sábado, 6 de octubre de 2018

MONOLITO EN UXMAL

La presente pintura representa mi primeros intentos por lograr plasmaren una pintura lo que veía.

MONOLITO EN UXMAL
TECNICA: Oleo sobre tela
74cm. X 79cm.
FECHA: Julio, 1993
AUTOR. Mtro. Ps. Alejandro Fabela Alquicira


CAPITULO III.- EL AUTOCONCEPTO Y LOS C.P.R.S. EN EL ESTADO DE MÉXICO.

CAPITULO III.- EL AUTOCONCEPTO Y LOS C.P.R.S. EN EL ESTADO DE MÉXICO.
a) EL AUTOCONCEPTO EN EL DELITO Y LA RECLUSIÓN EN UN C.P.R.S.
b) CARACTERÍSTICAS DE LOS INTERNOS EN UN C.P.R.S., POBLACIÓN EN ESTUDIO
c) LOS C.P.R.S. Y EL AUTOCONCEPTO.


“Nada alienta tanto como un primer crimen impune” (pág. 21)
Márquez de Sade (2003).

CAPITULO III.- EL AUTOCONCEPTO Y LOS CENTRO DE PREVENCIÓN Y READAPTACIÓN SOCIAL[1] EN EL ESTADO DE MÉXICO.


a).- EL AUTOCONCEPTO EN EL DELITO Y LA RECLUSIÓN EN UN C.P.R.S.

Una de las máximas de la ley en nuestro país, consiste en indicar que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario. Ahora bien, para determinar la existencia de dicha culpabilidad se requiere de llevar acabó un proceso hasta que se concluya. Aunque en ello también cabe la opción, de que si no hay demostración de la culpabilidad[2] habrá una absolución de la persona procesada, con respecto al delito que se le imputaba[3] (Silva 2003).
Dadas las características y la gravedad de la comisión delictiva[4], el proceso puede ser llevado a cabo bajo la estricta reclusión del procesado, en una institución jurídica especializada para ello; o bien de manera externa, debiendo el indiciado[5] acudir a sus audiencias en los juzgados correspondientes. En el último caso, al ser declarado culpable[6], de inmediato se procede a su reclusión, porque así lo indica la sentencia dictada. El que lleva su proceso en reclusión, solo continúa dicho internamiento que lo ha privado de su libertad mientras dure su proceso, que en caso de ser absolutorio implica la inmediata liberación del indiciado. De importancia es aquí, que la reclusión, puede incluir desde varios días hasta varios meses para el desarrollo de su proceso. Es por ello que algunos de los indiciados son internados hasta por ocho o doce meses, que es la duración del juicio al cual fueron sometidos. Aunque con menor frecuencia, algunos procesos pueden durar varios años[7]. Otros en poco tiempo son sentenciados.
El establecimiento de una sentencia por la ejecución de una comisión delictiva, implica el haber sido procesado y que se recabaron, durante dicho proceso, los elementos de prueba, suficientes y veraces, para determinar que una persona debe ser privada de su libertad (Silva, 2003); variando el tiempo de reclusión de acuerdo al tipo de delito o a los agravantes[8] durante la comisión delictiva[9]. Y aún en estos casos se cuentan con recursos legales como son: la apelación de la sentencia[10] y juicio de amparo. Opciones que pueden favorecer la reapertura del proceso y la revocación de una sentencia para juzgarlos de nuevo; la reducción de la sentencia e incluso la absolución de la misma. En algunos casos se pude ver implicada la modificación de la sentencia, incrementándose esta. Una última alternativa presente es, la confirmación de la sentencia, en este caso, solo se ratifica la sentencia que originalmente había sido impuesta después del proceso del interno.
Todo lo anterior está sustentado por la definición del delito, como en el Derecho[11] Penal Mexicano, elaborada por Carrancá y Rivas (2005)[12]. El cual afirma que: desde lo jurídico, es una acción, que puede ser sancionada[13] (Beling). Ello en razón de infringir una ley del Estado, promulgada para proteger la seguridad de los ciudadanos, moralmente imputable y políticamente dañosos[14] (Carrara). Y desde lo legal es: una infracción voluntaria, por un acto o una omisión[15], de una ley penal, haciendo lo que ella prohíbe o dejando de hacer lo que manda (Código Penal de 1871). Lesionando el derecho protegido de los demás (Código Penal de 1929). Situación que justifica el hecho de que la ignorancia no exime la responsabilidad del hecho delictivo[16].
Una vez involucrado el sujeto en un proceso legal, existen diferentes formas de abordaje institucional para ellos. Implicando diferentes áreas de trabajo como son: la jurídica o legal, vigilancia y custodia, criminológica[17], laboral, médica, social, educativa y psicológica[18]. Que permite la conformación de un grupo interdiciplinario de profesionales[19], para la evaluación, diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los sujetos involucrados en los C.P.R.S. del Estado de México.
En la primera área se incluye a la dirección y la secretaría general del C.P.R.S., con una participación en especial de licenciados en derecho penal. En la quinta área, se involucra a personal de medicina general y psiquiatría, así como de enfermería. En la sexta área se contempla a trabajadores sociales o sociólogos. En la séptima área participan profesores con carrera magisterial, licenciados en psicología educativa o pedagogía, avalados por INEA[20]. En la octava área, licenciados en psicología clínica. Y por último en la tercera, licenciados en psicología o diferentes profesionistas con especialidad o maestría en criminología.
La primera y segunda áreas se encargan de la custodia, vigilancia y supervisión de los sujetos recluidos en un C.P.R.S., para llevar a cabo su proceso o para el cumplimiento de su sentencia. El área médica se responsabiliza del cuidado de la salud de los internos y del seguimiento y supervisión de los grupos de Alcohólicos Anónimos[21] dentro de la institución. El área sociológica[22] contempla la evaluación sociológica y familiar de los internos, buscando la consolidación o el rescate de los núcleos familiares primarios y secundarios, que apoyen a los internos durante su reclusión; así como el control de las visitas del interno. En cuanto al área de psicología, esta se encarga de la evaluación y diagnóstico, clínico y psicopatológico de los sujetos; más adelante se encargará del tratamiento terapéutico.
Cabe destacar, la consideración de que, en el Manual de leyes y penas privativas del Estado de México, se contempla, que el trabajo, la educación[23] y el deporte[24] son elementos esenciales para la rehabilitación del delincuente, en un esfuerzo por lograr la reincorporación del sujeto privado de su libertad o con comportamiento delictivo a una sociedad, siendo ello el objetivo esencial de la reclusión carcelaria según lo señala Silva (2003). Cuestión a su vez consignada en Diario de la Nación (2008) de igual manera.
Reincorporación que se puede dar de dos maneras: por el cumplimiento de la sentencia impuesta, o bien, por la liberación anticipada de los mismos[25]. En el último caso, se contemplan diferentes modalidades que son: la prelibertad[26], en sus modalidades de prelibertad con reclusiones nocturnas o en fines de semana; con presentaciones semanales, con presentación quincenal, con presentaciones mensuales[27] o la remisión y compurga.
Ahora bien, lograr dichos beneficios de la institución, se da por el cumplimiento de diversos requisitos, señalados por cada área específica. Excepto en el caso de la compurga total de la sentencia. En esta última, solo es de importancia que el interno haya cumplido la totalidad del tiempo asignado para reclusión por el delito en el cual se vio involucrado; que no existan procesos pendientes u otras sentencias que ameriten la continuidad de la reclusión.
De los requisitos señalados, por el área de investigación que se desarrolla, es de importancia la psicología clínica penitenciaría. Cuya labor consisten en la entrevista de ingreso[28], a fin de recabar los datos esenciales que describan al indiciado, en la primeras cuarenta y ocho horas de reclusión. En segunda instancia se procede a la aplicación de psicometría básica[29] a los procesados, que preparen y anticipen el estudio de personalidad, que se requerirá por los juzgados correspondientes y necesarios para la conclusión del proceso jurídico[30].
Una vez sentenciado el sujeto, se procede a la actualización del estudio de personalidad[31], a fin de conocer con mayor amplitud al interno, diferenciando el diagnóstico clínico y de personalidad, elaborado en la fase del proceso. Situación que permitirá la planeación del tratamiento subsecuente y que favorezca los cambios mínimos que permitan la reinserción adecuada del sentenciado a la vida social y familiar, al concluir su sentencia o al lograr los beneficios de libertad anticipada[32].
Terapéuticamente son objetivos de importancia lograr la estabilidad y tranquilidad emocional del interno durante la reclusión necesaria. Apoyarlo para afrontar la misma reclusión y los conflictos sociales, familiares y personales derivados de la reclusión y del tiempo que sea recluido (Silva, 2003). Concientizar la responsabilidad sobre el hecho delictivo que se le ha imputado y las características que el mismo incluye[33], como es: la aceptación del mismo delito; la aceptación del dolo o culpa[34] por la comisión delictiva en que se involucraron; la aceptación de los agravantes de premeditación, alevosía y ventaja[35], dolo o culpa[36], que definen las características del acto punible[37] por el cual fue sentenciado; concientizar el comportamiento inadecuado y las causas[38] que lo inducen al involucramiento en un delito; planeación y favorecer el cumplimiento de los requisitos instituciones; favorecer el mínimo de cambios[39] o canalización de sus características de personalidad que permitan el comportamiento adecuado y el respeto de las normas y valores sociales[40]; y por último, planear y programar un proyecto de vida[41] a corto, mediano y largo plazo, que favorezca la reinserción en su vida laboral, social y familiar del interno.
De importancia es tener en cuenta, que tal tratamiento necesariamente implica la reclusión del delincuente. Ya que antes no es posible hacer algo, tan solo porque no son detectados o no hay interés en ellos por un tratamiento. Pero en el estado de México, no solo es de importancia la sola reclusión en un centro penitenciario, es necesario que el interno sea sentenciado, porque se le encontró responsable del hecho delictivo. De acuerdo a la normatividad de las instancias legales, se condiciona[42] a que el sentenciado reciba un tratamiento para lograr su reinserción a la vida social independientemente de si compurga su sentencia o le es otorgado algún beneficio de libertad anticipada. Esto debido a que se trata de prevenir la continuidad[43] del comportamiento delictivo. Es decir, que mientras el interno en un C.P.R.S. en estado de México, no esta obligado al mismo tratamiento hasta que no se de una sentencia condenatoria. Esto no quiere decir, que no le sea proporcionada la misma si lo requiere durante su proceso. Aspectos que son trabajados clínicamente mediante la implementación del tratamiento psicológico institucional, que consiste en la psicoterapia individual, familiar y grupal, en sus diferentes técnicas u orientaciones teóricas[44].

