Cap. I.- REVISIÓN TEORICA DEL AUTOCONCEPTO
d) FACTORES MODIFICADORES DEL AUTOCONCEPTO.
Continuando con
la revisión de algunas de las características que posee el autoconcepto, nos
lleva al conocimiento de aquellos factores que pueden influirlo, modificarlo o
que participan en la estructuración del mismo. Y en todo caso, participan en el
cambio o determinación del comportamiento, tal como lo afirmaba Fitts en 1965.
Para
analizarlos, en esta ocasión, lo haremos desde la concepción del hombre como un
ente bio-psico-social.
Dentro de los
factores de orden biológico, podemos
incluir la imagen corporal del ser humano, sus funciones y las alteraciones
dentro de las mismas o su desarrollo.
Díaz Portillo
(1998) con suficiente amplitud, afirma que la existencia de:
“…secuelas
poliomielíticas, los defectos corporales obvios (enanismo, prognatismo,
estrabismo, cifosis, escoliosis,
cicatrices, tumoraciones, falta o malformación de algún segmento corporal o de
los órganos de los sentidos, etc.)” (pág. 84).
Son factores
físicos u orgánicos que afectan tanto a la autoestima como a la imagen
corporal, determinando pensamientos, sentimientos y comportamientos en un
sujeto, la autora lo refiere:
“…colocándolo
en no pocas ocasiones en condiciones de crítica, discriminación, rechazo,
etcétera, todo lo cual pude desembocar en resentimiento, envidias, sentimientos
de inferioridad o actitudes de reto autoafirmativo, compensatorio, que a su vez
llevan a perturbaciones en las relaciones interpersonales y a desadaptaciones
sociales, laborales e incluso sexuales...” (pág. 84).
Posteriormente
en su texto, Díaz Portillo (1998) señala, que si bien lo anterior afectaría
tanto a la imagen corporal como a la esfera física en general, no es la única
ni la más importante influencia. Por esto continúa mencionando:
“...o bien que,
dentro de una larga cadena de pérdidas que minan la autoestima y soporte
emocional del paciente, una nueva confirme la decadencia física y la derrota
ante el mundo”. (pág. 100).
Concretamente
se hace relación a las imperfecciones y deterioro físico normal que acompaña a
todo ser humano. Las limitaciones de la
funcionalidad de los órganos de los sentidos, en especial de la vista y el oído.
O bien la manifestación de enfermedades propias de la vejez, como serían la
hipertensión, diabetes, osteoporosis, etcétera. El encogimiento de los huesos y
el decremento de la estatura o el cambio de la postura totalmente erguida por
una encorvada.
Tales cambios
son los que Ovidio resumiría en la “vejez prejuiciosa” a la que se refería en
su texto de “Metamorfosis”.
Dentro de las
del orden psicológico se pueden
introducir las funciones mentales, las emociones, los trastornos emocionales o
la enfermedad mental, los pensamientos y las características del comportamiento.
De Díaz
Portillo (1998), nos interesa una expresión, como lo es “…la derrota ante el
mundo” (pág. 100). Ella considera desde el punto de vista psicológico, aquellos
aspectos relacionados con la perdida de la capacidad de función del ser humano,
al hacerse viejo. O bien por el incumplimiento de las metas que se había
trazado y que ahora, en la etapa tardía de la vida ya no puede resolver, no
tiene la capacidad para realizarlas o le son limitadas en extremo las
oportunidades, le dan la sensación de fracaso o derrota. Cuestión que tiene un
efecto sobre la autoconcepción que el sujeto tenía de sí mismo.
Desde una perspectiva diferente, como lo son los poetas y los
literatos, nuevamente se pueden abordar los caracteres del autoconcepto de tipo
psicológico. Por ejemplo, en Alvarez e Iglesias,
(2007). En sus
comentarios de la “Metamorfosis”, que comprende los libros I al VII de la obra
de Publio Ovidio Nasón cita:
"El
hombre, pues, al mirarse, no mira otra cosa que una sucesión de alteraciones
que lo arrastran inconteniblemente hacia la amargura del
aniquilamiento..." (pág. IX).
Continuando,
"...que hoy lo arrastra inconteniblemente hacia... el
aniquilamiento...", habría una relación muy lógica con el párrafo anterior
ya referido anteriormente. Más cuando se introduce en la cita la palabra
"amargura", el sentido de la oración cambia. Ahora referirse a la
resistencia o a la negativa del hombre al enfrentarse a su aniquilamiento, su
muerte, que necesariamente llegará con la vejez. La "sucesión de
alteraciones" a través de la vida del hombre son evidentes, siendo las más
marcadas en los extremos de la vida del hombre, la niñez y la vejez. Físicamente
hay cambios, al igual que conceptualmente; aunque estos últimos menos
evidentes.
Pero
retomando la mayor parte de la introducción de Alvarez e Iglesias (2007), nos
señala las transformaciones, metamorfosis, de dioses, semidioses y hombres, por
múltiples motivos. Pero siempre metamorfosis por amor, odio, deseo, etcétera,
por la pasión humana o divina, de los cuerpos de estos; permaneciendo tal
pasión o como una forma diferente de cumplirla.
Lo que es cierto aquí es que los sentimientos son de importancia, porque
también afectan al autoconcepto. Alvarez e Iglesias (2007) introduce la
importancia de la emociones para determinar el autoconcepto. De momento, de
manera específica de aquellas que se asocian con la senectud, como son: la
soledad, la tristeza o la depresión, los sentimientos de fracaso o inutilidad,
etcétera. Las cuales acompañan dicho período de la vida.
Aunque no son exclusivas de ella.
En
un estudio más reciente sobre dos emociones de importancia para el hombre, como
lo son la envidia y los celos Reidl (2002), afirma:
“…celos y
envidia… amenazan la autoestima… (pág.151).
Determinando
sus características particulares, dependen del sexo y la cultura de los sujetos
estudiados por Reidl (2002). Menciona que el mexicano es inseguro de sí mismo
por su carácter celoso y con ello se decrementa su autoestima.
Retomando a
Rogers,
hacer la diferenciación entre el yo ideal y el yo real
es de importancia, ya que entre mayor semejanza se da entre ellos, se da mayor
valía y satisfacción en la vida que tendrá el sujeto. En caso contrario, la
insatisfacción con la vida estará presente y el comportamiento indeseable
partirá, desde la presencia de un autoconcepto indeseable. En otros términos,
dicho autoconcepto es determinante del comportamiento del ser humano. Ahora
bien, ante la inconsistencia de los autoconceptos, se daría la imposibilidad de
alcanzar la autorrealización, hacia la cual el hombre tiende de manera innata.
Una forma de
lograr un avance hacia la adaptación con la realidad y con el mundo externo,
sería la ejecución de los mecanismos de defensa, los cuales generan un ajuste.
Sin embargo, el autor menciona que no es lo ideal que deba ocurrir, ya que los
mecanismos de defensa mantienen las incongruencias o contradicciones dentro de
los autoconceptos, con las consecuencias anteriormente señaladas.
