¿CANIBALISMO MESOAMERICANO?
MTRO. PS. ALEJANDRO FABELA ALQUICIRA
Marzo 21, 2020
E-mail: jaliscoafa@yahoo.com.mx
(Una visión desde la perspectiva del
relato del español, Bernal Díaz del Castillo en su texto: “Historia Verdadera
de la Conquistad el Nueva España”)
Realizar análisis de
comunicados de los protagonistas de un evento, debe ser considerados con
cautela. Dependiendo, como dice el dicho, “de cómo le fue en la feria, será
como vea lo que ocurre”, por ello la credibilidad de algún argumento puede ser
puesto en entredicho. De esto no será una excepción Bernal Días del Castillo.
Personaje que acompaño a Hernán Cortez durante la invasión de las tierras
mexicanas. Lo cual concluyo con la indudable derrota del pueblo Azteca en 1521.
Como todo ser humano, en los
españoles también tenía que estar presente su justificación, para dispensar las
atrocidades que hicieron en el período de lucha y posteriormente, durante la
dominación española. Son intentos de legitimar una acción, a pesar de la
consciencia de lo reprobable de la misma. Es por ello, que el Rey de España, en
el 2018, se atreve a afirmar en los medios de comunicación mundial: “Que los
mexicanos deberían pedir perdón a los españoles por aquellos que murieron
durante la lucha invasora de 1521”.
Dos son los argumentos básicos
para tal justificación. El primero de contenido religioso, ya que la iglesia
católica legitimaba la necesidad de la invasión con el pretexto de la
evangelización, el “rescate de almas para el cielo católico”. Y el segundo la
eliminación de prácticas salvajes[1]
de los indígenas mesoamericanos, relacionadas con su religión, como lo era su
“canibalismo”.
Temática, que de manera
personal he abordo en otras ocasiones[2],
específicamente en relación al pueblo mexica
Después de leer la versión de
Bernal Díaz del Castillo, de los acontecimientos de la guerra contra los
aztecas en 1521, surgen citas de dicho autor de interés con respecto al
canibalismo de los pobladores prehispánicos del México antiguo. Una referencia
primera de interés es la siguiente:
“…y
halló sacrificados en unos cúes[3]
hombres y muchachos, y las paredes y altares de sus ídolos con sangre, y los
corazones presentados a los ídolos; y también hallaron las piedras sobre que
los sacrificaban, y los cuchillazos de pedernal con que los abrían por los
pechos para sacarles los corazones. Dijo Pedro de Alvarado habían hallado a
todos los más de aquellos cuerpos muertos sin brazos y piernas, y que dijeron
otros indios que los habían llevado para comer, de lo cual nuestros soldados se
admiraron mucho de tan grandes crueldades…” (pág. 74).
La primera parte nos parece una
excelente condensación de una practica “cotidiana” entre los antiguos
pobladores de México, el sacrificio humano. Que por cierto no ha sido exclusivo
de los pueblos mesoamericanos si se considera a Frazer[4],
en su texto “La Rama Dorada”, quien hace un amplio análisis de la antropofagía,
entre los pueblos europeos y asiáticos. En fin, la descripción que hace Bernal
Díaz del Castillo, es completa en relación al lugar y los implementos
necesarios para llevar a cabo los sacrificios humanos. Se puede tener una breve
visión, incluso, del procedimiento del sacrificio de seres humanos. Pero la
segunda parte de la cita, parece sospechosa en sus argumentaciones. Bernal Díaz
del Castillo se refiere a lo que le dijo Pedro de Alvarado, a quien otros
indígenas le dijeron. Pero no cualquier indígena, sino seguramente uno de sus
actuales aliados y no comedores de la carne humana. Al menos en el momento en
que se da la comunicación verbal, aunque si tal vez antes de que se conocieran.
