Mi interés no solo son los temas de psicología, sino también temas antropológicos, por ello en esta ocasión he elaborado el presente escrito, sobre lo que considere una comida típica de México, pero al parecer por lo mismo intrascendente. pero Gracias a Fray Bernardino de Sahagún, conocemos la importancia de esta vianda en la cultura mexicana. Espero les sea de su agrado el presente escrito.
EL TAMAL
Mtro. Ps. Alejandro Fabela Alquicira
Universidad autónoma de Querétaro (UAQ)
Maestría en Antropología e Historia
1991
El
“made in…”, actualmente tan difundido en nuestra sociedad, corresponde al sello
o marca distintiva que nos refiere a:
1.
El lugar de
origen.
2.
A algo que
consideramos característico de algún lugar.
Por
ello, al encontraren el texto de Fray Bernardino de Sahagún, “Historia General
de las Cosas de la Nueva España”, con la palabra TAMAL, se podría pensar
en el origen de este y así asignárselo como un platillo asociado a la cultura
mexicana. Esto es el motivo, que conduce al presente ensayo de manera inicial;
ya que al avanzar en la lectura del texto, se puede observar, que la
consideración de esta vianda, dentro de la cultura del México antiguo o
prehispánico, trasciende a una simple concepción como un alimento, lo cual se
intentará resaltar aquí.
En
el análisis global, los primeros caracteres que sobresalen con relación al
tamal son dos:
1.
La multiplicidad
de nombres que se le asignan.
2.
Su presencia en
los ritos y festividades de los mexicas.
Como
consecuencia, emergen como preguntas ¿Por qué los mexicas designaban de diferentes
maneras a un mismo alimento? ¿Cuáles son las diversas denominaciones que recibe
el tamal? ¿En qué festividades se encuentran presentes esta vianda? Y ¿Qué
ritos o características rituales coinciden en dicho platillo?
La
cuestión más rápida de responder se relaciona con los diferentes nombres que
recib el tamal. Encontrándose en los tres primeros libros del texto de Fray
Bernardino de Sahagún, los siguientes:
1.
Atamalli
2.
Xocotamalli
3.
Nacatammalli
4.
Pan de ayuno
5.
Xocuichtlamatzoalli
6.
Quiltamalli
7.
Uauhquiltamalli
8.
Tzatzapaltamalli
9.
Tenextamalli
10. Miauatamalli
11. Yacacoltamalli
12. Necutamalli
13. Yacacollsoyo
14. Exococolotlaoyo
15. Chalchiuhtamalli
16. Huauhquiltamalli
Como
observación pertinente al enlistado anterior, hay que indicar el cuarto caso;
ya que es un nombre asignado al tamal, pero que no corresponde a la
denominación mexica, sino al parecer a la traducción que harían del náhuatl al
español o al significado religioso de dicho alimento, durante la festividad el
Xochilhuith en honor a Macuilxochitl (cinco flores). Por otra parte, en doce de
los dieciséis, se presenta como terminación de ellos la palabra –tamalli;
variando los mismo en su radical. Por último, hay que notar que en los casos 5,
13, y 14 del enlistado, hay casi una total variación en el nombre del tamal,
estando ausente la terminación de -tamalli; lo cual crea la interrogación de
¿Por qué dicha variación?
Manteniendo
el enlistado, puede iniciarse la respuesta a la pregunta que se refiere a la
presencia del tamal en algunas
festividades. De esta manera se puede encontrar en las fistas siguientes:
1.
En el segundo
mes, llamado Tlacaxipehualiztli, se celebraban dos festividades: una con igual
nombre con que se denominaba el mes; y otra, conocida como la fiesta
Ayacachpixolo, efectuada en “…postrero día…” de este mes, realizada en el
templo Iopoco. En esta última festividad, el tamal recibía como nombre
específico: Tzatzapaltamli.
2.
Durante el quinto
mes, denominado Toxcatl, en el cual se hacían fiestas dedicadas a Tezcatlipoca,
días conocidos también como Titlacauan, Táotl, Telpochtli o Tlamatzincatl.
3.