b).- CARACTERÍSTICAS DE LOS INTERNOS EN UN C.P.R.S., POBLACIÓN EN ESTUDIO.
En la actualidad, en el estado de México, en el 20l0, se cuenta con siete mil quinientos treinta y tres[45] internos bajo proceso y diez mil novecientos sesenta internos sentenciados, en ambos casos por delitos de fuero común o federal. De ellos mil cuarenta son mujeres y diecisiete mil cuatrocientas cincuenta y tres son hombres. Con un mínimo de diez y ochos años de edad y un máximo de más de setenta años. De diversos estratos socioeconómicos y con un nivel de escolarización predominantemente bajo, en promedio de sexto año de primaria.
Dentro de los delitos más comunes por los cuales los internos son procesados o sentenciados corresponden a: robo en sus diferentes modalidades (agravado, con violencia, a transeúnte, en interior de vehículo, de vehículos, en interior a casa habitación, a comercios o establecimientos, de autopartes, bancarios o a vehículos de transportes de valores), homicidio, secuestro, violación y actos libidinosos, robo de infantes, delitos contra la salud (posesión y tráfico de drogas), fraude, abigeato[46], etcétera.
Para las mencionadas reclusiones, en el estado de México se cuenta con un total de veintiún Centros de Prevención y Readaptación Social y una Penitenciaría, distribuidos diez en el Valle de Toluca y doce en el Valle de México, en donde se encuentra recluidas un total de dieciocho mil cuatrocientos noventa y tres personas en proceso o cumpliendo una sentencia por un delito determinado.
Es de importancia señalar que dada la cantidad de sujetos sometidos a proceso o sentenciados en los mismos, existe una sobrepoblación[47] de la capacidad planeada para reclusión legal por la presencia de una comisión delictiva. Ello conlleva que la reclusión sea difícil, al rebasarse dicha capacidad, que de manera estimada en el estado de México sería de un cuarenta porciento de la población actual. Lo cual es una realidad no solo del estado de México, sino del país[48]. Pero fundamental esto, para el estudio que se desarrolla, por su efecto en el autoconcepto[49] de un ser humano que ha sido privado de su libertad y que esta recluido por un determinado tiempo[50].
Específicamente, las características de la población estudiada (ANEXO XV) serán revisadas en el capítulo de metodología de la presente investigación. Sin embargo es de importancia retomar a Acevedo (1998) y Silva (2003), quienes, uno desde el campo de la psicología y otro de la criminalística, afirman, que es frecuente encontrar, que los delincuentes tienen bajo nivel escolar[51], que provienen de zonas socio-económicas bajas[52], que cuentan con familias desintegradas[53], incompletas y disfuncionales. Dentro de la última característica se puede incluir, con frecuencia, a la madre o al padre con más de una pareja; la existencia de medios hermanos por parte tanto de padre como de madre.
Considerar a Wolf (2005) desde la referencia siguiente introduce la consideración de los factores socioeconómicos como generadores de la conducta delincuencial, a pesar de que para el no son los determinantes exclusivos, y que es como sigue:

 “La importancia de las condiciones económicas en la comisión de delitos reside en su influencia sobre el desarrollo gradual de personalidades delincuentes, desarrollo que se inicia en la primera infancia. La conducta criminal es en este caso resultado de la inadaptación al ambiente a causa  de la inestabilidad económica. Los padres agobiados por la pobreza se ven obligados a descuidar la educación de sus hijos. El niño tiene que salir a la calle para encontrar compañía. Cuando los padres regresan al hogar, cansados de trabajar, no están en disposición de procurar al niño la debida atención y calor afectivo. Tiene que negar a sus hijos casi todos los juguetes que se exhiben en los escaparates y las diversiones a los que los niños más acomodados están acostumbrados” (pág. 139).

Retomar ahora a Ehrenwald (1977), con un ligero rodeo, se puede relacionar la importancia del núcleo familiar con respecto a la posterior delincuencia en uno de sus miembros, pero desde la dinámica de la misma y la determinación de la dinámica individual. Al respecto es de importancia la cita siguiente:

“...Actitudes empático-enquinéticas en las que el padre trata a su hijo como si el fuera una extensión de su propia imagen corporal, tratando de controlar, de manipular, de hacer actuar a un brazo, una pierna, o un órgano de lenguaje que no es suyo. En el caso extremo puede comportarse como un amputado que todavía siente dolor en una pierna fantasma, que trata de doblar un brazo inexistente o de cerrar un puño desde hace tiempo perdido” (pág. 31)

La consideración del padre de tal manera de que su hijo, indica la importancia de la influencia que este tendrá en las características de su descendiente. Que al menos de acuerdo a las expectativas de los padres se espera respondan a ellas de la forma esperada. Sin embargo, el autor continúa diciendo:

”Esta el caso del mayor de los muchachos Korn... que respondió a las actitudes frías, lejanas y rechazantes de su madre en términos de una actuación delincuentes...” (pág. 117).

Esto lleva a que, si bien las expectativas de los padres son de importancia en la determinación de los hijos y del autoconcepto de su hijo, depende de cómo sea la relación o la calidad de dicha interacción que favorecerá la presencia de determinadas características.
Desde una perspectiva diferente podemos hipotetizar una nueva característica de los sujetos con problemas delictivos y posteriormente internos en un centro de reclusión legal. Según Ehrenwald, (1977) al estudiar el patrón de rebelión y resistencia contra las actitudes de control-dominio o rígidas-autoritarias en la familia dice:

“Esto se ilustra en la conducta del mayor de los hijos de Korn[54] en relación con sus padres y en su actuación delincuente posterior contra su novia y la sociedad en general…” (pág. 21).

Otras características de personalidad particulares de los delincuentes son la baja autoestima o autoconcepto[55], impulsividad[56], la baja tolerancia a la frustración y la demora[57], el resentimiento[58], la oposición, la reiteracia[59] conductual delictiva habitual[60], el uso de alcohol o diversas drogas, la adhesión a pares negativos o grupos para y antisociales[61], etcétera.
Ahora bien, considerar el texto de Freud[62] (1916), sobre “Algunos tipos de carácter dilucidado por el trabajo psicoanalítico”, nos introduce en otras características y en la explicación de la dinámica de algunos delincuentes. Para ello es importante la cita siguiente:

“...individuos que con alguna motivación particular se revuelven contra esa propuesta. Dicen que han sufrido y se han privado bastante, que tienen derecho a que se les excuse de ulteriores requerimientos, y que no se sometan más a ninguna necesidad desagradable pues ellos son excepciones y piensan seguir siéndolo. En un enfermo de este tipo, esa pretensión se extrema hasta el convencimiento de que una Providencia particular, que los protegería de semejantes sacrificios dolorosos, velaba por él...” (pág. 320)