Terapéuticamente, se esperaría que el sujeto logre la reintegración de los
propios autoconceptos, que eliminen las contradicciones entre los mismos y que
permitan el cambio de su comportamiento. Para ello es de importancia el ejerció
del autoconocimiento, que es lo único que llevará al ser humano a la posible
reintegración de sus diferentes yoes.
Maslow,
relaciona dos conceptos que nos son de importancia: la autorrealización y los
autoconceptos. Describiendo al respecto la importancia de los segundos para
llegar al primero. Pero sin dejar de lado, que la primera determina a los
segundos, los autoconceptos.
Para Maslow,
la autorrealización es un proceso y no un estado al que se tiene que llegar.
Por eso, el sujeto autorrealizado tiene:
“...sus
autoconceptos íntegros y acordes con sus experiencias; están libres de amenazas
y ansiedad y, por ende, no tienen defensas” (pág. 420).
Implicado con
ello que si no hay permanencia en el camino a la autorrealización, tampoco la
habría en el autoconcepto, pues siempre estarían en constante revaloración una
y el otro. Es algo hacia lo que los individuos tienden y le dan movilidad al
ser humano, favorece o motiva los cambios en el comportamiento y del
autoconcepto.
Maslow
también señala la importancia de dichos autoconceptos, ya que mediante su
integridad y su concordancia con la experiencia permite que surja la “persona
plenamente funcional” (pág. 420). Es decir, que son de importancia para
mantener lo que en general llamaríamos la salud mental del ser humano o su
capacidad de adaptación a su medio ambiente. Pero también para que se de la
autorrealización y se mantenga, como lo señala Maslow.
De la teoría de
los constructos de la personalidad de Kelly,
es importante que una persona se pudiera ver a si mismo, de manera diferente,
al igual que sus problemas Pues con ello se posibilitaría el cambio. Al definir
sus emociones, Kelly señala dos:
“Confianza en
sí mismo, que es la conciencia del ajuste del autoconcepto con los constructos
del rol propio. Y Vergüenza, conciencia de que el autoconcepto propio se desvía
de la interpretación que otra persona tiene del rol de uno” (pág. 433).
Si hay acuerdo
con los roles que le son propios, se da la confianza en sí mismo. Pero al
contrario, la vergüenza no emerge de la no concordancia con el rol propio, sino
con lo que los demás interpretan de ese rol que debe tener el sujeto. Si bien
es cierto que la influencia de los demás, siempre es de importancia, lo será
por que modifica la autoconcepción que previamente se tenía, pero no por la
simple interpretación que haga otro de uno mismo y esta sea discordante. Es en
realidad que se crea una nueva concepción que es dispar con la que se tenía o
con la que es ideal de uno mismo. Aun cuando esta haya sido influida por otros,
después de que es procesado por el sujeto en uno mismo ya no es la
interpretación de los otros sino la de uno mismo. Lo que es relevante es que
ello influye en la manera en que se de la conciencia de la autoconcepción y el
efecto que tenga sobre el mismo sujeto.
Desde
la aproximación cognocitiva social, específicamente de Rotter,
Bandura y en cierta medida de Markus,
tienden a analizar la relación o la correlación entre los autoconceptos y otras
variables y como se influyen mutuamente. Consideramos que la autosuficiencia y
la autoestima, son importantes en la determinación del autoconcepto.
Desde Baldura,
se puede inferir una diferenciación de la autoestima y el autoconcepto. Donde
la primera afecta al segundo. Esto sería igual desde los dos significados que
puede tener la autestima. O bien como emociones que le son propias al sujeto y
que modifican o afectan su propio autoconcepto. O bien desde la propia
estimación o evaluación que la persona hace de sus propias características.
Markus,
presenta sus autoesquemas y su relación con el autoconcepto. Señalando que los
primeros influyen o son importantes para el segundo. Esto nos introduce en un
tipo de variable particular que puede afectar al ser humano, las variables
complejas. No es que la envidia afecte al autoconcepto, sino algo más elaborado
como un autoesquema,
lo que tiene influencia en el autoconcepto.
Uno de los
primeros concepto utilizado, por Rogers,
son las tendencias innatas para alcanzar la autosuficiencia. Es decir, que la
capacidad para ser suficiente consigo mismo es innata, son tendencias
inherentes del ser humano. Ahora bien, en dicho proceso, para alcanzar la autosuficiencia,
Rogers dice, que el hombre requiere de tener una consideración de sí mismo que
sea positiva preferentemente ya que de ser negativa, interfiere el desarrollo.
De esta manera, se afirma que la autoconsideración, la consideración de los
demás por un sujeto y el ser suficiente o autosuficente determinan las
características del autoconcepto humano.
Rotter
dice, que empleando el locus de control encuentra una relación positiva en
este, la autoestima y la autoeficacia.
En resumen
Bandura
afirma que la percepción de una autoeficiencia permite al sujeto afectar sus
pensamientos y sentimientos (pág. 448). Si la misma es baja la relaciona con la
ansiedad y la depresión. Bandura define la autoeficiencia como:
“la estimación
que uno hace de la habilidad para realizar una conducta específica” (pág. 446).
Por último, con
respecto a Bandura, relaciona la autoeficiencia con el autoconcepto.
Markus
señala la relación estrecha entre el autoconcepto y los autoesquemas, siendo
los últimos definidos como:
“...generalizaciones
cognoscitivas sobre el sí mismo...” (pág. 459).
Bandura
destaca la importancia del autoconocimiento para influir la conducta y en la
forma diferencial que tienen este en distintas personas. Cuando el mencionado
autor dice que:
“...estas
variables reflejan aspectos del autoconcepto o estructura de la
personalidad...” (pág. 458).
La
autoeficiencia y el autoconocimiento son partes integrantes del autoconcepto.
Cuando los autores pretenden definir el sí mismo, lo que hacen es colocar entre
paréntesis la palabra self. Con ello indican la semejanza entre ambos concepto.
Por otra parte, hacen una referencia a los roles y funciones reales del
autoconcepto, con lo cual reafirman la relación entre el self y el
autoconcepto. Los autores citan:
“...el sí mismo
influye en como se recibe, procesa y almacena no solo la información acerca del
sí mismo, sino también la información acerca del mundo externo y de los
demás...” (pág. 458).
Debemos suponer
que las características particulares del sí mismo, son los que determinan la
manera de dicha influencia, aunque no dice cuales son estas. En la oración
anterior, los autores se referían al autoconcepto, por lo cual podemos suponer
que esas características tienen que ver con los roles y funciones reales de
este. Por una parte se hace referencia a la similitud en el manejo de ambos
conceptos. Pero por otro lado, nos parece de importancia, pues a pesar de
mencionar la importancia del mundo externo y los demás, enfatizan de manera
implícita la importancia del sí mismo o autoconcepto para lograr esa recepción,
almacenamiento y procesamiento de información que integrará posteriormente
parte del autoconcepto. Con ello podríamos concluir, que los factores sociales
tienen influencia en la conformación del autoconcepto, pero a razón de que no
se excluya la importancia de cómo se procesará esa información por el yo, el
self o el autoconcepto. Siendo de esta manera congruente con la definición que
dan de sí mismo, self o como lo asociamos del autoconcepto, de que es:
“la
representación cognocitiva del tipo de persona que creemos ser” (pág. 458).