En el mes octavo,
Uey Tecuilhuitl, se llevaban a cabo fiestas en honor a la diosa Xilonen. Mes en
el cual “…daban tamales de muchas maneras; unos llamaban Tenextamalli, otros
xocotamalli, otros miauatamalli, otros yacacoltamalli otros necutamalli, otros
yacacollaoyo, otros exococolotlaoyo”.
4.
En el noveno mes,
conocido como Tlaxochimaco, también se menciona el tamal en las fiestas que se
realizaban en honor del dios Huitzilopoctli.
5.
Durante el décimo
mes, denominado Xocotl Huetzi, se efectuaban dos diferentes ritos en los cuales
se involucraba el tamal, al llevarse a cabo las fiestas del mes.
6.
En las fiestas
del doceavo mes, , llamado Teotleco.
7.
Durante las
festividades del treceavo mes, conocido como Tepéilhuitl, ; en el cual
alternando con el catorceavo mes, Quecholli, se celebraba la fiesta llamada
atamalqualiztli (que quiere decir ayuno) de pan y agua. En este mes también se
honraba “…a los montes eminentes de la comarca…”, como una festividad diferente
probablemente.
8.
En el mes
catorceavo, conocido como quecholli, durante la fiesta atamalqualiztli, donde
el tamalera llamado atamalli, en las fiestas dedicadas al dios Mixcoatl. Y
durante el quinto día, así como en el sexto día llamado Zacapanquixos.
9.
En el quinceavo
mes, llamado Panquetzaliztli, durante las fiestas que le corresponden.
10. En las fiestas del décimo mes conocido como Atemoztli,
que significa descendimiento del agua y que se dedica a los dioses Tlaloques;
dioses imaginarios que referían a las fuerzas de la naturaleza.
11. En el décimo octavo mes, denominado Izcalli, se
celebraba la fiesta Motlaxquiantota, donde el tamal era llamado
Exococolotlaoyo. En la fiesta dedicada al dios Xiuhtecutli (Dios del Fuego), el
cual también era conocido como Ixcozaunqui, Cuezaltzin o Huehueteotl;
festividad que se realizaba al terminar este mes, una vez al año y donde el
tamalera denominado como Quiltamalli. Otra festividad en este mes era la fiesta
Motlaxquian, donde al tamal se le llamaba Huauhquiltamalli o Chalchiahtamalli.
Por último, a los diez días de este mes, se celebraba la fiesta
Huauhquiltamaqualiztli en honor del dios Izcozauhqui; coincidiendo este
festejo, aproximadamente, el ocho de enero de cada año, de acuerdo al
calendario que regía al mundo europeo en la época de Fray Bernardino de
Sahagún.
Por otra parte, existen otras
festividades en las cuales el tamal se encontraba como ofrenda o alimento; pero
que hasta la redacción del presente ensayo, no fue posible localizar, a que mes
correspondían. Estas fiestas son:
12. La fiesta Ixnextiua (que significa buscar ventura),
que se efectuaba cada ocho años y se dedicaba a Huitzilopochtli; en las cuales
el tamal era conocido como Xocotamalli y Nacaltamalli.
13. La fiesta Xochilhuitl (que significa fiesta de las
flores), en las que se honraba a Macuilxochitl oXochipilli, donde el tamal se
denominaba “…pan de ayuno…”.
14. En la fiesta a los dioses Cihuapipiltin, donde el
tamal se nominaba como Xocuichtlamatzoalli.
Ahora bien,
indicados los diferentes nombres que recibe el tamal y en que festividades se
les menciona como una vianda que estaba presente, correspondería a responder
¿qué es el tamal? ¿Cómo se elaboraba? Preguntas que parecerían obvias, ya que
dicho platillo es de consumo popular, aún en la actualidad de nuestro país.
Pero, por ello mismo, es de interés responder a esas interrogantes. Como una
manera de comparar si su elaboración era igual a la actual. Al respecto, Fray
Bernardino de Sahagún detalla el tamal cuando habla “…de las comidas que usaban
los señores…”. Al respecto cita:
“Comían también tamales de mucha maneras, unos de
ellos son blancos y a manera de pella, hechos no del todo redondos, ni bien
cuadrados, tienen en lo alto un caracol, que le pintan los frijoles con que
están mezclados” (pág. 463).
“Otros tamales comían que son blancos y muy delicados,
como digamos pan de bamba o a la guillena; otra manera de tamales comían
blancos, pero tan delicados como los de arriba, algo más duros” (pág. 463).