Esto según, otra cita, de Bernal Díaz del Castillo, donde menciona:
“…y
ahora lo digo asimismo a vos, Olintecle, y a todos los demás caciques que aquí
estáis, que dejéis vuestros sacrificios y no comáis carne de vuestros prójimos,
ni hagáis sodomía, ni las cosas feas que soléis hacer, porque así lo manda
Nuestro Señor Dios…” (pág. 104).
Si esos indígenas eran o no
comedores de otros seres humanos no lo podemos saber. Solo se puede suponer que
ya no lo eran, después de que ellos lo ordenaron y lo prohibieron. Esto crea la
suposición de que si lo eran antes de la llegada de los españoles. ¿Acaso su
palabra era tan “divinas[5]”
que bastaba solo que lo dijeran para que dejaran las practicas canibalisticas?
Lo que parece más veraz, es que ellos repudiaban a sus enemigos, en base a un
argumento que sabían ellos tenía y que era reprobado por los nuevos amigos. Que
“…tenían…” no lo sabemos, pero si era argumentativo. Con ello se aseguraba la
imposibilidad de una posible alianza o reconciliación con ellos. La enemistad
se mantendría. Con ello se mantenía el encono de los españoles contra el pueblo
de Aztlán, su acérrimo enemigo. Argumento que permitía racionalizar las
atrocidades que los españoles realizarían en la lucha con el pueblo Azteca. En la cita se observa un término que no se
debe dejar de analizar, que es el prójimo:
PRÓJIMO:
m. cualquier persona, como miembro de la comunidad humana, en relación a
otra.// Los otros.// Despectivo, sujeto, tipo.// Prostituta (pág. 780)[6].
Existiendo tal animosidad de
los españoles hacia los indígenas del México antiguo, es extraña la introducción
de dicho término en el texto de un español, como lo era Bernal Díaz del
Castillo. Comúnmente el prójimo se puede interpretar como un semejante, como
una persona igual a uno mismo. Por ello en la religión católica una de sus
mandamientos dice: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. Mandamiento vigente
para los españoles en la guerra contra los antiguos mexicanos, pero no
practicado para con los indígenas. Después de, su carencia de “alma” o de
bautismo los hacia diferentes a los católicos españoles. Y como ellos debían
rescatar esas “almas” para el reino de Dios se decía estaba justificada su
intervención militarizada. En nombre de la fese justificaba su invasión y se
toleraban sus atrocidades. Claro que no era suficiente ese argumento, por lo
cual se promovió la existencia de otra “atrocidad” practicada por los mexicas,
los sacrificios humanos y por ende el canibalismo, que ellos argumentaron y que
apoyaban en las comunicaciones de los enemigos del imperio Azteca. Por eso es
extraña dicha palabra en una comunicación de un español. Y por ello se daba
credibilidad sin cuestionamiento a las comunicaciones de los enemigos de los
Aztecas. Para ellos no se requería de corroboración o que les constaran dichas
prácticas canibalísticas.
Partiendo de estos argumentos, se hace
relevante otra cita de Bernal Díaz del Castillo, que a la letra dice:
“…como
entre ellos hay muchas diversidades de lenguas y tienen guerra unos con otros;
como son idólatras, y se sacrifican y matan en sacrificios muchos hombres y
niños y mujeres, y comen carne humana y usan otras torpedades… También enviamos
cuatro indios que quitamos en Cempoal, que tenían a engordar en unas jaulas de
madera, que después de gordos sacrificarlos y comérselos” (pág. 92).
La segunda parte de la cita es
la que adquiere relevancia aquí. En el proceso de comunicación se da una
inversión de ambos textos (primera y segunda parte de la cita). Es indudable
que debió capturar su atención y extrañarlos grandemente el encontrar “…a
cuatro indios que quitamos en Cempoal… que tenían en unas jaulas de madera…”
algo que seguramente les hizo preguntar de cual sería el objetivo de tal
enjaulamiento de seres humanos. En especial si se les veía bien alimentados, ”…gordos…”.