Así, es frecuente que ellos se consideren excepcionales[63] y excepciones o exento del cumplimiento de ciertas normas.
Es de interés el término “la Providencia”, como aquellos que lo exenta, por que introduce un aspecto religioso de importancia y frecuente en los sujetos de nuestra investigación[64]. Así observamos que ante el paso de un altar religioso, el interno se persigna u ora en el mismo. El delincuente se encomienda a una divinidad, antes de delinquir. Hace juramentos para evitar el uso de alcohol o drogas. Con frecuencia son profundamente religiosos.
Meditar sobre el supuesto “derecho adquirido”, se puede pensar en: las atenciones exclusivas hacia él; las salidas nocturnas de la casa paterna, sin permiso o contra la voluntad de estos, para irse con sus amigos y continuar con el consumo de sustancias o actos delictivos.
Partiendo de la cita, es importante considerar, que las experiencias o autoconcepciones subjetivas, “…percepciones interiores…”, según S. Freud (1916), dan una caracterización particular a las misma, con frecuencia que no coincide con la realidad. Al respecto, Uribe Antonio (2004) profundiza en diferentes características en los homicidas, como factores comunes en ellos. Mismas que ya han sido señaladas en el presente texto. Todas las partes integrantes del componente interno o subjetivo que determina la delincuencia.
Al tratar de esclarecer los hechos relacionados con aquellas personas que se involucran en un delito, S. Freud (1916)[65] da su explicación psicoanalítica. Dentro de ella contempla la existencia de delincuentes con sentimiento de culpa, lo cual les induce a buscar un castigo, como ocurre en algunos niños “díscolos”, para estar satisfechos y tranquilos después del castigo; son estos para quienes se hicieron los códigos punitivos. Pero también hay delincuentes sin sentimiento de culpa, porque no desarrollaron inhibiciones morales o creen que sus actos son justificados, no teniendo en ellos efecto los códigos punitivos de la sociedad. Ambos personajes siempre cuentan, como característica particular la claridad de su conciencia al realizar un comportamiento inadecuado que puede ser penalizado por la sociedad o sus instancias legales. Con ello su capacidad para estructurar un autoconcepto está presente y puede ser evaluada.
Aunque S. Freud (1916) se refiere a los motivos inconscientes del acto delictivo, se puede deslindar una característica más de algunos delincuentes: algunos tienen motivos “neuróticos” pero otros carecen de ellos. Cometen los delitos por que no han “desarrollado inhibiciones morales” que eviten o prevengan ese comportamiento, acorde esto con los criterios diagnósticos del DSM-IV-R y la concepción de Ey (2006), con respecto a la personalidad antisocial. Al respecto, Silva (2003) hace un señalamiento de interés, porque él se refiere a los trastorno de personalidad, como determinantes de la delincuencia. Si bien ello es cierto, hay que aclarar, que dicho diagnóstico, en el DSM-IV-R, corresponde al eje II de su clasificación diagnóstica, como la personalidad antisocial. Sin embargo, este no es el más común, al menos en la delincuencia. No puede establecerse delincuencia como sinónimo de personalidad antisocial. El comportamiento delictivo, es usual que sea por otros motivos, solo eso, una conducta antisocial, tal como lo afirma Silva (2003), el DSM-IV-R (2005) y Ey (2006). Por ello existe un segundo diagnóstico que es el comportamiento antisocial del adulto. Ahora bien, hay que aclarar, que este es utilizable, cuando tal conducta se transforma no en un problema legal, sino psiquiátrico y de salud mental (Wolf, 2005).
 Considerar como lo hace S. Freud (1916) que aquellos “por que en su lucha contra la sociedad se creen justificados en sus actos”, introduce otra característica más, que son personas que no creen estar equivocados o que su comportamiento sea inadecuado[66]. Por ello es frecuente que el interno niegue su delito o afirme que se le involucro en el mismo y que es inocente[67]. Esto delimita otras características como son: el ser primodelincuentes legalmente, y delincuentes habituales pero sin conflictos legales.
Desde el punto de vista dinámico, no hay que olvidar la consideración de Uribe Antonio (2004), quien realiza un análisis extenso de la manera en como la agresividad y las dificultades para su manejó, en los sujetos homicidas, es de importancia para determinar su comportamiento delictivo. Agresión que ella contempla desde lo inconsciente.
Con frecuencia el sujeto sometido a proceso legal se observa deteriorado física[68] y mentalmente[69] pero al año, se da una recuperación de importancia de manera física; siendo más lenta la recuperación mental. Con gran frecuencia al ingresar, al reclusorio, el deterioro es evidente y de diferentes tipos, como son:
1. Físicamente están desnutridos, desaseados y desaliñados. Es posible que al comparar la edad cronológica con la aparente haya una discrepancia considerable. Representan mayor edad de la que tienen.
2. Desde el punto de vista familiar, han tenido varias parejas durante su comportamiento delictivo, algunas de ellas de manera temporal. O hay hijos con diferentes mujeres. Con frecuencia han abandonado el núcleo familiar primario, pero no es inusual que también el secundario.
3. Socialmente se caracterizan por haber tenido trabajos de corta duración, por inestabilidad laboral, subempleos o bien por parálisis, es decir que con frecuencia han estado desempleados por diversos períodos.
4. Desde el punto de vista psicológico, se observa deterioro mental al evaluar clínicamente sus funciones intelectuales. Justificándose este por los años en que no han estudiado y que casi siempre son muchos, por haber abandonado la escolarización institucional. Algunos presentan trastornos psiquiátricos[70], como la esquizofrenia o los trastornos paranoides, la depresión, los síndromes orgánicos cerebrales, alcoholismo, farmacodependencia, etcétera. La capacidad de comprensión y de atención es muy frecuente que se encuentre alterada. Esto conlleva las dificultades, en la evaluación psicológica y en el adecuado seguimiento de instrucciones; lo cual no solo es por el interés del interno por oponerse a la figura de autoridad como lo indicaría su resentimiento[71] al ser recluido en la prisión o el adaptarse al código carcelario[72].
Partiendo de Ehrenwald (1977), en su análisis de la neurosis en las familias, las cuales estudia de manera longitudinal y transversal, se puede observar otro de los factores de orden psicológicos, que favorecen el surgimiento de la delincuencia. Así por ejemplo, él cita:

“...con gran frecuencia la propia rebeldía del niño puede estar condicionada por diversos rasgos neuróticos o puede conducir a la delincuencia, a la aberración sexual o síntomas psicosomáticos” (pág. 226)

De esta manera se enfatiza, en que no solo las circunstancias actuales son condicionantes del surgimiento del comportamiento delictivo, sino que esto puede tener una etiología que se encuentra en el desarrollo infantil. Con frecuencia y en especial ante el comportamiento antisocial del adulto y la franca personalidad antisocial, se da en la infancia y la adolescencia lo que se conoce como trastorno disocial, según el DSM-IV-R (2005). Trastorno que desde la infancia se caracteriza por la trasgresión y ataque a las normas y valores sociales.
Wolf (2005), menciona que aunque parece muy radical, es de importancia observar su pensamiento con respecto al desarrollo de la delincuencia. Este menciona que:

“...las investigaciones psicológicas indican <<que la deformación de la personalidad juega un papel importante en las manifestaciones delictivas y que ciertos conflictos, defectos o mecanismos mentales aparecen muy frecuentes en los delincuentes>>” (pág. 134).

Si bien es muy tajante la opinión del autor, el mismo hace una corrección al indicar que:

“No ha sido demostrada la existencia de una <<personalidad criminal>>” (pág. 133).
“Aunque hay casos de criminalidad motivada por trastornos mentales, estos solo constituyen el veinte porciento” (pág. 133).

Dicha rectificación, da paso al énfasis, en los componente psíquicos de la estructuración y desarrollo de la conducta delincuencial. Por esto es de importancia la referencia siguiente:

“La diferencia principal entre el neurótico y el criminal es que el primero introyecta sus tendencias anormales, volviéndose así autodestructivo, mientras que el criminal las extravierte, proyectando sus tendencias destructivas sobre los demás y justificando así sus actos delictivos” (pág. 141).

Esto permite la comparación entre el comportamiento neurótico y del delincuente. Como esto da origen, a dos tipos diferentes de delincuentes. El primero parecido al descrito por S. Freud (1916) y el segundo al abordado por el DSM-IV-R (2005) y Ey (2006). Es por ello tal vez que Wolf (2005), externa cierta alarma al considerar a la delincuencia cuando afirma:

“La delincuencia es la expresión más peligrosa de anormalidad para la sociedad” (pág. 133).