Un último párrafo
dentro del libro de los autores trabajados,
se relaciona con su acepción, de que hay múltiples yoes es que parecen ser
independientes entre sí, a pesar de formar parte de una misma unidad. Sin
embargo, ellos consideran que hay una función protectora en ello. Con lo cual
se puede suponer, que hay una influencia mutua entre dichos múltiples yoes.
Cada uno de
ellos es protector, con sus mecanismos defensivos, pero a la vez con grandes
costos para la psíque humana. Por una parte protegen, pero debemos decir que
por la otra desgastan, ya que sus acciones implican un gasto de energía
psíquica. Además, por no estar en la conciencia en un el momento dado, puede
decirse que no tenga efecto. Si lo tiene y es parte de lo que determina el
comportamiento observable y con ello la estructuración de características
determinadas en el autoconcepto.
Ahora bien,
según Gliver (2003), al haber determinado el tipo de emociones, o con las
particularidades que estas tienen, se da la particularidad del comportamiento.
Como en el caso de los niños hospitalizados, donde afirman:
“…parecen
sufrir esta pérdida que aparentemente solo es exterior" (pág.99).
Dándose con
ello características específicas de su conducta, aún cuando sean bebes.
Más, si no se
atiende al hecho de que “...ante la ausencia de los cuidados maternos o de las
cuidadoras habituales, el bebe no los reconoce más…”, se perdería la
conceptualización de Gliver (2003) en relación al sí mismo o el autoconcepto.
En este caso, no refiere a la importancia no solo de la presencia de la madre o
la cuidadora sino también a lo que ellas hacen con respecto al bebé; pues esto
deben su importancia para las modificaciones que se den en el bebé y su
autoconcepción posterior. Es decir, que no es solo lo que los demás dicen de una
persona, lo que afecta al autoconcepto, sino simplemente lo que los demás
hacen. No son solo las palabras lo que afectan, sino también los actos de los
demás los que tienen una influencia en el sujeto mismo.
En una de sus nuevas conferencia, “la
trigésima primera”, S. Freud (1931) afirmaba:
“...la base de eso es lo que se llama
<<identificación>>, o sea la asimilación de un yo a un yo ajeno, a
consecuencia de lo cual ese primer yo se comporta en ciertos aspectos como el
otro, lo imita, por así decir lo acoge dentro de sí...” (pág. 51).
Desde este punto de vista, es como se puede
relacionar el autoconcepto con la identificación. Factor capaz de influir en la
manera que un sujeto se concibe a sí mismo. Término que se le debe considerar
como un proceso psíquico que determina una concepción de la persona. Y el cual
permite la imitación. Pero de manera importante hay que reflexionar, que el
autoconcepto no se refiere a una elección de objeto, y que el yo si puede
tomarse a sí mismo como objeto. Desde esta perspectiva el autoconcepto parece
más una función de ese yo. Por otra parte, S. Freud cita:
“...lo que singulariza muy particularmente al
yo, a diferencia del ello, es una tendencia a la síntesis de sus contenidos y
la reunión y unificación de sus procesos anímicos, que al ello le faltan por
completo...” (pág. 71).
Enfaticemos aquí en “contenidos” y “procesos
anímicos”. Creo que los primeros nos refieren más al autoconcepto social,
familiar, físico o psicológico. Serían en relación a los conceptos que el
sujeto tiene sobre su persona en dichas áreas. En tanto que el segundo nos
refiere a la manera en que se dan esos autoconceptos; es decir se refiere a los
procesos que intervienen para su conformación y modificación, dentro de los
cuales son importantes la percepción, la síntesis, la memoria, etcétera, como
en el caso de las funciones básicas y sintetizadoras de Fiorini (2006). Cuando
se retoma esto, es casi inevitable asociarlas con las funciones de defensa, del
mismo autor. Considerando que ellas matizan, distorsionan o distinguen eso
contenidos que conforman al autoconcepto. Efectivamente intervienen y dan el
toque final a esos autoconceptos. Ellos los particularizan y diferencian.
Retomar el pensamiento freudiano desde su
Psicología de masas y el narcisismo, S. Freud
(1921), de una posible relación entre el autoconcepto y el narcisismo. En ambos
casos, lo importante es la misma persona. Aunque por supuesto, el concepto de
narcisismo es más amplio. El autoconcepto
se refiere a un pensamiento elaborado por el mismo sujeto. En tanto, que el
narcisismo tiene una connotación sexual; mediante él, el ser humano se toma a
sí mismo como objeto de amor. La similitud entre ambos es, que la acción se
dirige de la persona, a la misma persona. Pero desde una perspectiva diferente,
en el narcisismo, el sujeto no solo se toma como objeto de amor, sino mediante
él se observa y manifiesta el agrado por sí mismo.
De esta manera, el narcisismo condiciona una autoconcepción de la propia
persona. Un ejemplo interesante en los internos en un C.P.R.S., podría ser el
hecho de que ellos enfatizan en el cuidado corporal, pero sin observar el
deterioro manifiesto en su rostro, de avejentamiento, por su vida delictiva, de
uso de alcohol y drogas.
Díaz Portillo (1998) menciona que la
autoestima puede verse afectada por:
1.
La “comparación” y la “distancia” existente entre el
yo ideal y el yo actual y real (pág. 28).
2.
El “significado de los diagnósticos” o
“calificativos” (pág. 77) que se asignan a un individuo la afectan, aunque la
autora no aclara de que manera se da tal afectación.
3.
Los mecanismos de defensa, cuya “puesta en juego” y
evidenciados a través de los “elementos vocales“ o “preverbales” de la
comunicación (pág. 28) permiten preservar o amenazar a la autoestima o al
“equilibrio psíquico”.
4.
Las “perdidas” (pág. 109) sobretodo cuando son
repetitivas, la “minan” al igual que al “soporte emocional del paciente”. Aquí
se podría incluir incluso a la frustración, como un mecanismo psíquico, que
implica “perdidas” o ausencias de satisfacciones, que afectarían con ellos la
autoconcepción individual.
5.
Las circunstancias o experiencias vitales (pág. 124)
pueden decrementarla.
Decremento en sentido negativo de manera implícito y aunque la autora no lo
afirma así, se puede inferir que lo positivo la puede sustentar o incrementar.
6.
“...La presencia de familiares mentalmente
perturbados, genera temor a la locura, produce un ambiente depresivo, cargado
de resentimientos y culpas, capaz de perturbar en forma permanente, el estado
anímico del sujeto, su autoimagen y autoestima, dependiendo de la edad desde la
que se encuentra sometido al contacto con el enfermo...” (pág. 136). Dicha cita
contiene además dos aspectos que son de interés analizar y son:
a)
La existencia de la enfermedad o trastorno mental
afectan al estado de ánimo,
la autoimagen y la autoestima. La distinción entre las dos últimas se
reconfirma cuando se plantea que: “...La necesidad de preservar la imagen
pública de los padres poderosos, constituye una carga que difícilmente deja idemne la autoimagen
y la autoestima y espontaneidad de los vástagos de tales familias...” (pág.