Para los españoles, la única conclusión lógica es que los iban a sacrificar y a
comerlos, después de todo así lo creían y sus nuevos aliados indignas, así se
los habían hecho saber. Más por el
análisis de la cita, no se puede confirmar dicha conclusión.
Además de la guerra armada, se
puede decir que había una guerra “propagandística” en donde la imagen de unos y
otros se denigraba o se matizaba de calificativos, que hacían justificable la
guerra e incluso el exterminio. Por ello es de interés otra referencia
recopilada por Bernal Díaz del Castillo y que señala:
“hallaron
que éramos hombres de hueso y carne, y que comíamos gallinas y perros y pan y
fruta, cuando lo teníamos; y que no comíamos carnes de indios ni corazones de
los que matábamos, porque, según pareció, los indios amigos que traíamos de Cempoal les hicieron creer que éramos
teules y que comíamos corazones de los indios y que las lombardas echaban rayos
como caen del cielo, y que el lebrel que era tigre o león, y que los caballos
eran para alcanzar a los indios cuando los queríamos matar…” (pág. 114).
Los indígenas amigos de los
españoles hacían esto, para tratar de amedentrar a sus enemigos indígenas, lo
cual hacían propositivamente, a pesar de que conocían bien que no eran
caníbales los españoles. Pero en la guerra “todo se vale” y por ello se usaban
dichos argumentos. No es importante en este momento la veracidad de ellos. En
el caso de los Aztecas, simplemente no se desmentían y podía tener el efecto
amenazante que se esperaba de ellos[7].
Argumentos similares se han difundido en todas las guerras de la humanidad o a
fin de lograr mantener una distancia entre potenciales enemigos. Algo que es
útil y eficaz no solo en la guerra, sino también en las relaciones humanas
conflictivas. Así, por ejemplo, en un conflicto entre vecinos, uno de ellos
estigmatizaba al familiar de otro al señalar que el estaba en prisión. Ante lo
cual obtuvo como respuesta, que entonces ya sabía de lo que el familiar preso
era capaz, pues es de todos conocidos la “mala” conducta de los presidiarios.
De esta manera el conflicto fue solventado. En otro conflicto entre vecinos,
solo basto dejar evidente que uno de ellos trabajaba en tribunales, con
ministeriales, jueces, agentes federales, ejercito, policías judiciales, para
el gobierno, por una parte y por la otra que conocía a delincuentes de bandas
delictivas, como “la mano con ojos”, la “familia michoacana”, el “cartel del
golfo”, etcétera, para que se repensara las consecuencias y el conflicto se
terminara. Usar el conocimiento y la manera en que este se usa tendrá el efecto
esperado. Sin ser importante en ello la veracidad de los hechos.
Un comentario recopilado por
Bernal Díaz del Castillo es de gran interés, pues parece ya no ese objetivo
“propagandístico” o racionalización de los motivos para la guerra es la siguiente:
“Dejemos
de contar del volcán, que ahora que sabemos qué cosa es y cómo y hemos visto
otro volcanes, como son los de Nicaragua y los de Guatemala, se podían haber
callado los de Guaxalcingo sin poner en relación, y diré como hallamos en este
pueblo de Tlaxcala casas de madera hechas de redes y llenas de indios e indias
que tenían dentro encarcelados y a cebo, hasta que estuvieran gordos para comer
y sacrificar, las cuales cárceles les quebramos y deshicimos para que se fuesen
los presos que en ellas estaban, y los tristes indios no osaban ir a cabo
ninguno, sino estarse ahí con nosotros, y así escaparon las vidas, y de ahí en
adelante en todos los pueblos que entrábamos lo primero que mandaba nuestro
capitán era quebrarles las tales cárceles y echar afuera los prisioneros, y
comúnmente en todas estas tierras los tenían. Y como Cortés y todos nosotros
vimos aquella gran crueldad, mostró mucho enojo de los caciques de Tlaxcala y
se lo riñó bien enojado, y prometieron que desde ahí adelante que no matarían
ni comerían de aquella manera más indios…” (pág. 136 y 137).