En un análisis más detallado se afirma[73] que probablemente hay un veinticinco porciento de enfermos mentales y otro veinticinco porciento con retraso mental entre los delincuentes, según el psiquiatra británico William Healy citado.
Abordar a un autor diferente, aunque no era su propósito el análisis de los delincuentes, se puede extraer nuevas características de los mismos. Así por ejemplo, El Márquez de Sade (2003) afirmaba:

Pero aunque Harpin mejoró con respecto al sexto mandamiento, empeoró en lo que respecta al séptimo. Conforme el tiempo pasaba, la cantidad y el monto de sus robos fue creciendo, y también la temeridad con que los realizaba. De pronto, las cosas llegaron a tal punto que hasta intentó conseguir la ayuda de Justin en sus fechorías (pág. 47).
-Mi querida niña –le dijo un día- ¿Por qué vas a seguir soportando pobrezas mientras el mundo a tu alrededor se enriquece? Robar es fácil, es provechoso, y si se realiza con la compañía adecuada, hasta puede ser divertido (pág. 47).
...hubo una época en Grecia en la que el robo fue reconocido como acción noble, y en otras civilizaciones se ha premiado a los ladrones por su habilidad y valentía, que son dos virtudes necesarias en una nación poderosa (pág. 47).
-Está muy bien- dijo entonces Harpin, y sus ojos lanzaron otra vez aquel extraño destello que acompañaba siempre los ataques contra sus pies. Pero esta ocasión no le miraba los pies (pág. 48).

Es probable, que la delincuencia sea visible, ya que robaba o estafaba, pero que su personalidad contenga otros aspectos negativos o psicopatológicos[74]. Como en el caso del personaje de la cita, el fetichismo o la usura. Patología que se intercambia con la conducta delictiva. Si una está presente, la otra esta atenuada. Son rencorosos, vengativos, intelectualizadores y racionalizadores. Argumentando sin cesar la justificación de sus motivos para delinquir o sobre su inocencia en el delito.
Du Plexsix (2002) cita, con respecto a la vida del Marqués de Sade, lo siguiente:

“Durante los años que su esposo paso en la cárcel, la comida sirvió de materia prima para la locura de dos bandas de los Sade. Algunos de los ataques de furia más salvajes del Marqués eran producto de la ineptitud de su esposa para cumplirle sus órdenes culinarias a la perfección (“El bizcocho de Saboya no es ni mucho menos lo que yo pedí: quería que estuviera bañado en chocolate por toda la superficie, por encima y por abajo...” (pág. 393)
“…Pélagie también menciona a un conocido sastre de París a quien Sade había encargado de inmediato varios conjuntos elegantes para llevar en prisión. <<Carlier me ha prometido que se dará prisa en confeccionarte la pequeña levita de verano. También recibirás cuatro sombreros de lino y cuatro pares de medias de algodón>>. (La coquetería del marqués no disminuyó durante su encarcelamiento. <<Hazme llegar una pequeña levita de color pasa, con chaleco y unos pantalones de ante, algo fresco y ligero, pero sobre todo, que no sea de lino, en cuanto al otro conjunto, que sea marrón de París, un color que está de moda este año, con algunos adornos plateados, pero en ningún caso galones plateados>> (pág. 316).
“No obstante, Sade se quejaba sin cesar de que ella no cumplía sus encargos culinarios y de sastrería como él deseaba. Lo que provocaba que Pélagie se disculpara una y otra vez. <<He enmendado de inmediato mi error anterior. Acabo de prepararte un tarro de médula de buey con aceite de avellana. [...Me he asegurado de que el agua de colonia que te he enviado esta vez sea mejor que la anterior...] En cuanto al espejo, fue el mejor que pude conseguir. >> La marquesa adjunto a una carta característica una lista de los productos que acababa de enviarle a su esposo; a parte de los numerosos artículos de Grourmet, en el paquete también había pomadas faciales, pantuflas, cuatro kilos de velas, más colonia, otros seis pares de medias de algodón, seis chalecos, una amplia gama de cintas para el pelo, sombreros y guantes. (Resulta sorprendente el narcisismo que motiva a un hombre, a quien solo se le permite salir de su celda unas pocas horas al mes, a encargar tan amplio vestuario). En los paquetes, Pélagie siempre incluía notas en las que confirmaba su pasión por el Marqués. <<quiéreme mucho, dímelo muchas veces Sólo me consuela repetir miles de millones de veces que te quiero y te adoro con toda la intensidad propia del amor, tanto que no es posible expresarlo con palabras. ¿Cuándo podré volver a besarte? Creo que me moriré de felicidad>>” (pág. 318 y 319).

Lo que aquí hay que destacar es la demanda que el interno hace a su familiar sobre sus “extravagancia”. Mismas que son constante, inaplazables e irrevocables. Pero a la vez tienen como característica que son insaciables. No importa cuánto se le de siempre hay nueva o las mismas peticiones[75]. Estas son de carácter oral, como lo es la comida, física o en prendas u objetos[76]; pero también de amor y fidelidad. En este último caso se encadena, en la relación de pareja, con el temor a que se encuentre otra persona con la cual se haga una vida. De ahí se introducen los celos y la desconfianza, así como las frecuentes peticiones de fidelidad y que esto les sea ratificado verbalmente. De una manera diferente se trata de presionar esto, mediante la generación de sentimientos de culpa, en ello se da el involucramiento de los hijos. Aquí se da la exigencia de la preocupación por los mismos de manera exclusiva, porque ellos no lo pueden hacer. Pero que es lo que realmente tampoco nunca han hecho por dedicarse a los delitos, al consumo de sustancias u otras actividades. En el caso del Marqués de Sade, no es una excepción a ellos. Después de todo, cuando llego a ser liberado, de inmediato, o al poco tiempo, nuevamente organizaba sus orgías o francachelas. Faltando con ello a la fidelidad o atención que se había prometido para su esposa e hijos durante su reclusión. Pero, con tal demanda o desconfianza, había que pensar en la valoración que una persona hace de sí misma. En la constante preocupación de que pueda ser “traicionado”, se vive en la constante zozobra. Por otra parte, el retomar la demanda, nos hace suponer que él es acreedor de todo lo que pide. Por ello no solicita, sino exige. Es más claro, con la referencia que la autora hace al narcisismo. No solo porque busque tener una apariencia a través de la vestimenta, sino también porque sus demandas orales deben ser satisfechas. Con ello podemos adjudicar a dicho autoconcepto del recluso, el ser una persona narcisista, preocupado por el mismo y sus necesidades o deseos, sin consideración de los que lo rodean. Ellos son meros medios de su propia satisfacción. Por eso son exigentes y demandantes. La cita, aunque larga, es relevante, porque características que se describen sobre el Márquez de Sade son iguales a las observadas clínicamente en el trabajo con los internos de los C.P.R.S. del estado de México.
Por último, no hay que olvidar que el interno debe adaptarse a la vida carcelaria, a la pérdida de su estatus y acuerdos familiares que tenía establecidos antes de la reclusión. Esto es fundamental en especial ante la existencia de una sentencia prolongada. Además se da la adopción del argot o lenguaje carcelario. Se da el decremento de su vida sexual y con frecuencia ante ello se da un involucramiento en la homosexualidad transitoria[77]. Con excesivo tiempo libre, ante las frecuentes carencias. Están sometidos a intenso y constante estrés, inseguridad y presión por su diaria convivencia en hacinamiento con otros internos y con enormes limitaciones personales. Motivos que son generadores de ansiedad y angustia. Complementándose esto con el temor cuando sus familiares acuden a las visitas. Es a esto a lo que se llama el proceso de “prisionización”[78].

c).- LOS C.P.R.S. Y EL AUTOCONCEPTO.