“Otros tamales comían que son colorados, y tenían un
caracol encima, hácense colorados, porque después de hecha la masa la tienen
dos días al sol o al fuego, y la revuelven, y así se pone colorada” (pág. 463).
“Otros tamales comían simples u ordinarios, que no son
muy blancos, sino medianos, y que tienen en lo alto un caracol como los de
arriba dichos; otros tamales comían que no eran mezclados con cosa alguna” (pág.
463).
De
la referencia anterior, se desprenden los caracteres que poseían, los tamales
que elaboraban y consumían los mexicas. Así la primera de ellas correspondería
a los ingredientes con que se elaboraban y que ahí se señala como la MASA; la cual podría pensarse
que se hacía del MAÍZ. Cabe
hacer mención que el uso de maíz para hacer tamales, fray Bernardino de
Sahagún, solo lo explicita cuando se refiere a los tamales llamados “…pan de
ayuno…”, que se ofrecían en la fiesta Xochipilli y aquellos que se hacía
durante las fiestas a los dioses Tlaloques, en el décimo sexto mes llamado
Atemoztli, donde menciona: “…tamales, que son como pastelejos… hechos de maíz…
” (pág. 50).
Continuando,
al retomar que el autor decía “Comían tamales de muchas maneras” la pregunta
obligada era ¿Cuáles eran esas “muchas maneras”? de la misma cita habría que
destacar que una de esas maneras correspondería a aquellas con que se
elaboraban o mezclaban. Así pueden enumerarse que había tamales mezclados con:
1.
“…de frijol…”
(pág. 463).
2.
“…de pescado…”
(pág. 463).
3.
“…de ranas…”
4.
“…de gallina…”
(pág. 567).
5.
“…lo mezclaban
con sal, cal y salitre…” (pág. 157).
6.
Sin los
ingredientes anteriores mezclados, como en los tamales llamados Atamalli, los
cuales comían ocho días antes, en ayuno, de las fiestas Atamalqualiztli.
7.
“…Hechos de bledo
(actualmente se designa con el nombre de alegría a la planta y la semilla, y
solo se utiliza para preparar una golosina popular…)” (pág. 39), como en el
caso del Quiltamalli y los Usuhquiltamalli (pág. 93); aunque por el texto no es
posble saber si en ambos casos se refiere al mismo ingrediente. Y por último,
también se mencionan unos tamales hechos de “…hoja de bledos muy molida…”, que
se elaboraba a los diez días del décimo
octavo mes llamado Izcalli (pág. 150). Y aquellos “…hecho de bledos o cenizos…”
(pág. 104), como los llamados Tzatzapaltamali, que se fabricaban en las fiestas
del postrero día del segundo mes llamado Tlalaxipehualiztli.
8.
Posteriormente,
se indican los tamales: ”…hechos de semilla de bledos…” (pág. 129) y otros
“…tamales de semilla…” (pág. 137); estos últimos elaborados para las
festividades del doceavo mes, llamado Teotleco. Ahora bien, tales semillas no
es posible saber si eran los mismos bledos a que se hace mención.
9.
Los últimos
tamales a que se hace referencia son los de “dulce”, aunque no se indican que
ingredientes se empleaban en su preparación.
Al
analizar de las diferentes “maneras y géneros” de tamales, sobresale una
característica más. Esta tiene que ver con el hecho de que el tamal, se sirve
con otros alimentos muy variados como son: “…tortillas…” (pág. 103), “…otras
comidas…” (pág. 110), “…camarones…, que se llaman Acociltin…” (pág. 151),
gallinas y perros (pág. 85), saeta (pág. Pág. 41), que llamaban Xuchmitl (pág.
127) y caracol (463), que ponían encima del tamal, y chilmolli, tzacalli y ulli
(pág. 41); maíz tostado, que llamaban izquitl (pág. 35), copal (pág.39), vino
(pág. 89), maíz tostado que llamaban momochtli (pág. 103), mazamorra o cazuela
hecha de gallina o carne de perro (pág. 138), “…una salsa de molli…” (pág.
142), “…tecomate… de cacaoatl” (pág. 148).