127) los afecta.
b)
Hay un efecto derivado de la relación de un
individuo con la enfermedad o los trastornos mentales en la autoestima pero
dependiendo de la edad de estos o de la vivencia con los mismos. Por ejemplo,
en un caso de retraso mental,
miembros infantiles se comportaban agresivamente hacia la hermana con tal
padecimiento, en tanto que al crecer, se transforman en los protectores de la
misma.
En ellos se dio un cambio, que por supuesto favoreció a la hermana con retraso
mental. Con ello se propició una mejor vida para la paciente afectada.
Importante porque el delincuente no vive solo o aislado sino en un entorno
familiar.
Continuando
con Díaz Portillo
(1998) permite avanzar en la conceptualización de las influencias psicológica
del autoconcepto. Ella cita:
“...El superyó... Tiene
además funciones de protección y recompensa, que se establecen en forma de ideales
y valores (ideal del yo), modelo al que intenta ajustarse el sujeto y con el
cual se compara, derivándose de tal comparación un mayor o menor grado de
autoestima, dependiendo de la distancia existente entre el ideal y el yo real,
actual...” (pág. 17)
La
cita introduce como las estructuras internas psíquicas del ser humano tienen un
efecto sobre “...el grado de autoestima...” que se puede tener. Ello ocurre en
la medida de que existe un punto de comparación como son el superyó, el ideal
del yo y el yo ideal. La cercanía a ellos decrementa la posibilidad de
inadecuación y discordancia; por lo tanto, de recibir una influencia negativa,
como lo sería desde la conciencia moral o desde el mismo superyo.
Por
otra parte, nos interesa la “comparación” como un proceso que favorece el nivel
de autoestima que se puede tener. Es una comparación contra lo que ha sido
introyectado, internalizado a partir de una identificación. Ahora bien, a pesar
de esto, no se justifica los intentos de evaluar el autoconcepto a partir de lo que los demás dicen de uno mismo. Esto
parece reafirmarse con una segunda cita de la autora en la cual menciona:
“La
identificación es una secuela de la introyección, consistente en la adopción,
total o parcial, de aspectos, propiedades, modos de funcionamiento, normas y
valores de los objetos significativos en la vida del sujeto...Y constituyen la
base de la identidad, experiencia de sí mismo como unidad única y coherente,
cuya continuidad se mantiene a través de los cambios intrapsíquicos y ambientales...”
(pág. 20)
Agreguemos
además, el señalamiento de que la experiencia de sí mismo, siempre es una
experiencia única y coherente.
Al
referirse Díaz Portillo (1998) a que:
“...tanto los
elementos vocales...como los
preverbales,...indicios sobre los acompañantes afectivos de la
comunicación que le permite deducir los diversos mecanismos defensivos puestos
en juego por el entrevistado, para preservar su autoestima y equilibrio
psíquico” (pág. 28).
La
autora
reconfirma con esto, que las funciones de defensas del yo (Fiorini, 2006)
tienen efectos sobre la autoestima o el autoconcepto. La referencia, de manera
literal, nos sirve de respuesta afirmativa.
1.
“Frente a
estas situaciones responderemos como siempre, explorando qué significa el
diagnóstico que desean obtener de nosotros. Que significa para ellos ser
neurótico, esquizofrénico, paranoide, etcétera. En qué forma afectan estos
calificativos su autoestima, eficiencia adaptativa en relación a los demás...”
(pág. 77)
2.
“(en un caso clínico, la autora
dice)... Los mecanismos usados por el paciente para combatir la intensa
culpa... recursos básicamente intelectuales y obsesivos, cuyo fracaso amenaza
tan seriamente la autoestima, que conduce a intentos suicidas...” (pág.
109)
3.
“...mostrándonos primero los aspectos positivos de
su vida sobre los que sustenta su autoestima...” (pág. 118)
4.
“...hay personas en las que, ciertas circunstancias
o experiencias vitales provocan disminución en la autoestima...” (pág. 124)
5.
“..La necesidad de preservar la imagen pública de
padre poderosos, constituye una carga que difícilmente deja idemne la
autoimagen y la autoestima y espontaneidad de los vástagos de tales
familias...” (pág. 127)
Como
segundo punto, hay que señalar el acuerdo, de que tales aspectos del psiquismo
humano son afectados por múltiples eventos; los cuales pueden distorsionarlos o
en su contraparte incrementarlos o mejorarlos. Un factor especifico, es el de
la participación en la psicoterapia de grupo. Cuyo proceso reactualiza o
evidencia tales distorsiones o peculiaridades negativas que lesionan o provocan
sufrimiento en el ser humano. Pero, que a la vez en el proceso terapéutico
pueden modificarse por el influjo del mismo, al generarse la “experiencia
emocional correctiva”.
Ello nos parece de importancia, porque retoma con respecto a los eventos
vivenciados por un sujeto no la actualidad sino su permanencia. Es decir, que
los eventos actuales reactivan los trastornos sobre lo que, resumiríamos,
tuvieron un efecto sobre estructuras como el autoconcepto, que no solo se
determina desde el presente, sino también desde ese pasado remoto. Las
vivencias y la manera en que estas se dieron influyen en la actualidad y como
lo hicieron en el mismo pasado. Dependiendo de las influencias y la manera en
que se dan afectan más o menos el autoconcepto o la imagen, dándose ello desde
la infancia y en las relaciones familiares. Esto a su vez introduce en el hecho
de como dicho autoconcepto se conforma. No surge de manera espontánea, es
producto de un proceso de diferentes influencias como lo social. De esta nos
habla Díaz Portillo (2000) cuando afirma:
“...la función
organizadora de la imago corporal apuntala los límites del yo corporal. Se
establece un nuevo límite en las fronteras del grupo, que funciona como el
cuerpo común mayor...” (pág. 83).
El
cuerpo humano es de especial interés para la conformación del autoconcepto,
específicamente desde la piel y no de la totalidad del organismo, tal como Díaz
Portillo (2000) lo hace saber al menciona:
“...en él sólo
existe un pre-yo corporal; yo piel, que se asocia con el interior de la imagen
del cuerpo de la madre proyectada sobre el grupo...” (pág. 82).
Importancia
de la piel, tanto para hablar del autoconcepto como para relacionarlo con la
estructuración de este o como uno de los influjos que lo determinan. Pues bien,
porque es uno de los órganos sensoriales más extensos del ser humano, a través
de la cual tiene conocimiento de su entorno y al final le permite iniciar el
proceso de diferenciación de lo que en psicoanálisis se llama la diferenciación
del yo y el no-yo. Es aquello que nos permite saber que somos parte de algo,
pero que a la vez somos diferentes de el. Específicamente y de acuerdo a
nuestra autora en revisión, del grupo.
Somos parte de un grupo pero a la vez tenemos una individualidad. Ejemplo de
ello lo encontramos en la referencia siguiente:
“La psicología
del self contempla lo que ocurre en los grupos como función de la dinámica
existente entre los selves y sus objetos/sí mismo...su variedad en los grupos
estimula la reactuación y examen de las relaciones sí mismo objeto/sí mismo
deficiente (pág. 108).