Del anterior subcapítulo se deriva la pregunta siguiente: ¿Cuáles son las características del autoconcepto en personas recluidas en un C.P.R.S.? Lo cual motivó la elección de la población de nuestra investigación, el interés por construir un cuestionario del autoconcepto para la presente tesis.
Desde diferentes investigadores o teóricos encontramos algunas respuestas de interés señalado por la mencionada pregunta. Al respecto, Romí (2008) afirma:

“Es particularmente propenso (los delincuentes sexuales seriales) a delinquir cuando ha sufrido una pérdida en su autoestima, se han burlado de él, ha sido rechazado sexualmente o han cuestionado su masculinidad” (pág. 9).

Para él[79], al menos dentro de los delincuentes sexuales les asigna un bajo autoconcepto[80] y analiza algunas de las causas que llevan  a ello. Lo cual ratifica Acevedo (1998), en su investigación en internos con delito de robo con violencia y en Castillo y Tena (1982), con menores infractores recluidos en la escuela de orientación para menores infractores.
Con los sujetos menores infractores, es de importancia el hallazgo de Castillo y Tena (1986), quienes concluyen, que el autoconcepto se ve afectado por el internamiento en las escuelas de orientación para varones, en las cuales dichos jóvenes purgan una sentencia por haber participado en un delito.
Estos autores son de importancia, porque además, concluyen que tanto el que delinque como el que es internado en un centro penitenciario tienen un autoconcepto que es deficiente, negativo, “malo”,  bajo o inadecuado[81]. Es decir, que no solo la reclusión afecta su autoconcepto, sino que las condiciones de vida[82], previas a la reclusión, determinaron una estructuración deficiente o inadecuada de su autoconcepto. Las condiciones desfavorables a nivel social, familiar y personal condicionan las características de dichos sujetos. Pero la manera en que se den dichas condiciones, son de importancia, aunque ellas hayan sido favorables. Esto es posible deducirlo, porque las características descritas por Castillo y Tena (1986) son desfavorables y que son ratificadas por el estudio de Acevedo (1998) con adultos internos en un reclusorio de la ciudad de México. Romí (2008) se refiere a la presencia del delito, independientemente de las características que posea el delincuente. Aunque aquí, Silva (2003) no se olvida que en los delincuentes también puede haber un nivel de autoconcepto alto como en el caso de los llamados “delincuentes de cuello blanco”.
 Las condiciones de reclusión y el “trauma”[83] que la detención y reclusión representan vienen a agudizar y deteriorar dicha autoconcepción[84]. Aquí es tan solo de importancia la consideración de la sobrepoblación en los C.P.R.S. indicada en el estado de México. Lo cual crea condiciones de reclusión de hacinamiento[85]. Con todo esto, su comportamiento se determina y se refuerza dentro de la inadecuación que venían presentando y que involucran la ejecución de una conducta delictiva[86]. Esto según Silva (2003) favorece la ejecución de nuevos delitos o conductas antisociales o parasociales en la reclusión; porque ellas se transforman en un medio para mejorar su estatus personal, su autoestima y su autoconcepto. Esto es posible por el hecho de que el “código delincuencial” le permitiría y le daría un nuevo valor al sujeto que ha sido recluido en una institución penitenciaria.
“Código delincuencial”[87] que se inicia desde la conformación del comportamiento parasocial y antisocial antes de la reclusión y desde la adolescencia como lo indica, (Ehrenwald, 1977) al señalar que:

“Igualmente los delincuentes y miembros de las pandillas juveniles pueden conformar sus valores[88] de acuerdo con una versión idealizada de un criminal tomada del cine, la televisión o páginas de una historia de misterio…” Pág. 27).

O de un santo como lo sería la Santísima Muerte o Valverde, santo de los narcotraficantes, o la Virgen del Rosario, de Medellín, Colombia, como protectora de los sicarios. Este punto introduce además uno más de los motivos psicológicos para el surgimiento de la delincuencia, la imitación.
Un aspecto de interés del “código delincuencial” en las cárceles es, que este implica ciertas normas que dan estatus o reglamentan la vida entre los presos. Además de establecer que “lo que ocurre entre ellos no debe ser conocido por las autoridad”, ante las cuales se hace frente común de oposición y rechazo de las mismas. Estableciendo sanciones para ello, como por ejemplo en los que se “chivan”[89]. Sanciones que van desde los golpes hasta la muerte misma.
Por otra parte, el ser detenido y encarcelado es un motivo ya para determinar que el sujeto sea “malo”[90], tal como lo dice Foucault (2008) en su texto de “Vigilar castigar”, donde realizo un amplio análisis del surgimiento del sistema penitenciario en Francia y el motivo de ello, pero válido para nuestro país. Actuando en consecuencia desde dicha perspectiva el hombre, que llega a ser privado de su libertad en relación a la ejecución de una comisión delictiva. Quizás por ello es relevante y demostrativo de lo que dice el mencionado autor, con respecto al comentario de los familiares de internos en un reclusorio del estado de México y que es como sigue: “Una vez que estuvieron en la cárcel su forma de ser y su apariencia (los gestos de su rostro) cambian radicalmente”. Esto se refiere a su aspecto fisonómico, pero es extensivo a las características de personalidad y conductuales, específicamente en el autoconcepto.
Con respecto a esas condiciones de vida previas a la reclusión[91], las cuales influyen, indudablemente, para que se de su comportamiento delictivo están: el fallecimiento de alguno de los padres en la infancia, maltrato infantil, abandono del hogar en la infancia, farmacodependencia, alcoholismo del padre, etcétera. Así lo confirma Acevedo (1998) en su estudio de la autoestima con internos sentenciados por delitos de robo con violencia, en un reclusorio del Distrito Federal. Datos que él y nosotros obtenemos de las historias clínicas de los internos evaluados.
El cambio de estatus, de libre a delincuente[92], recluso u otro calificativo, es importante, porque ello establece una autoconcepción en los internos y a la vez puede reforzar la estructuración negativa de su autoconcepto y su comportamiento inadecuado. Dándose de esta manera una continuación del autoconcepto y comportamiento inadecuado previo a la reclusión, pero ahora en el confinamiento legal a que son sometidos. Es decir, que la reclusión no evita, al menos en muchos casos, el deterioro del autoconcepto o el comportamiento que se tenía[93].
En conclusión, las características del autoconcepto de los sujetos que han sido recluidos en un centro penitenciario son reforzadas por el encarcelamiento y la vida que se da en dicha reclusión, pero estas ya existían desde antes del internamiento legal; su estilo de vida ya había determinado las características de su autoconcepto.



