesariamente tiene una influencia sobre la persona, y en nuestro caso, concretamente en la conformación del autoconcepto.








[1] Cifosis. (Del gr. κφος, convexo, y -sis). f. Med. Curvatura defectuosa de la columna vertebral, de convexidad posterior. Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2008.
[2] Escoliosis. (Del gr. σκολις, tortuoso, y -sis). f. Med. Desviación del raquis con convexidad lateral.
Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta® 2008.
[3] Lenkau (1977), Papalia (2004), Olds y Feldman  (2004).
[4] Clymer, 2009.
[5] Alvarez e Iglesias, 2007.
[6] ¿Acaso como formación de compromiso?
[7] Lenkau  (1977), Papalia (2004), Olds y Feldman  (2004).
[8] Citado por Libert y Spiegler (2006).
[9] Así mismo lo contempla Vite, 2008.
[10] Según, Libert y Spiegler, 2006.
[11]Libert y Spiegler (2006).
[12] Citado por Libert y Spiegler (2006).
[13] Citado por Libert y Spiegler (2006). Idem.
[14] Idem.
[15] Citado por Libert y Spiegles (2006).
[16] Idem.
[17] Idem.
[18] Definidos como “...generalizaciones cognoscitivas sobre el sí mismo...” (pág. 459).
[19] Citado por Libert y Spiegles (2006). Idem.
[20] Idem.
[21] Citados por Libert y Spiegler (2006).
[22]Idem.
[23] Idem.
[24] Tolman, Rotter, Bandura, Mischel, Cantor, Markus, Higgins, Linville, Showers, etcétera, citados por Libert y Spiegler (2006)
[25] Freud, S. Psicología de  Masas y Análisis del Yo.
[26] Como en el caso de una anoréxica, quien al ver reflejada su imagen alterada en el espejo, se muestra inconforme por el reflejo que observa y redobla sus esfuerzos por no comer y bajar de peso. Más aún, independientemente de la realidad, ella puede decir que esta “gorda”. En estos casos, la realidad puede evidenciar un grado importante de desnutrición, en la cual hay poca musculatura en el recubrimiento de los huesos. Sin embargo, por la imagen autopercibida o su autoconcepción, afirma estar “gorda” y esforzarse por continuar una severa dieta.
[27] Atienza (2007), lo señala de manera parecida.
[28] Atienza, 2007, afirma algo similar en relación a la depresión en adolescentes.
[29] Manual de aplicación y calificación de la escala de inteleigencia de Weschler (WAIS), M. L. Morales (2007) y Rapaport (1977).
[30] Experiencia extraída de la práctica clínica de la psicología clínica, inédita.
[31] Diaz Portillo, 1998.