Con
respecto a la forma de los tamales, fray Bernardino de Sahagún no lo esclarece
completamente. Se refiere a estos de manera general como redondos (pág. 41, 50
y 463) o rollizos (pág. 144), pero a la vez indica “…no del todo redondos…”
(pág. 41 y 463), “ni bien rollizos…” (pág. 41), “…ni bien cuadrados…” (pág.
463). Con lo cual, la forma del tamal, queda poco definida. Y en relación al
tamaño, solo señala en una ocasión que estos eran “…chiquitos…” (pág. 148);
pero es un tamaño que no se puede generalizar a todos los tamales. Por último,
en cuanto al color, solo lo refiere como blancos y rojos (pág. 463).
Toca
en este momento dar respuesta a una de las preguntas iniciales que implicaba:
¿Qué ritos o características rituales coinciden con el tamal? Cuestión que
desde un punto de vista diferente, nos habla de la importancia de esta vianda
en las festividades y en la vida del pueblo mexica. Para ello hay que retomar
la cita siguiente:
“(Durante las festividades del Uey Tecuihuitl)… a la
hora de comer, que era el mediodía, sentábasen otra vez ordenadamente, las
niños y los niñas con sus padres y madres se sentaba; sentada la gente, los que
habían de dar la comida ataban sus manteles a la cinta, según lo demandaba la
disposición de aquel ejercicio; ataban los cabellos con una espaldana a manera
de guirnalda porque no se les pusiesen delante de los ojos” (pág. 122).
“Cuando servían luego tomaban tamales a almantada
(distribución por filas e hileras) y comenzaban desde los principios de la
recién a dar tamales y daban a cada uno todos los tamales que podían tomar con
una mano… Temextamalli… Xocotamalli… Miauatamalli… Yococoltamalli… Aecutamalli…
Yacacollaoyo… Exococolotlaoyo…” (pág. 122).
“Los que servían tenían cuidado de los niños y niñas
en especial y algunos de los servidores a sus amigos y parientes daban más
tamales; nadie tomaba dos veces, y si alguno se atrevía a tomar dos veces
dabanle de azotes con una espadaña torcida y tomabanle lo que había tomado y lo
que le habían dado” (pág. 122).
A
partir de la referencia indicada, hay que resaltar la severidad del castigo al
romper con lo establecido para el consumo de los tamales; a lo cual hay que
agregar que quien trasgredía lo establecido “…ibase sin nada…” (pág. 84). Por
otra parte, hay que notar lo riguroso y el cuidado que se ponía en “…según lo
mandaba la disposición de aquel ejercicio…”, con respecto a sentarse
ordenadamente, atar la manta, tomar tamales solo una vez. Con respecto a lo
último y en relación con otras festividades o ritos, se observaba tanto cuidado que el uso de los
tamales o su ofrecimiento era muy limitado. Así, “…hacían cinco tamales… pan de
ayuno… esta era ofrenda de todo el pueblo” (pág. 41); o bien, durante la
festividad de Xochilhuith, donde “los particulares que querían ofrecían en un
plato de madera cinco tamales pequeños…”. Cabe destacar, en este caso el que dichos particulares no estaban
obligados a dar tales tamales, tal como lo dice “los particulares que querían…”
(pág. 41). Durante el mes Izcalli, a los diez días del mismo “…daban a… a mozos
y muchachas un tamal… Usuhquiltamalli…” (pág. 93). En tanto que en una
festividad a los muertos, en el mes Quecholli, “…sobre los sepulcros de los
muertos ponían también juntamente con las saetas y teas dos tamales”. Durante
el mes Izcalli “…Toda la gente…también ofrecían al fuego cada uno en su
casa cinco Huauhquiltamalli, puestos en
un plato, y también ofrecían sobre las sepulturas de los muertos, a donde
estaban enterrados, a cada uno un tamal…” (pág. 154); con respecto a dichos
tamales, -fray Bernardino de Sahagún también cita: “…y cuando los muchachos
ofrecían la caza que traían, entraban así como iban ordenados y daban una
vuelta en rededor del fuego y cuando pasaban cabe al fuego, estaban otros
viejos que daban a cada uno de los muchachos un tamal…” (pág. 151). Por último,
con respecto a los muertos ocurría lo siguiente: “…dos mujeres viejas… llamaban
Teixamique… tenían… una jícara con
tamales y una salsa de molli en una escudilla, y en descendiendo que los que habían muerto, llevábanlos a
donde estaban aquellas viejas y ellas metían en la boca de uno de los muertos
cuatro bocadillos…” (pág. 142).a esta característica, de un número determinado
de tamales, en el ritual de las comidas, hay que agregar, el desconocimiento
del motivo porque se fijaban límites en cuanto al número de tamales ofrecidos o
empleados. Al menos el texto de fray Bernardino de Sahagún no permite conocer
dichos motivos.
