En este mes de Noviembre de 2021, retomo un viejo interés personal, por la presentanción de la religión den los internos de un centro penitenciario
RECLUSORIOS Y RELIGIÓN
MTRO. PS. ALEJANDRO FABELA
ALQUICIRA
Febrero 11, 2018
Con hoy, sería el
cuarto momento en que abordo la religiosidad de los internos en un reclusorio.
La primera[1]
surgió, a partir de la bendición, pedida en especial a la madre, de los sujetos
cuando salen a delinquir y su relación con el supuesto “santo” de los ladrones,
a quien con frecuencia se encomiendan cuando van a delinquir. San Dimas, el
crucificado junto a Jesucristo, es el patrono de los ladrones, según ellos, y
su protector. El segundo[2]
fue una ampliación de este primer trabajo, en donde se revisa el santo de los
sicarios, Valverde, y la Virgen de los Remedios, en Colombia, protectora de los
narcotraficantes. El tercero[3],
ocurre cuando en una sesión grupal se aborda los preceptos religiosos del
perdón, la honestidad, el mandamiento de no robaras o no mataras, etcétera. Y
el cuarto, será el planteamiento presente.
Siempre fue de
llamar la atención de los grupos religiosos en la atención a personas recluidas
en reclusorios, en especial aquellos que combinan sus enseñanzas religiosas con
cantos y alabanzas. Cuando los veía de manera reciente, aunque la pregunta
insistía desde hace tiempo, cuestionaba: ¿por qué la religiosidad que tienen
los internos, no parece provocar un efecto para comportarse correctamente? Su
conducta inadecuada del exterior, es una prolongación en la reclusión.
Lo más evidente que
veía al caminar por los pasillos era el entusiasmo con que se involucraban los
internos en el servicio religiosos. Mientas cantaban alabanzas, acompañados
como mínimo por una guitarra, entonaban con fervor los canticos y aplaudían.
Algunos de pie, pero otros de rodillas, entre el grueso del grupo o separados
de estos. Al finalizar, los cantos, estaban atentos a los preceptos religiosos,
que intentan motivarlos para comportarse adecuadamente, no delinquir de nuevo.
Sin embargo ello no es garantía para no robar, extorsionar, drogarse, pelear,
lesionar, a otros internos, e incluso a la familiares que los visitan; u
oponerse a los custodios, a los cuales pueden agredir y lesionar.
Caminado a otra área
del reclusorio, se puede observar a varios internos jugando frontón en una
pared de su dormitorio. Es cuando surge la idea de que se hace en los grupos
religiosos. La música, el canto y los aplausos son algo lúdico para el ser
humano. Algo similar se daba en un grupo de estudiantes de psicología, quienes
a través de un juego de manos y de coordinación de como involucrar a otros
integrantes del grupo creaban una dinámica grupal. Ellos no querían trabajo
intelectual, pero estuvieron fascinados juagando por espacio de tres horas.
Esto es lo mismo que hacían los jugadores de frontón. No se trata del asimilar
conceptos que incidan en la conducta, sino ejercer la búsqueda de placer por
dichas actividades.
MTRO. PS. ALEJANDRO FABELA
ALQUICIRA
Febrero 11, 2018
[1]
Contemplado en un documento inédito, denominado “Curiosidades criminalísticas”
elaborado hace ya varios años.
[2]
El segundo, fue una ampliación del
trabajo inédito de las “Curiosidades criminalísticas”.
[3]
Se encuentra, contenido en un texto inédito donde se reportan los dinamismos de
las personas recluidas en una cárcel, con un gran apego por los temas religioso
y lectura de la Biblia, lo cual fue abordada en el trabajo grupal con dichos
internos.