Retomando a Anastasi y Urbina (1998), es de
importancia la consideración siguiente:
“...El efecto de la evaluación que el
individuo hace de su propia ejecución; de hecho, suele describirse la
autoestima como el componente evaluativo del autoconcepto que a largo plazo
puede influir en el desarrollo de los rasgos cognoscitivos y afectivos” (pág.
455).
Importante
es la cita por que señala que el autoconcepto que se tenga, puede afectar los
rasgos cognoscitivos y afectivos. De la manera en que una persona se evalúe a
sí mismo será como cognoscitivamente elaborará una forma de conceptualizarse y
dará las características del afecto que estará presente en un individuo dado.
Valencia (2001), realiza su investigación
retomando los planteamientos de La Rosa (1986), citado la utilidad de la escala
de autoconcepto elaborada por dicho investigador, diseñada a partir del
diferencial semántico. En su trabajo señala, que diversos sentimientos o
estados de ánimo influyen en dicho autoconcepto. Se refiere a ellos al citar:
“...cuanto el yo ideal se reporta, como el de
una persona más realizada, animada, feliz, jovial, optimista, contenta,
triunfadora y alegre, los puntajes del autoconcepto real también se
incrementaban” (pág. 136).
Es indudable, que las características, como
se muestren las actitudes que tengan o los sentimientos que embarguen al ser
humano, son determinantes en el “autoconcepto real”.
El bienestar, así lo resumiremos, en el
sujeto favorece la caracterización de una manera determinada de ese
autoconcepto.
Considerando a Mahler (1980), con respecto a
la autoestima retomamos la siguiente cita:
"...los
segundos dieciocho meses de vida son un período de vulnerabilidad. Es el tiempo
en el que la autoestima del niño puede desinflarse..." (pág. 42).
Por
esto, la autora concluye en que la edad del sujeto puede ser un factor de
importancia en la determinación de la autoestima o el autoconcepto.
Por
lo que respecta que un niño de dieciocho meses tenga una autoestima con ciertas
características de momento no se le define. Hipotetizamos que se le supone su
existencia, aún cuando no se ha dicho que es. Además de que según la autora se
puede ver afectada, modificada o determinada. Acotemos, además, que Mahler
(1980) nos habla constantemente de diferentes "auto-" en sujetos cuya
principal característica es el autismo.
Destaquemos
la diferencia que la autora hace de "imagen corporal" y
"autoimagen", diremos de momento que la "autoimagen" y
varios componentes de la "autoimagen", anteceden o componen a la "imagen
corporal". Por tal motivo, como se de la primera, se determina la segunda.
Señalemos
ese término "sensoria" que nos refiere a los fenómenos
sensoperceptuales y desde donde podemos referirnos a la autoimagen; más su
constancia solo se puede enfocar en relación a la memoria. Pero también nos
lleva a considerar que las demás funciones del yo
intervienen en la conformación del autoconcepto.
Aunque
se plantea con poca amplitud, otro punto a indicar, es ese
"...afectivamente agotada...", relacionado ello con la autoimagen
agotada. Si nos referimos a lo "afectivamente" como una carga
energética o "catexis" podemos hablar de ese agotamiento. Pero
también nos habla de que el autoconcepto puede cargarse o descargarse
"afectivamente": o de que puede haber varios autoconceptos o yoes con
diferentes cargas energéticas.
Doménech
(2003), incursiona en otros componentes psicológicos o actividades que pueden
afectar el autoconcepto. Dentro de las primeras tenemos a “…la seguridad en sí
mismo…”, el estar “…satisfechos de sí mismo…”, “...el desempeño satisfactorio en
la actividad…”, del tipo cualquiera que esta sea; así por ejemplo, ella señala
“…el desarrollo de habilidades físicas o de algún deporte…”, se relación con el
autoconcepto y la satisfacción en el desarrollo de las habilidades deportivas.
Al
estudiar la población femenina en relación al deporte como lo hace Doménech
(2003), señala la importancia del deporte el dominio de habilidades físicas y
los aspectos culturales como factores que influyen en la seguridad personal, la
satisfacción de si mismas, el dominio de una actividad y por supuesto de su
autoconcepto. Esto es válido incluso para los minusválidos, quienes a pesar de
sus limitaciones físicas desarrollan otras capacidades de manera
compensatorias. Sin considerar la salud física, el efecto sobre su autoconcepto
también está presente desde el punto de vista de la adquisición, desarrollo y
mantenimiento de habilidades. Así no es fácil el dominio de una disciplina
deportiva con las reglas o características de los competencias de los
minusválidos.
Valdez
Calderón (2001) enfatiza, no solo en el hecho de que la realización de una
actividad puede tener efecto sobre el autoconcepto. Sino que el lugar donde se
realiza la misma tiene dicho efecto. Es indudable, que dos nuevas actividades
implican un efecto sobre el autoconcepto, como son el tener un trabajo o el
lograr una escolarización determinada. Y no solo el estar fuera o dentro de su
casa. Por otra parte, el autor, la escolarización de las pacientes esta
relacionada con una forma de pensar específica de aquellas se someten a un
procedimiento quirúrgico acorde con su padecimiento físico. Con ello se
concluye que la histerectomía en la mujer no afecta o afecta menos su
autoconcepto si ella trabaja o si tiene mayor escolaridad.
Por último
Valdez Calderón (2001), retoma el hecho de cómo una función psíquica, participa
en la conformación del autoconcepto, cuando menciona que la percepción que se
tiene de uno mismo es importante para ello.
Específicamente Rosenthal and
Simeonsson (2008) se refieren a otra función humana, sobre la cual concluyen: que en los
adolescentes con trastornos emocionales hay una relación negativa entre su
inteligencia y su autoconciencia.
Además,
indican una diferenciación por género que podría afirmarse afecta el
autoconcepto, señalando al respecto: que existe una mayor tendencia a la
autoconciencia en las mujeres que en los hombres que estudiaron.
Analizando
el trabajo de Clymer (2009), es importante el sentimiento del yo, que la autora
relaciona con el autoconcepto, la identidad y la personalidad, como parte de la
última.
Clymer (2009)
está convencida de que un autoconcepto positivo, una autoimagen saludable son
importantes en el desarrollo del ser humano, de la personalidad o de la
identidad positiva del ser humano. Como proceso psíquico, la personalidad
también participa en la estructuración del autoconcepto.
Ahora
bien, ella estudia aisladamente el
autoconcepto y lo aborda desde la psicología de la sordera, que incluye la
presencia de dicho padecimiento de manera total o por la disminución severa de
la capacidad auditiva, tanto de origen congénito como adquirido en la temprana
infancia. En cuanto al período en que surge la sordera, debe observarse entre
el adulto y el niño y, en estos últimos, antes de la aparición del lenguaje o
en los inicios del lenguaje.