La relevancia de la cita es que
se da la ubicación de donde fueron localizadas las jaulas de madera donde se
tenían recluidos a los próximos humanos a sacrificar, que en tanto se llegaba
esa fecha eran bien alimentados y engordados. Los VOLCANES o a las faldas de
los volcanes. Situación que no era exclusiva de México sino de otras
localidades como Nicaragua y Guatemala. ¿Qué importancia tiene esto? Si
retomaos el misticismo prehispánico. Los volcanes en su mitología eran Dioses,
a los cuales les debían adoración. Los desastres que provocaban ante sus
erupciones eran asociadas con la ira y la furia desencadenada de los mismos.
Por esto, en su misticismo se incluían sus intentos por tranquilizarlos,
mantenerlos “calmados”. Y ¿cómo hacían esto?, pues bien, ofreciéndoles
sacrificios humanos; mujeres, hombres o niños. De esta manera se arrojaban en
los cráteres las víctimas humanas. Lo cual sería una explicación más plausible
de porque encontraron jaulas de madera cercanas a los volcanes o a las faldas
de los mismos. En cuanto a que estaban gordos o eran bien alimentados, no es
porque se preparan para posterior al sacrificio comerlos, sino para dar un
“platillo suculento” a esos Dioses de los volcanes. No sería lógico,
místicamente, darles un platillo famélico y huesudo. Siendo una deidad a quien
le harían un sacrificio, debía de estar en las mejores condiciones.
Antes de concluir el presente
análisis, es pertinente un comentario más. Mismo del que posteriormente habría
que buscar el sustento, tal vez en el relato que hace Fray Bernardino de
Sahagún, en su “Historia General de las Cosas de la Nueva España”. Se manera
grotesca se relata, qué en los templos Mexicas, se inmolaban a seres humanos;
extrayéndoles el corazón que era lo que se ofrecía a los Dioses. Acto seguido
se arrojaba el cadáver del sacrificado por las escalinatas de los templos.
Llegando los cuerpos al populacho, que se encontraba al pie de las escalinatas.
De esta manera destrozaban los cuerpos y los que podían llevaban a sus casas,
partes de cuerpos humanos, que posteriormente cocinaban y daban de comer a los
habitantes de sus casas. Pero en realidad, lo que ocurría es que los cuerpos de
los sacrificados eran incinerados. Contándose una vez con las cenizas, estas
podían ser repartidas entre la población. Llevándose de esta manera parte del
sacrificado a sus casas. Cenizas que probablemente si eran utilizadas en la
preparación de platillos, en especial el TAMAL. Alimentos preparados para otras
festividades religiosas. De esta manera los cuerpos de los sacrificados eran
consumidos, como un condimento más en algunos alimentos preparados de manera
especial. No es como lo decían los españoles en sus comunicaciones, para lo
cual es de utilidad observar la cita siguiente:
“…que tienen cercas de allí, en unas
barrancas, muchas capitanías de guerreros esperándonos, creyendo que habíamos
de ir por aquel camino a México, para hacer la traición que tienen acordada con
otras muchas gentes de guerra que esta noche se han juntado con ellos. Qué pues
como en pago de que venimos a tenerlos
por hermanos y decirles lo que Dios Nuestro Señor y el rey manda, que nos
querían matar y comer nuestras carnes, que ya tenían aparejadas las ollas, con
sal y ají y tomates, que si estos querían hacer, que fuera mejor que nos dieran
guerra como esforzados y buenos guerreros, en los campos, como hicieron sus
vecinos tlaxcaltecas (se refiere a los cholultecas)…” (pág. 148).
Lo que es indudable, es que los
Mexicas, estaban interesados en apresar con vida a los españoles, además de sus
caballos, para sacrificarlos y ofrecerlos a los Dioses prehispánicos. Cuestión
que agregaba una dificultad más a la guerra que ellos hacían a los españoles.