[1] C.P.R.S.
[2] Silva (2003).
[3] Silva (2003), define la imputabilidad de la manera siguiente: “…cuando la persona tiene la capacidad penal, es decir, cuando tiene la madurez necesaria para medir las consecuencias normales de sus actos” (pág. 57).
[4] Lo cual Silva (2003) lo señala en relación a diferentes conceptos, que son: que el delito puede ser doloso o culposo; ello en base a que posee los agravante de ley que son la premeditación, la alevosía y la ventaja.
[5] Indiciado, término legal empleado para de nominar a la persona que esta sujeto a un proceso y ha sido internado en una institución legal específica, pero que aún no se le ha notificado del auto de formal prisión; lo cual regularmentese hace dentro de las primeras setenta y dos horas de reclusión.
[6] Silva (2003) por que se determino que hay voluntad y conciencia en la ejecución del acto delictivo, que atenta contra la sociedad y sus normas.
[7] Algunos de los motivos para ello, es que el procesado tiene más de un delito por el cual se le procesa y hay que deslindar la responsabilidad que este tiene o no en los diversos delitos que se le imputan. El procedimiento para presentar pruebas y desahogar las mismas es largo y lento. Pero dada la gravedad de la consideración del delito, no puede ser externado en libertad provisional.
[8] De premeditación, alevosía y ventaja (Silva, 2003).
[9] Lo cual se encuentra consignado en la jurisprudencia mexicana, la constitución de la República Mexicana, el código de sanciones y penas privativas del estado de México.
[10] Esto se puede llevar a cabo en los juzgados comunes,  federales o en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
[11] Definido por Silva (2003), de acuerdo a O. de Pedro, 1968, como: “…un todo unitario, ya sea considerado como una ciencia o un conjunto de normas que lo constituyen, así como también desde el punto de vista de la relación jurídica que nace entre el sujeto obligado y el sujeto pretensor (pág. 27)”
[13] Silva (2003).
[14] Idem.
[15] Código Penal de 1931; Silva (2003).
[16] De manera similar lo afirma Silva (2003), quien afirma que la noción del delito es confusa, pero que permite establecer que es una accón en contra de las normas establecidas por una sociedad determinada, la cual delega en el Estado la responsabilidad, tanto de salvaguardar el cumplimiento de tales normas y valores, como de imponer la sanción correspondiente por la transgreción de las mismas.  
[17] Definida como: La criminología, es la ciencia social que estudia la naturaleza, extensión y causas del crimen; características de los criminales y de las organizaciones criminales; problemas de detención y castigo de los delincuentes; operatividad de las prisiones y de otras instituciones carcelarias; rehabilitación de los convictos tanto dentro como fuera de prisión y la prevención del delito http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008)
[18] Silva (2003) analiza el impacto psicológico, que según el traumatiza al sujeto al enfrentar un proceso legal al ser detenido o ser internado en un centro penitenciario. Son múltiples los efectos de ello y que de acuerdo a la tematica de la presente investigación es de importancia en relación a la autoestima, la imagen consigo mismo y el autoconcepto. Impacto que de acuerdo a dicho autor, se da solo con estar presente en el mismo ministerio público. Así mismo, Hebert (2009) ya afirmaba que se debe analizar la cnducta antisocial del delincuente en razón de su etiología, tanto como se haría con los transtornos mentales.
[20] INEA, Instituto Nacional de Educación para Adultos.
[21] Dado que muchos de los internos presentan problemas de alcoholismo o farmacodependencia. Además, de que sus delitos se realzaron bajo el efecto de sustancias embriagantes, cerveza, pulque, alcohol destilado, o diversos tipos de drogas.
[23] http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008). De una manera diferene Silva (2003) señala que para la rehabilitación el delincuente es de importancia la ocupación de estos en actividades que eviten el ocio en los internos.
[24] Esta última actividad se incluye de manera reciente en la Constituión de la Repúbica Mexicana,. Contemplado dicho agregado en la diario Oficial de la Federacióna partir del 16 de Junio del 2008, en su artículo 18, donde se dice: “Sólo por delito que merezca pena privativa de liberdad…El sistema penitenciario se organizará sobre la base del trabajo, la capacitación para el mismo, la educación y el deporte, como medios para la reinserción del sentenciado a la sociedad y procurar ue no se vuelva a delinquir…” (Primera sección pág. 5).
[25] Posliberaciòn, como lo llama Silva (2003) o prelibertad como también se menciona en http://www.derecho.unam.mx/papime/TeoriadelDelitoVol.II/uno.htm#e.%20Diversos%20conceptos%20de%20delito (2008).
[26] La cual Silva (2003), afirma debe tenerse en consideración, por que es un proceso de tratamiento en el que disminuye la supervisión directa de los profesionales o de la institución, dificultadose el tratamiento rehabilitaorio.
[27] Presentaciones mensuales, denominada remisión parcial de la pena..
[28] Basada en los parámetros establecidos por la entrevista psicológica Mckinnon (1975), Sullivan (1977), Caso (1984), Díaz Portillo (1998), Bleger (2006), Ey (2006).
[29] Incluye el Test guestaltico visomotor de Bneder, Test d ela figura humana de Machove, H.T.P., Test de la persona bajo la lluvia, Test de la figura del animal, Habitat, desiderativo y los test de inteligencia de Pierre-Guille, Dominos, de Matrices progresivas de Raven.
[30] Dicho estudio de personalidad como procesado, requiere sea de una antigüedad o vigencia no mayor de seis meses.
[31] Que incluye la realización de una entrevista con amplitud y detalle de la vida total del involucrado. Así mismo con la aplicación de pruebas proyectivas como son el MMPI-2, WAIS, TAT, Rorschach, test de colores de Lusher, 16 PF, Cuestionario de personalidad de Jackson, Minitest cognitivo (MEC), etcétera.
[32] Importancia del tratamiento que incluso era contemplada por los Aztecas desde la época prehispánica, según lo señalan las recopilaciones de Fray Bernardino de Sahagún, en su Historia general de las cosas de la Nueva España. Tratamiento que no incluía la reclusión, pero si el ejercer una acción directa y correctiva, que casi siempre culminaba en la muestre del delincuente y era advertencia para los demás.
[33] Lo cual Silva, (2003) considera fundamental en la readaptación y rehabilitación del delincuente.
[34] Silva (2003).
[35] Idem.