Contextualizar
la conceptualización de Clymer (2009) es importante pues afirma, que la
capacidad del hombre para escuchar sonidos, contribuye al desarrollo de
sentimientos y afectos; tal como contribuyen la succión, los movimientos y los
sueños. De hecho, considera que:
“...Los
sentimientos y afectos desarrollados en las primeras semanas de vida a través
de la expresión biológica necesita tanto del movimiento como del sueño,
sentimientos también desarrollados en respuesta a la vista (sight) y el sonido
(sound)” (pág. 114).
La
vista nos refiere a órganos de los sentidos, pero el sonido no. Lo cual, quizás
habría sido más congruente sí usara en lugar de la vista las imágenes, con lo
cual se coincidiría con los sonidos; pues de esa manera ambos serían productos
o tendrían efecto sobre un particular órgano de los sentidos. Aunque de una
manera diferente, la cita pudiera emplear en lugar de sonido, el término oído.
El
uso de sonidos e imágenes o vista y oído tiene implicaciones diversas. Son
importantes en relación a que son vías (sensory input) de captación, obtención
o entrada de información que rodea al sujeto; función de todos y cada uno de
los órganos de los sentidos. Cuestión que es fundamental en relación al
autoconcepto, en el sentido de que, el autoconcepto es un producto del
individuo pero no aislado y ajeno al medio que
rodea al sujeto o de la realidad.
Clymer
(2009) observa, que la vista y la audición favorecen la comunicación y la interrelación humana; destacando que:
“...Los niños sordos no experimentan un alivio
cualitativo de la voz de la madre cuando está cerca y fuera de la vista...” (pág.
115).
Aquí,
el sonido funciona como un lenguaje en el sentido de los símbolos; por ejemplo
en el concepto de árbol. Esto conduce a pensar, que el sonido y el oído
funcionan de tal manera para conformar el autoconcepto. Esto implica la
preexistencia del concepto auditivo o aquel que induzca la imagen. Solo así se
podría tranquilizar el niño con la voz, aunque la madre no este a la vista.
Por
esto, de acuerdo a Clymer (2009), tener un autoconcepto sin poder comunicarlo,
no tiene sentido. Es necesario que ello sea comunicado hacia los demás. Y es,
bajo ello, que adquirió valor. Aun en los casos individuales, desde el
psicoanálisis, se puede decir, que ese proceso de comunicar un autoconcepto
está presente. A otros o ese “Otro”,
es al que se comunica. En términos técnicos, hay que considerar también lo que
se llama “diálogo interno”.
Pasemos
ahora a otro padecimiento donde existe la capacidad de hablar pero que se
relaciona con los planteamientos de la autora
en cuestión, la ceguera. Dichas personas pueden tener la palabra, por ejemplo,
verde, árbol, etcétera, pero no la imagen; sobretodo cuando fueron ciegos de
nacimiento. Desde esta perspectiva retomemos que el autoconcepto se relaciona
con una verbalización y un sistema de comunicación, a través de sonidos o
señas; por ello Clymer (2009) aboga por y por la importancia del American Sing
Lenguage (ASL) en los Estados Unidos Americanos
y afirmado que:
“...Si cada
niño sordo no pudiera escuchar su propia voz, ellos deberían tener un retraso
en la definición de su sentimiento del yo como separado de otros...” (pág.
114).
Desde
este punto de vista Clymer (2009) independientemente de las limitaciones o
características físicas o funcionalidad de los órganos de los sentidos,
específicamente, se da una estructuración del autoconcepto en los seres humanos.
Además,
Ellis and Davis (2009)
consideran que los procesos de pensamiento, el funcionamiento conceptual y los
cambios conceptuales son factores importantes que influyen el autoconcepto. Así
mismo, este se ve afectado por los eventos externos y tiene su origen en la
infancia, teniendo un desarrollo hacia la completa conciencia del self.
De acuerdo a
Ellis y Davis (2009), el autoconcepto
esta en íntima relación con el desarrollo de la inteligencia.
Favoreciendo esta la estructuración del autoconcepto.
En tanto que
dentro del orden social se
incorporan aquellos de orden familiar e interpersonal o social.
En la revisión
de los conceptos rogerianos, Libert y Spiegler (2006), revisan los estudios de
Forsman (1989) en especial, relacionando la autoconsideración y la autoestima y
donde concluyen:
“...la
autoestima de hombres y mujeres en la edad adulta se relaciona de manera
positiva con la consideración positiva incondicional percibida en la infancia,
en especial de los padres” (pág. 408).
De la cita
anterior se pueden deducir dos influencias de importancia para el ser humano,
para determinar dicha autoestima o autoconcepto,
que son: la influencia paterna y la época infantil; de las cuales, por lo
regular todo ser humano se ve influido. La consideración que los padres hacen
de este y como la hagan tiene un efecto en su persona en general. Ahora bien,
no hay que olvidar, que ejercida la consideración de los padres, uno de los
efectos es la generación de la autoconsideración. Con ello se da importancia no
solo a los efectos del mundo externo sino también al mundo interno del sujeto.
Es el mismo, quien a fin de cuentas, con su interioridad es quien determina su
ser. Son ellas las que le permiten su realización y más correctamente su
autorrealización.
De otra manera, según Maslow,
la experiencia y el ambiente en el cual se desenvuelve el sujeto favorecen las
características de dichos autoconceptos.
En
otro momento Gliver (2003) menciona:
"...El
bebe introyecta, pues, mucho más que el alimento. La prueba nos la aporta el hospitalismo,
provocado por la ausencia brusca de la educadora habitual del niño; a pesar de
que a éste se le prodigan todos los cuidados que él ya conoce, el niño no
<<se>> reconoce más, como consecuencia de haber perdido el contexto
materno que le era propio. Parece haber extraviado una parte de sí mismo, y
sufrir esta pérdida que aparentemente solo es exterior" (pág.99).
El
primer punto que llama la atención es ese juego con respecto a la educadora y
al niño hospitalizado, son los cuidados que el niño ya conoce, pero que a pesar
de su presencia ante la ausencia de la educadora habitual, el niño no
"se" reconoce; de acuerdo a esto se debería decir más bien, que no
los reconoce más (a los cuidados). Sobretodo cuando continúa diciendo, que ese
no reconocer se debe a la pérdida del contexto materno que le era propio. Pero,
aquí tampoco se refiere a la madre sino a aquel contexto materno que es propio
al niño o sujeto. En otros términos, aunque se hace referencia a la madre o a
la educadora, no se refiere a ellos como individuos externos o ajenos al niño,
sino en la medida de que estas son introyectadas, pasan a formar parte del
niño.
Al
finalizar la cita, la autora
se refiere a que el niño parece haber extraviado una parte de sí mismo;
importante ya que ese sí mismo nos refiere a la persona o al sujeto, el niño.
Ahora bien, si puede perder una parte de sí mismo, esto nos indica que otra
permanece y si la pérdida que tuvo fue el contexto materno, entonces hay otras
partes que lo integran. De esta manera es el sí mismo, lo que el niño busca
reconocer y lo que nunca se pierde en su totalidad.