No solo les interesaba matar españoles, sino capturarlos vivos, para
posteriormente ser sacrificados.
Por último, solo hay que anotar
un comentario más. Se decía que se infundía temor a los indígenas, presentando
a los españoles como caníbales; comedores de indios. Situación que no debía
atemorizarlos tanto, ya que si combatieron a los españoles y sus aliados, casi
derrotándolos en la famosa “Noche Triste”, fecha en que fueron expulsados los
españoles de Tenochtitlán y casi exterminados.
No abandonare este análisis sin
hacer notar, qué en un libro de más de seiscientas páginas, redactas por Bernal
Díaz del Castillo solo localice treinta alusiones al canibalismo de los
Aztecas, sin una descripción clara de dicha práctica antropofágica. Lo cual no
debe dejar de extrañar, pues esa era una de las principales argumentaciones
para llevar acabo la invasión del México antiguo.
BIBLIOGRAFÍA
1.
Bernal
Díaz del Castillo. (2002). Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva
España. 7ª ed. México Ed. Porrúa. “Sepan
cuentos...” Núm 5.
2.
Fabela
A. A. (1992) ¿Canibalismo? Inédito. Maestría en antropología. Universidad
Autónoma de Querétaro (UAQ). México. https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=6736471220288410763#editor/target=post;postID=742600235910916780;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=11;src=postname (Consultado en
18 de Marzo2020).
3.
Fabela
A. A. (199i) El canibalismo en los Nueve libros de la Historia de Heródoto.
Inédito. Maestría en antropología. Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ).
México. https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=6736471220288410763#editor/target=post;postID=4172848539215781380;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=22;src=postname
4.
Fray
Bernardino de Sahagún. (1975). Historia general de las cosas de la Nueva
España. 7ª ed. México Ed. Porrúa. “Sepan
cuentos...” Núm 300.
5.
Frazer,
J.C. (1981). La Rama Dorada. Magia y religión. (Trads. Elizabeth y Tadeo I. Campuzano)
FCE. México.
6.
[1] Grijalbo: Diccionario práctico de la lengua española.
(1988). (2a. ed.). Barcelona. Grijalbo.
MTRO.
PS. ALEJANDRO FABELA ALQUICIRA
7.
Marzo 21, 2020
[1] “…que nos envió
a estas partes para quitar que no sacrifiquen ni maten hombres, ni coman carne
humana, ni hagan las torpedades que suelen hacer…” (pág. 106).
[2]
Fabela A. A. (1992) ¿Canibalismo? Inédito. Maestría en antropología.
Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). México. https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=6736471220288410763#editor/target=post;postID=742600235910916780;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=11;src=postname
(Consultado en 18 de Marzo2020). Fabela A. A. (199i) El canibalismo en los
Nueve libros de la Historia de Heródoto. Inédito. Maestría en antropología.
Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ). México. https://www.blogger.com/blogger.g?blogID=6736471220288410763#editor/target=post;postID=4172848539215781380;onPublishedMenu=allposts;onClosedMenu=allposts;postNum=22;src=postname
[3]
Templos.
[4]
Frazer, J.C. (1981). La Rama Dorada. Magia y religión. (Trads. Elizabeth y
Tadeo I. Campuzano) FCE. México.
[5] Si bien no eran “divinas” si
provenían de la divinidad: “…porque así lo manda Nuestro Señor Dios…” (pág.
104).
[6] Grijalbo: Diccionario práctico de la lengua española.
(1988). (2a. ed.). Barcelona. Grijalbo.
[7] “Y vinieron tan
medrosos de lo que habían visto y oído, que no lo acertaban a decir, porque
según dijeron, cuando estaban presos, que los amenazaban y decían:
<<ahora hemos de matar a esos que llamáis teules, y comer sus carnes, y
veremos si son tan esforzados como publicáis; y también comeremos vuestras
carnes, pues venís con traiciones y con embustes de aquel traidor de Montezuma”
(pág. 106).