[36] Idem.
[37] Idem.
[38] Que pueden incluir no solo características de personalidad, sino también los problemas de alcoholismo y farmacodependencia. Acevedo (1998).
[39] Un ejemplo de ello lo señala Silva (2003) con relación al autoconcepto o la autoestima del delincuente, ya que el apoya el postulado de que los mismos determinan el comportamiento de un sujeto. Por lo tanto, si este se modifica, se decrementaría la presencia de la conducta delictiva.
[40] Singer (1979), Silva (2003) y Fiorini (2006). Los dos últimos se refieren a recobrar el bienestar y la felicidad personal, interferida o perdida a consecuencia, de los conflcitos de personalidad, alcoholismo, drogadicción u o comportamiento antisocial y delictivo..
[41] Silva (2003).
[42] Código de sanciones y penas privativas del estado de México.
[43] Silva (2003).
[44] Racional emotiva, Cognitivo conductual, Guestal, Psicoanalítica, de apoyo y esclarecimiento (Fiorini, 2006).
[45] Estadísticas proporcionadas por el Departamento de Psicología, de la Dirección de Prevención y Readaptación Social del Estado de México, al 30 de Septiembre del 2010.. Excluyéndose de esta estadística la correspondiente a menores infractores, de la Escuela de Rehabilitación para menores, que incluye un total de trecientos tres sujetos en proceso o sentenciados.
[46] Rob de ganado.
[47] Algo tan común no solo en México, sino también en los centros penitenciaros de otros países del mundo http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008).
[48] Silva (2003).
[50] Acevedo (1998), Silva (2003) y http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008).
[51] Un aspecto que no es posible generalizar; pero es importante considerar de la cita siguiente de Wolf (2005), el cual señala: “Se observo, sin embargo, cierta relación entre el nivel intelectual y los tipos de delitos cometidos, los delitos sexuales se presentaban con más frecuencia entre los de inteligencia más baja y los fraudes entre los más inteligentes” (pág. 134).
[52] Aunque Wolf (2005) contradice parcialmente esto cuando afirma: “El factor económico solo es indirectamente responsable del desarrollo de la conducta criminal...” (pág. 140). De manera similar se indica también al señalar que “…el delito es como efecto derivado de las necesidades de la pobreza…” o que la “…criminalidad tiende a aumentar de una forma espectacular en periodos de desempleo masivo…” cuando se intenta explicar criminológicamente la etiología de la delincuencia. Ampliando a los factores sociales omo importantes en el incremento de la criminalidad al decir que: las “…crisis económicas, las guerras, las revoluciones y el sentimiento generalizado de inseguridad y desprotección…” http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008)
[53] Hernández López, 2006.
[54] Una familia en la cual realiza estudios longitudinales a fin de conocer como se transmite la neurosis en las familias y en diferentes generaciones de la misma,
[56] Acevedo (1998) y Silva (2003), Uribe (2004).
[57] Uribe (2004).
[58] Romi (2008).
[59] Repetición.
[60] Silva (2003).
[61] Denominadas por Silva (2003) como bandas.
[62] Freud (1916), sobre “Algunos tipos de carácter dilucidado por el trabajo psicoanalítico”.
[63] Silva (2003).
[64] Observación empirica y producto del trabajo clínico con la población recluida en un C.P.R.S.
[65] “Los que delinquen por sentimientos de culpa”, artículo de Sigmund Freud, elaborado en 1916 e incluido en “Algunos tipos de caracteres dilucidaos por el trabajo psicoanalítico”
[66] Silva (2003).
[67] Idem.
[68] A veces evidente en el semblante del recién ingresado al reclusorio y no justificable por el supuesto maltrato o tortura durante la detención.
[69] Wolf (2005), y específicamente con respecto a la autoestima, http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008).  .
[70] Wolf (2005).
[71] Silva (2003).
[72] Silva (2003). Situación que favorece el fenómeno de la prisionalización (Silva, 2003 y Hernandez Almaraz, 2005), el cual hace referencia a la adaptación o institucionalización de los convictos.
[74] Como mínimo neuróticos, según S. Freud (1916), Silva (2003), Wolf (2005) y Ey (2006); o disociales como en el DSM-IV-R. http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008) se hace referencia a los enfermos mentales y retrasados mentales.
[75] En la vida diaria de los internos es la solicitud de dinero para pagar deudas adquiridas o que le han sido adjudicadas por otros internos. La exigencia va matizada de que como mínimo serán golpeados o que podrían ser asesinados.
[76] Las despensas especiales para su alimentación en el reclusorio.
[77] Ey, 2006.
[79] Romi, 2008.
[81] Silva (2003).
[82] Silva (2003) y http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008) ; Hernández Almaraz, 2005; Hernández López, 2006.
[83] Término figurado para referirse al impacto que provoca la reclusión y las condiciones de la misma en una institución legal por ser procesado o sentenciado en relación a algún delito.
[84] Silva (2003).                                                                                                                                                                                    
[85] Idem.
[86] Idem.
[87] Y que se refuerza en la reclusión Silva (2003) y http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008).
[88] Lo cual favorece la subcultura delincuencial en el exterior y ante s de la reclusión, pero también tiene un efecto en la subcultura carcelaria y en el “código delincuencia” de los delincuentes o el “código de los presos”, http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008).
[89] Término en el argot carcelario y entre los presos, para quien denuncia lo que ocurre en la vida de la cárcel y entre los presos. Implicando en ello, la importancia del silencio y el secretos en relación haca las figuras de autoridad (Silva, 3003 y http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44, 2008).
[90] O delincuente, como lo señala Silva (2003). Motivado esto por la perdida de su libertad y su estatus y roles en su vida social y familiar en el exterior y previos a la reclusión, http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=44 (2008).
[91] Silva (2003).
[92] Idem.
[93] Esto es fundamental, para el tratamiento institucional, bajo la premisa de que si se da una modificación del autoconcepto o la autoestima, como lo señalaba Beckman (1978), Osman (1988), Verduzco y Lara Cantú (1989), se modificará el comportamiento del sujeto.

[1] Centro de prevención y de readaptación social.