Fray
Bernardino de Sahagún, nos muestra otro aspecto de la importancia del tamal en
la vida de los mexicas, pero relacionado con las festividades religiosas; al
respecto dice: “…tamales…, Chalchiuhttamalli… toda la gente, y en todas las
casas se hacían estos tamales, y convidavanse unos a otros con ellos; a porfía
trabajan cual por cual haría primero estos tamales; y la que primero los hacia
iba luego a convidar con ellos a sus vecinos, para mostrar su mayor diligencia
y su mayor urbanidad ” (pág. 151). Indudablemente, se le puede considerar como
una actividad a través de la cual se mostraban las capacidades y habilidad de
quien hacia dicha vianda; adquiriendo importancia en relación a las normas de
“…urbanidad…” no por el simple hecho de convidar a los vecinos, sino por ser el
primero en realizar tal convite. Continuando en esta línea de trabajo, el autor
de la Historia General de las Cosas de la Nueva España, cita:
“…tamales…Tzatzapaltamalli…principalmente hacían estos tamales los del barrio
llamado Coatlan, y los ofrecían en el mismo cu, delante de la diosa Coatlicue…”
(pág. 184). De esto puede desprenderse, que como en este caso habían ciertas
clases de tamales que eran particulare de un barrio o lugar, , en tanto que
otros eran elaborados por toda la población. Y con relación a la “…urbanidad…”, en el texto se refiere: “A algunos que estaban a la postre y
no alcanzaban nada, los que se quedaban sin nada lloraban, y acuitabanse por no
haber podido tomar nada, diciendo, en balde hemos venido acá, que no nos han
dado nada…” (pág. 122).
Por
otra parte, podría pensarse que las personas encargadas de la elaboración de
los tamales eran las mujeres de las casas mexicas; más no son las únicas, ya
que habían personas que se dedicaban a la venta o ha hacer dicho platillo. Al
respecto, fray Bernardino de Sahagún menciona: “La que es oficial de hacer tamales
o los compra para vender… la que es buen oficial hacelos bien hechos y sabrosos
y limpios, y la que es mal oficial en esto, suele vender tamales mal hechos,
sucios, desabridos y revueltos con otra semilla, y los que están podridos y
hediondos por ser ya de muchos días, al fin tamales que no valen nada”. De lo
cual se desprende, que el pueblo prehispánico hacia de la labor de vender o
fabricar el tamal un oficio; el cual no era tomado en poca estima y sobre el
cual se valoraba la capacidad del oficial.
La
importancia del tamal dentro de las ofrendas ceremoniales se remarca al ser
incluso un sustituto de otras ofrendas: al respecto hay que citar: “… (en las
festividades del mes Tlacaxipehualiztli) y llevaban en las manos, en lugar de
flores todo genero de tamales y tortillas; ….en lugar de sartales y guirnaldas…”
(pág. 103).
Como
señal de buen o mal agüero, el tamal también desempeñaba su papel dentro de las
creencias populares, así por ejemplo se decía: “…cuando se cuecen los tamales
en la olla, si algunos de pegan a la olla como la carne cuando se cuece y se
pega a la olla, decían que el que comía tal tamal pegado, si era hombre, nunca
tiraría en la guerra las flechas, y su mujer nunca pariría bien; y si era
mujer, que nunca bien pariría, que se pegaría el niño adentro” (pág. 281).
El
último aspecto significativo que se retomara, derivado de dicha cita final,
radica en que en ella se hace una clara referencia al modo de cocer de los
tamales, en una olla. Aspecto que no habiase señalado y solo se podía suponer.
Mtro. Ps. Alejandro Fabela Alquicira
Universidad autónoma de Querétaro (UAQ)
Maestría en Antropología e Historia
1991