Por otra parte, al referirse a ese
reconocimiento, es indudable que en el caso que presenta la autora, no debe
referirse a un conocimiento previo, perdido, pues de lo contrario no podría
haber un re/conocimiento; y desde una perspectiva diferente habría que
reconsiderar que para haber un reconocimiento, se quiere decir que esa perdida
no es total ya que es posible recuperarla.
Si se mantiene que el sí mismo y autoconcepto son sinónimos, la concepción vale
para este último Esas perdida de partes del autoconcepto provocarían
modificaciones en él. Generándose de
este modo un autoconcepto no integrado,
como en el autismo o esquizofrenia infantil.
De
una manera diferente, el análisis de la influencia materna nos introduce en el
planteamiento del efecto del medio ambiente familiar para la conformación del
autoconcepto, pero a la vez para la determinación de la conducta. En dicho
caso, de manera concreta, en la primera infancia por la presencia de la madre.
Pero desde una perspectiva diferente también de la influencia del medio
ambiente que rodea al sujeto. Es decir, por la interacción de este con otros
seres humanos. En este caso, representados por las cuidadoras del infante en
las guarderías. Pero que sin problemas se puede hacer extensivo a todos los que
participan en la educación del sujeto. Sea dicha educación en sentido
académico, religioso o de otro tipo.
El
hospitalismo, los cuidados maternos y de las cuidadoras en los hospitales, Gliver (2003), se pueden considerar como
factores sociales que influyen en los estados emocionales particulares de los
pequeños seres humanos, bajo dichas situaciones y por lo tanto en la
conformación de su autoconcepto.
La
consideración del grupo en el cual se involucra una persona tiene un efecto
sobre la persona (Díaz Portillo, 1998):
“...la función
organizadora de la imago corporal apuntala los límites del yo corporal. Se
establece un nuevo limite en las fronteras del grupo, que funciona como el
cuerpo común mayor...” (pág. 83).
Por analogía
menciona como se ve afectado la imagen social o grupal que tiene un sujeto. La
cual recibe una influencia del mismo grupo y que afecta no solo la imagen
personal, sino también su autoconcepción grupal o como ente social.
En
este punto es relevante:
“...La
autoimagen defectuosa y la baja autoestima pueden preceder del fracaso en la
rivalidad fraterna, la privación del afecto, el castigo y el rechazo excesivo
de los padres, así como de un superyó severo o de un yo débil...” (pág. 367).
Dependiendo
de las influencias y la manera en que se dan, afectan más o menos el
autoconcepto o la imagen de sí mismo, dándose ello desde la infancia y en las
relaciones familiares.
Ahora
bien, ello nos introduce en la manera en que dicho autoconcepto se conforma. No
surge de manera espontánea, sino que podemos suponer con certeza que es
producto de un proceso o de diferentes influencias. Una de estas influencias
sería el factor social. De esta nos habla Díaz Portillo (2000) cuando afirma:
“...la función
organizadora de la imago corporal apuntala los limites del yo corporal. Se
establece un nuevo limite en las fronteras del grupo, que funciona como el
cuerpo común mayor...” (pág. 83).
Retomando
a Díaz Portillo (2000) quien enfatiza la piel,
como factor importante para la diferenciación del yo y el no-yo y esto de la
conformación la imagen o el autoconcepto del sujeto mismo; es importante su
extrapolación, dicha piel, hacia la concepción de los grupos sin importar las
características de los mismos. Se puede decir, que aquello es lo que nos
permite saber que somos parte de algo, pero que a la vez somos diferentes de
él. Somos parte de un grupo pero a la vez tenemos una individualidad como grupo
social. Ejemplo de ello lo encontramos en la referencia siguiente:
“La psicología
del self contempla lo que ocurre en los grupos como función de la dinámica
existente entre los selves y sus objetos/sí mismo...su variedad en los grupos
estimula la reactuación y examen de las relaciones sí mismo objeto/sí mismo
deficiente (pág. 108).
La
consideración por Freud
(1921) del amor a sí mismo, da pauta para incursionar en el análisis del
autoconcepto desde una perspectiva diferente, por extrapolación, el narcisismo.
En su psicología de masas refiere:
“Pero toda esta
intolerancia desaparece, de manera temporaria o duradera, por la formación de
masa y en la masa. Mientras esta perdure o en la extensión que abarca, los
individuos se comportan como si fueran homogéneos: toleran la especificidad del
otro, se consideran como su igual y no tienen repulsión alguna hacia él... una
restricción así del narcisismo sólo puede ser producida por este factor: una ligazón
libidinosa con otras personas. El amor por sí mismo no encuentra más barreras
que el amor por lo ajeno, el amor por objetos... ni siquiera se produce una
restricción duradera del narcisismo, pues aquella tolerancia no dura más tiempo
que la ventaja inmediata que se extrae de la colaboración de otros”. (pág. 97)
Dentro del tema del autoconcepto y en
relación a la teoría freudiana, en Psicología de masas, emerge la
conceptualización de que el Yo social es una internalización de los preceptos o
procesos sociales en que un sujeto se desenvuelve. Las diferencias o
similitudes en una concepción del sujeto mismo y las personas que lo rodean,
hacen que se integre una autoconcepción particular del sí mismo. Renunciando a
las diferencias para ser parte de un todo (social) como lo afirman, desde la perspectiva de la
psicología social, en México, Díaz Loving, Reyes y Rivera (2002).
Esto
es de importancia, porque si bien la opinión ajena necesaria para una persona;
en realidad, es más esencial la manera en que el sujeto mismo la tome o se la
adjudique. Es de esta manera como puede tener influencia sobre el sujeto mismo.
Ejemplo de ello sería una persona a la que se le dé un calificativo negativo,
en dos personas puede tener efectos diferentes; uno tal vez se deprima por ello
pero otro tal vez se enorgullezca de lo mismo.
Incluso es posible que haya otras respuestas para ese mismo calificativo. Una
explicación para esto, desde la psicología clínica, es que la estructura
participante de cada sujeto, es lo que determinará la manera en que un
calificativo los afectará.
Por
ello, una medición del autoconcepto, solo a partir de la opinión que los demás
tiene que ser limitada. Aunque tal influencia social no debe desestimarse como
un factor de importancia en la conformación del autoconcepto como lo enfatizan
dichos autores. Una características más del autoconcepto, es que este es
multidimensional.
Para
continuar con el análisis respecto al autoconcepto, no debe dejarse pasar un
concepto fundamental, relacionado con las redes semánticas, la memoria
semántica. Según Tuluing (1972, citado por José Luis Valdez, 1991, pág. 15) es:
"...es la
memoria necesaria para el uso del lenguaje... que organiza el conocimiento que
una persona posee acerca de las palabras y otros símbolos verbales, si sus
significados y referentes, acerca de las relaciones entre ellos y acerca de las
reglas, de las formulas y algoritmos para la manipulación de estos símbolos, conceptos y
relaciones".
La
concepción de memoria semántica, retomada por Lachman et al. (1979), citado por
José Luis Valdez, 1991, pág. 15) son importantes; así, cuando este afirma:
"...toma
en cuenta la capacidad humana para construir una representación interna de la
realidad, a través de la cual se interpretan las experiencias pasadas, se hacen
predicciones, se atribuyen causalidades y se conectan ideas viejas dentro de
nuevas combinaciones...".