[32] Díaz Portillo (1998). Idem.
[33] Díaz Portillo (1998). Idem.
[34] Fiorini, 2006.
[35] Dìaz Portillo, 1998. Idem.
[36] Que no pueden hablar, por la edad del desarrollo en que se encuentran, que sería similar a los enfermos mentales infantiles que presentan dicho padecimiento.
[37] Funciones autónomas como las llama Fiorini, 2006.
[38] Clymer, 2009.
[39] Queda por resolver ahora el caso de cuando desde el nacimiento no ha habido capacidad auditiva. En este caso, nuevamente hay que diferenciar, si se trata de, un sordo que aprendió el lenguaje de las señas o el escrito, habrá una forma de "conceptualizar" o autoconceptualizarse. Adquirió un lenguaje, un sistema de comunicación, incluso si la sordera es congénita. Pero, no hay que descuidar, que las características de tal autoconcepción deben ser diferenciales y particulares.
[40] Freud, S. (1921). Psicología de masas y análisis del yo.
[41] Clymer, 2009.
[42] Clínicamente, se observa un caso de daltonismo. Al enfrentarse a los colores que no podía ver, un adolescente, pero que los demás si veían, se provoca cierto grado de introversión o una ligera separación de los demás, al menos en ciertas actividades. Dicho personaje nunca comunicaba la mencionada deficiencia y al parecer la ocultaba. Una mayor introversión, de un paciente infantil, se da cuando existen problemas del lenguaje. Ante este padecimiento, el paciente se aisla o limita sus interacciones sociales; llegándose a dar incluso un retraso mental leve y funcional. Ante estos casos emerge una cuestión ¿cómo sería el autoconcepto de tales pacientes? A ello hay que agregar, la forma en que los padres, que saben o intuyen la disfuncionalidad del los hijos, generan particularidades en el trato hacia el hijo o lo limitan y “protegen” a su hijo en su interacción social. Lo hacen ser diferente de los demás. Pero el mismo niño esta en desventaja, en el desarrollo y funcionamiento, en comparación con los “normales” (inédita). Induciéndose con ello un comportamiento diferencial. Retomemos por último, algunos aspectos de la cita Clymer (2009) utiliza la "...defining their sense of self...", expresión que creemos esta relacionada con el autoconcepto y que sería una forma de definirlo. Así, "...defining...", lo traducimos como definición, cuyo significado tiene también que ver con descripción; así sería valido, que el autoconcepto es la descripción que el sujeto hace de sus características físicas, psicológicas, familiares y sociales. Clymer (2009) también señala: "...their own choice...". Aquí es importante el énfasis sobre el sentimiento de su yo que es diferente de los otros; lo cual diferencia el "auto-" (-concepto).. Aquí hay que recordar la afirmación de Sigmund Freud (1905), de que la caricia o el tocar la piel del bebé durante el baño, permite que este diferencie o "defina" (Clymer, 2009), su cuerpo, su yo o los limites de su yo y el no-yo. También hay que tener presente la elaboración del test de la figura humano de Karen Machover (Portuondo, 2007), que supone, que tal dibujo es la imagen del propio yo proyectado y que Lacan (1949) enfatiza en la importancia de la imagen del niño reflejada en el espejo, en la estructuración del yo durante el estadio del espejo. Considerandoa las personas que se encuentran recluidas por haber cometido un delito, podría ser de importancia un viejo dicho de las madres de estos: “ este (el recluso) me ha sacado canas verdes desde que nació; siempre fue muy inquieto y rebelde, a pesar de que se le castigaba. Comparándose con frecuencia con algún otro familiar problemático.
[43] No se olvide aquí el análisis de la sección anterior, que hace del autoconcepto y la autoestima sinónimos.
[44] Citado por Libert y Spiegler (2006).
[45] Gliver, 2003.
[46] Es probable que ello se pueda relacionar con la conceptualización adelantada en mi tesis de licenciatura, en relaciona la  conciencia de enfermedad, la memoria y los estímulos diacrónicos, con lo cual se posibilita la existencia de la primera.
[47] Esto plantearía la posibilidad de que haya alguna psicopatología en la que se pueda perder la totalidad del autoconcepto. Casos interesantes lo son ahora, aunque no tan estrictamente, algo podría tener que ver con las perdidas de la conciencia o los estados de estupor, en la fuga psicógena o histeria disociativa, la personalidad múltiple, etcétera.
[48] Díaz Portillo, 1998.
[49] S. Freud, 19005.
[50] Freud, S. (1921). Psicología de  Masas y Análisis del Yo.

[51] Situación relevante cuando analizamos la vida de muchos internos en reclusión. La cual podemos resumir en lo siguiente: el considerarlos “malos” o tener antecedentes de traslados en diferentes centros de reclusión o castigos, los hace ser personas de “respeto” entre los demás internos. Al menos asì lo creen ellos.
[52] José Luis Valdez, 1991
[53] Consensual: Adj. Se dice del contrato que ha nacido del acuerdo de voluntades de las partes, o del formado solo por el consentimiento de las partes.
[54] Por ejemplo, en el caso de una anoréxica, que se observa en el espejo y al ver su propia imagen cree seguir teniendo sobrepeso; ello sin importar la delgadez por la ausencia prolongada de alimentos. Su estructura personal hace que ella no sea convencida por la imagen real que le devuelve el espejo. Siendo más determinante la imagen en su ser o en su psíque.
[55] Es lo que algunos autores, como Murray (2008), en su “Test de apercepción temática (TAT)” señala; que el fenómeno aperceptual modifica la percepción que el sujeto tiene sobre de sí mismo o sobre los objetos que le rodean, por los componentes emocionales que le involucran.