El
autor
considera que el autoconcepto es una representación interna de sí mismo, en la
cual los conceptos y el lenguaje son fundamental; ello, independientemente de
la influencia social en la construcción de la misma. De hecho cuando nos
referimos al autoconcepto y a la conciencia de enfermedad en 1984, se
consideraba que la memoria era indispensable para referirnos a ambos conceptos.
De una manera diferente, en su "Proyecto de psicología para neurólogos"
de S. Freud (1895) refiere algo similar. Así, la memoria semántica debe ser
considerada para referirnos al autoconcepto después de hablar de las fuentes u
orígenes del mismo.
Además,
no hay que olvidar, que si bien es cierto que el lenguaje o la representación
mental, pasa por procesos psíquicos, ello no es ajeno del contexto social. La
influencia del medio en el cual el sujeto se desenvuelve, participa en la
configuración de tales representaciones; y a la vez genera el lenguaje, que
permitirá el conocimiento y la comunicación de la autoconcepción humana.
Dentro
de la definición del autoconcepto de José Luis Valdez (1991) nos parece
central:
"...un
autoconcepto consensual
o general a partir del cual se podría crear un nuevo instrumento, y comenzar a
teorizar aunque cualitativamente, acerca de sí mismo,..." (pág. 60).
La
autoconcepción consensual es importante para la construcción de un autoconcepto
como representación, siendo esta la del grupo evaluado o de la sociedad pero no
del individuo, como unidad diferenciada de su grupo. De acuerdo a Fitts (1965)
o a James (1950) sería el yo social o el autoconcepto social, que son solo una
parte del autoconcepto.
El segundo aspecto se relaciona con la
definición del autoconcepto, de la cual José Luis Valdez (1994) dice: que es:
"Una
estructura mental de carácter psicosocial, que implica una organización de
aspectos conductuales, afectivos y físicos reales e ideales acerca del propio
individuo, que funcionan como un código subjetivo de acción, hacia el medio
ambiente interno y externo que rodea al sujeto" (pág. 33).
Reflexionemos
sobre dichas definiciones, es importante saber el significado del carácter
psicosocial. Ya que tanto lo psíquico como lo social son de difícil definición.
Esto se dificulta más aun al tratar de definir lo real y lo ideal
"...acerca del propio individuo…". Pero, desde el individuo, eso real
o ideal serían imposibles de aprehender pues ello es único y diferente para
cada ser humano. Ahora bien para pensarlo desde lo social, lo real y lo ideal,
se tiene que tener en cuenta el núcleo social que lo contextualice. Siendo de
esta manera necesariamente consensual.
Incluyendo
esta postura, el estudio del autoconcepto de José Luis Valdez (1994) es
acertado, al evaluar diferentes muestras, que corresponden a diferentes áreas
geográficas del país (México); suponiendo que a pesar de las diferentes
interregiones hay un factor común entre el pueblo mexicano.
La
concepción social de las características del autoconcepto, de los individuos que
la integran nos refieren a la concepción
de un pueblo hacia algo; más, esto es diferente en relación a como se
asumen los estereotipos sociales por un individuo. Esta forma de asumir sería
lo que se relaciona con su autoconcepto. De otra manera solo debemos afirmar
que la sociedad y su concepción o estereotipos influyen el autoconcepto de los
seres humanos.
Referirnos
a los factores sociales del autoconcepto, es inevitable relacionarlo con los
estratos socio-económicos y los sistemas socio-económicos, políticos e
ideológicos, como determinantes o aspectos que influyen la autoconcepción, Al respecto
hay diversos estudios méxico-norteamericanos (José Luis Valdez, 1994; Díaz
Loving, Reyes Lagunes y Rivera, 2002 y Díaz Guerrero, 2007) han corroborado tal
conclusión. De que si hay datos concluyentes de que la cultura y en especial
que el nivel socio-económico influyan el autoconcepto.
Cifosis. (Del gr. κύφος, convexo, y -sis). f. Med.
Curvatura defectuosa de la columna vertebral, de convexidad posterior. Biblioteca de Consulta Microsoft® Encarta®
2008.
Escoliosis. (Del gr. σκολιός, tortuoso, y -sis). f. Med. Desviación
del raquis con convexidad lateral.
Biblioteca
de Consulta Microsoft® Encarta® 2008.
Freud, S. Psicología de
Masas y Análisis del Yo.
Clínicamente,
se observa un caso de daltonismo. Al enfrentarse a los colores que no podía
ver, un adolescente, pero que los demás si veían, se provoca cierto grado de
introversión o una ligera separación de los demás, al menos en ciertas actividades.
Dicho personaje nunca comunicaba la mencionada deficiencia y al parecer la
ocultaba. Una mayor introversión, de un paciente infantil, se da cuando existen
problemas del lenguaje. Ante este padecimiento, el paciente se aisla o limita
sus interacciones sociales; llegándose a dar incluso un retraso mental leve y
funcional. Ante estos casos emerge una cuestión ¿cómo sería el autoconcepto de
tales pacientes? A ello hay que agregar, la forma en que los padres, que saben
o intuyen la disfuncionalidad del los hijos, generan particularidades en el
trato hacia el hijo o lo limitan y “protegen” a su hijo en su interacción
social. Lo hacen ser diferente de los demás. Pero el mismo niño esta en
desventaja, en el desarrollo y funcionamiento, en comparación con los
“normales” (inédita). Induciéndose con ello un comportamiento
diferencial. Retomemos por último, algunos aspectos de la cita Clymer (2009) utiliza
la "...defining their sense of self...", expresión que creemos esta
relacionada con el autoconcepto y que sería una forma
de definirlo. Así, "...defining...", lo traducimos como definición,
cuyo significado tiene también que ver con descripción; así sería valido, que
el autoconcepto es la descripción que el sujeto hace de sus características físicas,
psicológicas, familiares y sociales. Clymer (2009) también señala: "...their own choice...". Aquí es importante el énfasis
sobre el sentimiento de su yo que es diferente de los otros; lo cual diferencia
el "auto-" (-concepto).. Aquí hay que recordar la afirmación de
Sigmund Freud (1905), de que la caricia o el tocar la piel del bebé durante el
baño, permite que este diferencie o "defina" (Clymer, 2009), su
cuerpo, su yo o los limites de su yo y el no-yo. También hay que tener presente
la elaboración del test de la figura humano de Karen Machover (Portuondo, 2007),
que supone, que tal dibujo es la imagen del propio yo proyectado y que Lacan
(1949) enfatiza en la importancia de la imagen del niño reflejada en el espejo,
en la estructuración del yo durante el estadio del espejo. Considerandoa las
personas que se encuentran recluidas por haber cometido un delito, podría ser
de importancia un viejo dicho de las madres de estos: “ este (el recluso) me ha
sacado canas verdes desde que nació; siempre fue muy inquieto y rebelde, a
pesar de que se le castigaba. Comparándose con frecuencia con algún otro
familiar problemático.
Freud, S. (1921). Psicología de
Masas y Análisis del Yo.